«Volvemos a vivir los últimos días de la Cataluña republicana».
«El plan de Moncloa triunfa. Sólo espero que gracias a eso puedan salir de la prisión todos. Porque si no, el ridículo sería histórico».
«Supongo que tienes claro que esto se ha acabado. Los nuestros nos han sacrificado”.
«Esto ahora ha caducado y me tocará dedicar mi vida a la defensa propia».
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Todas las citas anteriores pertenecen a una conversación por wassap entre Puigdemont y Toni Comín que fue filtrada poco después de la reacción del estado a la declaración de independencia, la declaración del 155, el desmantelamiento del “procés” y la detención o fuga de sus principales protagonistas.
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Conviene recordar estas palabras, reconocidas posteriormente por el propio Puigdemont, alegando que “Soy humano y hay momentos en los que también dudo”. Interesa hacerlo porque, como puede comprobarse, en aquel momento el golpismo había sido completamente derrotado y si alguien lo tenía claro eran los propios golpistas. Habían sido desarticulados, puestos a la fuga o a disposición de la justicia y estaban, con razón, totalmente desmoralizados.
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Hay que recordarlo para poner de relieve la falsedad, una vez más, de las afirmaciones de Pedro Sánchez y del PSOE asegurando que ahora todo el problema con Cataluña está mucho mejor que en 2018 gracias a este gobierno. Por el contrario, lo que se pone en evidencia es que en 2018 los golpistas estaban totalmente doblegados y que ahora Puigdemont ha pasado de la depresión y la derrota a la euforia y ser la clave de la investidura de Sánchez, teniendo el gobierno de España en sus manos. ¿Y quién es el culpable de este catastrófico giro de los acontecimientos? Pedro Sánchez, el PSOE y el conjunto de la izquierda española, que lo ha devuelto a la vida.
Puigdemont dice a su entorno que Sánchez "meará sangre" si quiere alcanzar un acuerdo https://t.co/eXDei1H8df
— Magdalena Mateos (@magdamateos2) August 11, 2023
Si alguna conclusión se puede extraer de recordar aquellos mensajes es primero que no te puedes fiar jamás del PSOE. Segundo que ahora estamos mucho peor que en 2018. Y tercero que hay que ampliar la ventana de Overton y abrir el debate sobre cómo neutralizar la influencia del nacionalismo sobre la gobernabilidad de la nación.
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Mientras el Gobierno de España pueda depender -como ha ocurrido tradicionalmente- de los escaños de algún partido separatista, es imposible vencer al separatismo. El Gobierno de España no puede luchar contra el separatismo y depender del separatismo al mismo tiempo. Por consiguiente habrá que pensar algo para no depender del separatismo. Hay que salir de este círculo vicioso. Es preciso pensar en alguna forma de convertirlos en irrelevantes ya sea ilegalizarlos, cambiar la Constitución, cambiar el modelo territorial, cambiar las leyes electorales, instaurar un sistema de segunda vuelta para elegir al presidente, o lo que sea necesario para solucionar de una vez este problema que no deja de enquistarse y de enrarecer la convivencia y toda la política nacional. Una vez más la alternativa menos lógica de todas las posibles es no hacer nada, mantener el rumbo y esperar para evitar el impacto que sea el muro el que se aparte de nuestro camino.
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La noche del 5 de octubre de 1934 Companys, uniéndose a la insurrección revolucionaria promovida por las fuerzas de izquierda, especialmente por el PSOE,proclama el Estado Catalán de la República Federal Española,que duró-habiendo nacido-poco más o menos un día. Puigdemont también declaró la República catalana independiente, que no llegó a nacer,porque-valga el eufemismo-el alumbramiento fue voluntariamente interrumpido. A la vista del Marco constitucional y legal, vigente en ambos momentos, dichos actos constituyan delito de sedición.
En febrero de 1936, sin siquiera haberse constituido el gobierno resultante de las elecciones, se amnistío a los sediciosos. Hoy, en pareja forma, se amnistiara a los sediciosos como condición sine qua non para poder formar gobierno. En ambos casos, el PSOE en el papel estelar de protagonista.Bien que en 1936 tuvo también que amnistiarse a sí mismo.
Tropezaremos no solo dos, sino tres o más veces en la misma piedra.?
En relación con el «problema catalán», si se me permite, cabe hacer una reflexión complementaria sobre el manido referéndum de independencia. Cataluña forma parte del tronco común de la nación española desde hace siglos y ya en el S. XI su territorio constituía la llamada «Marca hispánica». Hoy, sobre bases constitucionales aprobadas por el pueblo español-incluido, desde luego, el catalán -forma parte indisoluble de España.
En estos momentos ciertas fuerzas políticas negocian la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña y todo apunta a que la consulta puede tener lugar. Ahora bien, en el contexto histórico y constitucional reseñado, cuál ha de ser el sujeto político a quien se consulta?. Nada, mi juicio, abona el protagonismo exclusivo del pueblo catalán, excluyendo de participación al resto de la ciudadanía española.
En esta línea especulativa y dentro de un marco político-como el actual-regido por la divisa de que todo lo posible es legítimo, admitamos la potestad decisoria tanto del pueblo español en su conjunto como de dos partes de él,esto es, el catalán y el resto de la nación española.
Pues bien , si ha de celebrarse un referéndum, admitase la participación del pueblo español en su integridad y arbitrese un régimen regulador, según el cual, solo la voluntad mayoritaria, tanto en Cataluña como en el resto de España, contraria a la independencia independencia, preserva la unidad territorial. Dicho de otro modo, también el resto de España puede repudiar a Cataluña y dejarles pedito el vuelo libre y sin atadura alguna.
Es esto un disparate?. Puede serlo, pero no lo es menos aguantar impasibles toda clase de servicios dispensadas por la Comunidad Autónoma en cuestión. Por otra parte, desconozco la existencia de contingencias históricas que sean inmutables.
No es «pedito», sino expedito. Y tampoco son «servicios», si no sevicias. Disculpen los errores…