En medio de toda la crisis del coronavirus la elección del candidato demócrata y las elecciones presidenciales en los EEUU parecen una cosa extremadamente lejana. No sólo, de todos modos, es que el coronavirus eclipse casi toda la actualidad, es que en este caso tampoco interesa mucho a los grandes medios españoles darle publicidad. El caso, por cierto, es la acusación de una antigua empleada del candidato demócrata, Joe Biden, de haber abusado sexualmente de ella y haberle realizado tocamientos impropios a mediados de los 90. No es la primera mujer que lanza acusaciones similares contra Biden pero es la primera que acude a los tribunales con ellas.
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Si Biden es culpable o no culpable, como les gusta decir a los estadounidenses, será cosa que determinen los tribunales, lo que sí en cambio parece bastante evidente una vez más es la doble vara de medir a Biden respecto a cuando el acusado era el propio Trump o un miembro del Partido Recpublicano, o alguien designado para un cargo por el Partido Republicano.
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En primer lugar se aprecia una notable diferencia en cuanto al eco mediático del asunto, tanto a un lado como al otro del Atlántico. No tienen nada que ver los titulares de Biden con los de los casos de un acusado de la derecha, no digamos Trump. Ni en la agresividad. Ni en la cantidad. Ni en la relevancia y visibilidad de esos titulares. Lo de Biden apenas merece un hueco, si lo merece, en un puñado de medios.
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En segundo lugar llama poderosamente también la atención la doble vara de medir del movimiento feminista. Del “yo si te creo” incondicional se ha pasado ostensiblemente, en el caso de Biden, al puede que la mujer mienta, o hay que dar el beneficio de la duda al acusado. La doble moral de los partidos y medios izquierdistas salta a la vista. La derecha, por el contrario, mantiene su coherencia, ya que se limita a reprochar a la izquierda su hipocresía y a pedir que las acusaciones a Biden simplemente se investiguen, sin prejuzgar sobre el caso.
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Las acusaciones contra Biden, por otro lado, no son sino una ocasión de comprobar el predominio mediático de la izquierda así como la importancia electoral de ese predominio mediático. Si la derecha comete un error nivel 2, los medios convierten ese error en una repercusión electoral 7. Si la izquierda comete un error nivel 7, los medios consiguen limitar la repercusión electoral a un nivel 2.
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Finalmente también podría reflexionarse sobre el hecho de que, aparentemente, ya es imposible que ningún candidato masculino se pueda presentarse a las elecciones de los EEUU, quizá pronto en el resto del mundo, sin que recaiga sobre él una acusación de abuso o agresión sexual. Llegados a tal punto no cabe sino preguntarse en cuál de estos dos escenarios nos encontramos. En un escenario en el que parece que es imposible encontrar algún candidato masculino que no haya cometido alguna agresión sexual a lo largo de su vida, o en un escenario en el que es imposible que no aparezca una mujer acusando falsamente de una agresión sexual a un candidato. Todo muy preocupante en cualquiera de los dos casos.
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https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52481654