A día 12 de julio se han celebrado elecciones para el parlamento de la comunidad de autónoma de Galicia. Tras una jornada electoral que se caracterizó por la incertidumbre política, el fantasma de la abstención y una situación convulsa, Feijóo se alzó con su cuarta mayoría absoluta con el mismo numero de diputados de que consiguió en las pasadas elecciones de 2016 (41). En segundo lugar, quedó el Bloque Nacionalista Gallego, prácticamente duplicando su resultado en los anteriores comicios, pasando de 8 a 19 diputados, superando así, al PSdG (filial gallega del PSOE), anterior líder de la oposición, las cuales aumentaron en un diputado al respecto del 2016, quedando así con 15. El partido más castigado en esta ocasión ha sido la formación política en Marea que tras luchas internas y gran dispersión se presentó dividida en dos, una parte como filial de Unidas Podemos y otra de forma individual, maniobra que les ha costado la representación en el parlamento.
Lo primero que resalta de esta jornada es el incremento sustancial de representación nacionalista en el parlamento siguiendo así la tendencia de otras comunidades autónomas. Podemos leer de aquí, como de la victoria de los populares, un éxito de los personalismos tanto del presidente Feijóo como de Ana Pontón. Y es que este ascenso se puede explicar en gran medida por una excelente campaña personificada en Ana Pontón, a la que se le suma también una buena actuación en el debate electoral televisado. Siendo ella una de las figuras mejor valoradas por los telespectadores. Si bien el BNG no presentó un programa concreto si transmitieron una sensación de implicación política con los ciudadanos. Fue este personalismo acompañado de un programa más virado a la izquierda, lo que llevó a que las mareas y podemos quedaran sin representación, monopolizando así, gran parte del espacio político de la izquierda.
Por otro lado, el candidato del PSdG, Gonzalo Caballero, no fue capaz de cobrar ese protagonismo y su campaña hizo gran uso de personalidades del gobierno central y el PSOE a nivel nacional. En pasados comicios, por lo general, los partidos en Galicia salían reforzados gracias a la fuerza de sus homólogos nacionales en el gobierno central. Hemos podido observar, cómo esta tendencia no ha jugado un papel en esta ocasión, a pesar de la insistencia de Caballero por tratar de mimetizarse al actual gobierno de España. Teniendo en cuenta la mala imagen que está teniendo el gobierno central, podría no haber sido buena estrategia por parte de Caballero hacer campaña de la mano de la banda de Pedro Sánchez. Sin embargo, no podemos saber con exactitud hasta qué punto fue esto influyente.
El gran premiado de la jornada fue el ya presidente de la Xunta desde 2009, que mantuvo su mayoría absoluta. A diferencia de la campaña de Caballero Feijóo prescindió un poco más de figuras de su partido a nivel nacional protagonizando así, una campaña centrada en su persona sin necesidad de buscar rédito político en unas siglas que apenas utilizó en la simbología de su campaña. En su lugar apeló al histórico galleguismo del PPdG valiéndose de la palabra Galicia como eslogan y de su propio nombre. Lo que sí pudo sorprender dentro de los populares fue la victoria con un 41% del voto en la comarca de Verín, en la que el gobierno autonómico del PP fue duramente criticado por cerrar instalaciones médicas del hospital local, llevando a masivas manifestaciones apoyadas por la oposición gallega y el gobierno central, eso si, esto le costo un 10% de los votos con respecto al 2016, donde se alzaron con el 52% de ellos.
En contraposición con la campaña de corte más regionalista protagonizada por los 3 principales partidos, la formación Vox se presentó con un discurso más centralista y orientado al nacionalismo español. Haciendo hincapié en el uso del castellano en su campaña y sin presentar un candidato formal a presidir la Xunta como forma de protesta contra el sistema autonómico. Esta orientación de su campaña no cosechó gran simpatía entre el electorado gallego que solo le proporciono un 3,9% de los votos, dejándolos fuera del parlamento. Queda así constancia de que en Galicia se vota en clave gallega.
Así pues, esta jornada nos ha dejado como resultado, que en Galicia se consolide nuevamente un gobierno centrista, estable y en solitario, a diferencia de la tendencia de otras comunidades autónomas y el gobierno central, en los que los gobiernos se han de pactar o caen en manos de fuerzas nacionalistas y radicales de izquierdas. Como ha sido el caso esta misma jornada en el País Vasco donde la consolidación de un gobierno podría depender de partidos extremistas de izquierda como EH Bildu y Podemos. Feijóo ha conseguido pues, alejar nuevamente a este tipo de formaciones del gobierno de Galicia.