En una Europa con un mercado común, donde las personas pueden ir y venir libremente, o las mercancías y los capitales pueden moverse sin restricciones entre los países miembros, resulta de la mayor relevancia saber dónde se cobran más o menos impuestos. No sólo para los propios nacionales y los miembros de la UE, sino para los inversores extranjeros. La comparativa, además, aclara hasta cierto punto (al menos respecto al IRPF y al impuesto de sociedades) si es verdad que los españoles pagamos muchos o pocos impuestos.
La primera gráfica del último informe de Eurostat compara los impuestos sobre los ingresos personales (tipo IRPF) de los distintos países miembros. Puesto que los países se encuentran ordenados decrecientemente según el tipo máximo de sus impuestos, al primer vistazo comprobamos que España -sorpresa- no se encuentra en la parte baja, sino en la parte media de la tabla, por encima de la media de la UE, y en todo caso con escasas diferencias respecto a países anteriores como Alemania, Francia o Italia (menos de 4 puntos).
La oferta de España para atraer empresas: ¿más impuestos?
La siguiente gráfica se refiere al impuesto de sociedades, y resulta mucho más demoledora. En este caso, España se encuentra muy a la izquierda de la tabla, entre los 5 países con una fiscalidad más alta, resultando menos competitiva para atraer empresas incluso que países con una tradicional voracidad recaudatoria y elevada presión fiscal como son los casos de Suecia, Holanda, Noruega o Dinamarca.