Menos mal que tenemos jueces imparciales y serios, que no actúan con el buenismo tontorrón que impera entre casi todos los periodistas, los tertulianos y en buena parte de la clase política. El Supremo sitúa en su lugar a los secesionistas que se han saltado la ley, unos procesados, otros detenidos y otros pendientes de ponerlos a disposición de la justicia y responder de sus actos. El monopolio del uso de la fuerza por el Estado de Derecho, es lo que garantiza los derechos de todos.
El problema que tenemos en Cataluña son los dos millones de ciudadanos abducidos por el sentimentalismo independentista. Problema complejo de no fácil solución, pero que hoy sabemos que los llamamientos al buen rollito no conducen a nada. Ya hemos comentado sobradamente que son una secta, que actúan como una secta y que a pesar de que a veces canten, reparten flores y se pongan guay. Son capaces de sacarnos las tripas si tienen ocasión y les conviene.
Nunca podremos ganarles si los constitucionalistas no establecen algún grado mínimo de entendimiento. Fue tan frágil el acuerdo de aplicación del artículo 155 que ni se atrevieron a dejar en blanco y negro a TV3 y Radio Cataluña con los trabajadores cobrando pero no acudiendo a trabajar para su amos independentistas. Así no hubieran cubierto todas las andanzas del honorable prófugo, tampoco lo hubieran tratado como a un personaje superstar dándole credibilidad, tanto la holográfica como la digital. Al final le hicieron la campaña gratis total.
La victoria de los independentista en las elecciones del 21-D, tuvo lugar por la peculiaridad de primar el voto rural sobre el urbano, en el fondo todos sabíamos que una política de continuas cesiones durante más de 30 años no se soluciona con medidas a medio gas, en tan solo dos meses. Pero tampoco ayudó que no se produjese un acuerdo entre los constitucionalistas, cada uno fue a su bola.
A Ciudadanos le interesaba alcanzar la hegemonía constitucional e intentar trasladarla al resto de España. El fiasco de Iceta al querer contentar a unos y a otros, ha dejado a las claras que el PSOE debe reaccionar abandonando sus actuales tesis que no funcionan ni en Cataluña y les perjudica tanto en el resto. El PP debilitado seriamente por el voto útil, ha sido barrido en estas elecciones, muchos con más ganas que realidad ya dan por enterrado a Rajoy. Lo cierto es que los tres partidos constitucionalistas, no han querido establecer un grado mínimo de entendimiento, habida cuenta de la gravedad de la situación.
Después de las elecciones los independentistas listos saben que no pueden seguir haciendo las cosas como antes, que no tienen apoyos internacionales, que son menos que los constitucionalistas, que están debilitando económicamente a Cataluña, que están empezando a notar el peso de la ley ya que no es posible que con una negociación la puedan burlar. Que los que están pillados pagarán por sus responsabilidades ante la Ley. Que han provocado una importante reacción española, incluso en la propia Cataluña.
Están muy preocupados, pues las divisiones empiezan a aparecer. Mantienen el verbalismo independentista, pero saben que no lo van a poder mantener. Con una CUP debilitada que mantiene exigencias imposibles de aceptar. Con un Puigdemont situado en el esperpento, sabiendo que se acelerara su detención si es consecuente y se presenta en España. Con un Junqueras en prisión, al que le ha salido mal la jugada de dejar al otro en Bruxelles y situarse él fuera de la cárcel. Empiezan a ser conscientes que es imposible dirigir Cataluña desde Bruxelles, ni tampoco desde la cárcel. No está nada claro lo que terminará por pasar: si se sustituirán o no a los parlamentarios prófugos o en prisión, o si podrán articular o no un Gobierno, o si se repetirán las elecciones.
Conviene advertir que, fuera de este círculo, la confusión no es menor: Ada Colau cuelga lazos amarillos por doquier, pero rompió con los socialistas y las encuestan le dan mal. Podem se contenta con afirmar que nunca apoyará a Ciudadanos, acusa Arrimadas de que carece de “agenda social”. Mientras, Iglesias ignora a Bescansa y Podemos en su conjunto siguen su dulce declinar, muy lejos de la frescura, la novedad y la sorpresa iniciales.
Durante demasiado tiempo el desenfoque de nuestra clase política es importante, siempre jugando al corto plazo, incapaces de articular políticas para salvar lo principal y dejar de lado lo secundario. Si en estas horas difíciles por las que estamos atravesando no han articulado respuestas contundentes, tan solo tibios acuerdos, no podremos ver nunca en España algún gobierno de coalición donde se enderecen los problemas que provocaron la luchas cainitas que utilizaron a los nacionalistas para bloquear y anular a sus adversarios. La responsabilidad del PP y del PSOE en estos temas es gravísima y ellos deberían, con generosidad, ayudar a sacarnos a todos de esta mala situación, sino lo hacen puede que muchos más sigan dándoles la espalda.