Clave: Pues depende


Todos los nuevos orates nos señalan el camino de su verdad y vida. Ellos piensan que son los únicos que entienden de verdad la participación política, tanto sea institucional como interna de los partidos. Muchos no lo vemos así, ya que ni sus propuestas son tan nuevas, ni ellos son tan guay, ni tan pura la pretendida virtud de los nuevos políticos. Ciertamente somos descreídos, no pensamos que exista una panacea universal para solucionar todos los problemas, ni que tampoco exista un sistema electoral ideal, pues todos los sistemas tienen sus pros y sus contras, son muchos los parámetros a decidir: lo proporcional o lo mayoritario; con o sin doble vuelta; cuando la mayoría simple se lleva todo; circunscripción única estatal, provincial, de distritos con un único escaño en liza; la participación también es significativa. Ha llovido mucho desde que en la vieja Atenas se posibilitaba ejercer la democracia a los 24.000 ciudadanos libres, sustentados sobre la base de 150.000 esclavos. Hoy muchos siguen creyendo que los ideales participativos más avanzados, son los que abren todas las posibilidades al máximo, al margen del análisis concreto ¡Eso es vender humo!

Conocemos que una cosa es la participación en situaciones extraordinarias, especialmente convulsas y otras cosa muy distinta son las participaciones mas sosegadas que se producen en las situaciones normalmente aburridas dondetranscurren la mayoría de las elecciones de las democracias consolidadas. Sabemos que la izquierda siempre mitificó la participación en la Comuna de París (1871) y en los Soviet (1917). De alguna manera nos vendieron que el 15M fue un hito pretendidamente espontáneo y tremendamente participativo. Nosotros no ignoramos que en un momento de gran agitación social la participación de los que acuden a dichas asambleas puede ser notable, pero ello no ha supuesto ninguna garantía de que las decisiones adoptadas sean sinónimo de acertadas, por participativas. Conocemos que muchas veces en esas situaciones triunfa la demagogia y la torpeza. Normalmente afloran las propuestas más idealistas en esos momentos de gran agitación social. Tampoco desconocemos que dichas asambleas abiertas suelen caer fácilmente bajo el control de grupos minoritarios bien organizados, que las pueden dirigir más fácilmente de lo que se suele suponer. Una minoría bien preparada, distribuida en puntos estratégicos (repartidos por toda la asamblea) con peticiones de palabra concertadas y bien preparadas, pueden fácilmente hacer bascular la opinión de cualquier asamblea utilizando la mano alzada, huyendo de las urnas, etc. Por eso a la democracia directa la temen casi todos los políticos profesionales por que conocen que tiene mas contras que pros. Hoy es verdad que la participación tecnológica por email, facilita las cosas, pero esta es muy difícil que se realice con garantías y tampoco es ajena a las acciones concertadas de las minorías.

Es muy importante la cultura de cada país y la cultura de cada asociación para buscar la mejor manera de organizar su participación política interna. Influyen mucho si las elecciones son cada cuatro años, o por un periodo menor, o si se facilitan las consultas de referéndum, como hacen los suizos. Tampoco olvidemos en cómo se gobiernan algunas organizaciones amplias y complejas, de larga trayectoria histórica y con fuertes señas de identidad. Estas sociedades suelen contar con un grupo reducido de miembros, claramente identificados por el resto, que son respetados por su alta capacidad para gobernar la vida societaria, ya que estos electores tienen la garantía de conocer el ejercicio diario de cargos de responsabilidad, y de conocerse entre si. En este tipo de sociedades normalmente se descarta el voto directo de las bases. Se quiere que decidan unos escogidos, que se presumen con mejor preparación, con mayor conocimiento y cualificación para entender las necesidades del momento y buscar al candidato a elegir con el mejor perfil. Los electores se reúnen en cónclave como es el caso de la Iglesia Católica. Hoy vivimos bajo el mantra sobre la bondad de las primarias y al que no comulga con ello, se le presenta como dudosamente democrático. Si nos fijamos en las primarias del PSOE hasta la fecha no parece que el resultado ¡sea para tirar cohetes! Las primarias en principio no son ni buenas ni malas, eso sí sabemos que no garantizan que se elija al mejor. Por no hablar -que como en el futbol- unas veces hay cantera buena y otras no, y así que al margen del método electoral puede que todos los candidatos sean mediocres, que se tenga que elegir entre lo malo y lo menos malo ¡Menos lobos!

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CLAVES EN OPINIÓN

3 respuestas

  1. La clave, si se me permite el apunte, no es a participación. La clave es la representación.
    La participación sólo es un fina capa de barniz que los sistemas sin representación política (como el nuestro) se procuran para parecer brillantes, nuevos y sobretodo legítimos.

    No existen panaceas para solucionarlo todo. Pero el sistema que permite la representación del elector EXISTE, ES POSIBLE, no es una utopía.
    Para ello hay que tener un sistema electoral sin listas de partido. Porque si hay una lista, hay una selección previa hecha por el jefe del partido (o el aparato que lo domina), y entonces el votante no es elector (encuanto a que no puede elegir), sino refrendador de una u otra lista de personas que no conoce.

    Si no hay elección por el ciudadano, no hay representación posible. El diputado de lista responderá ante quien le ha puesto y le puede quitar de la lista, y no ante el votante.
    A quienes piensen que basta con que los partidos funcionen mediante «democracia interna», hay que decirles que Robert Michels explicó muy bien en 1911 las razones por las que ningún partido de masas puede funcionar democráticamente, y esas razones siguen vigentes. El sistema debe ser democrático, no los partidos.

    En el actual estado de partidos, al impedirse la representación, se la sustituye por un sentimiento de identificación con el partido, en grado mayor cuanto más se asuman como propios los postulados que emite el partido. Esto significa que los que menos criterio propio tienen, tienden a SENTIRSE más identificados (representados dirán ellos, pero no) con SU partido. Son forofos, no ciudadanos.

    La unica forma de que el ciudadano esté representado es mediante elección de representante uninominal por distrito, a doble vuelta y con mandato revocable.

    Donde hay representación puede haber también participación (opcionalmente), pero donde no hay representación toda idea de participación es falaz.

  2. ¡Qué bien vendría la limitación a dos legislaturas a Presidentes, «Lehendakaris», Diputados Forales, Alcaldes de ciudades de mas de 10.000 habitantes!
    Reducir los 8200 ayuntamientos a unos 2600 con un número mínimo de 5.000 habitantes. La de sueldos que desaparecerían, jefes de parques de bomberos, policía municipal, unificación de ERP, control y cobros de multas, sanciones y un reforzamiento del Secretario del Ayuntamiento, puesto de funcionario ganado por oposición organizada por el gobierno central y donde los ayuntamientos no tendrían las más mínima capacidad para seleccionar a sus candidatos «jatorras». El Secretario del Ayuntamiento tendría capacidad de anular acuerdos del ayuntamiento en materia económica a la más mínima sospecha de chanchullazo.
    Eliminar el Senado, las Diputaciones, dejando a los gobiernos regionales y esos 2600 ayuntamientos más grandes las obligaciones de la Diputaciones, no digo con esto despedir a todos los funcionarios de las diputaciones pero desaparecían los jefes provinciales y quedando un solo jefe a cargo de toda la región.
    Eliminaría autonomías como Logroño y Cantabria uniéndolas a Castilla y León, Uniría Madrid a Castilla la Mancha, de 17 a 14.
    Una ventanilla única de Hacienda como en Francia, primero recoge Hacienda todos los impuestos y luego los reparte en función de una determinada ley con unos baremos bien claros y establecidos que todo el mundo conozca para ver quien es el guapo que sale diciendo que hay una deuda histórica. Habría mucho más control y menso fraude.
    Soñar es gratis lo sé pero no solo sueñan los idealistas del progreso

  3. Perfecto, Liberal, yo firmo todo ese tratado del «hay que hacer…» La pena es que, como siempre, lo difícil es el «como». Ya lo dijo Junker, hoy uno de los jerifaltes de la UE: «todos sabemos qué hay que hacer, lo que no sabemos es cómo ganar las elecciones si lo hacemos».

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