La cultura occidental ha propiciado en los últimos 50 años un cambio radical. Era de justicia acabar con la injusticia en la que vivía las mujeres disminuidas en sus derechos y con clara dependencia a sus maridos. Hoy el matrimonio es claramente ventajoso para las mujeres y cada vez hay más varones que están disminuyendo su espacio dentro de los hogares, mientras sus esposas e hijos ocupan ese espacio libre. Cierto que cada día es mayor el número de hombres que han cambiado en su relación de pareja, donde se reparten las tareas y donde muchos no tienen problemas en tener tareas específicas e intercambiables, funcionando de mutuo acuerdo. Este avance hacia la equidad está siendo muy positivo, pero existe la presión para ir más allá planteada por el feminismo radical.
Del machismo estamos pasando al feminismo radical posmoderno, donde cada vez hay mas mujeres en el rol de sustitución de la “dominación del hombre” por la nueva “dominación de la mujer”. El abuso de lo políticamente correcto, la falacia de que la “violencia estructural”, la repetición machacona de las nuevas verdades indiscutibles del feminismo radical nos recuerdan que existe un sujeto potencialmente peligroso y agresivo: el hombre. Muchos piensan que no se ha repartido la autoridad, sino que la han perdido los hombres. Muchos soportan las miradas compasivas de los jóvenes solteros, que se preguntan cómo pueden ellos evitar correr la misma suerte. Solo encuentran una respuesta de los hombres en retirada: no casarse.
En USA, han pasado desde que el 80 % por ciento de los hombres entre 25 a 29 años estaban casados; a cuatro décadas después, donde tan sólo solo lo estaban el 40 %. Esta tendencia se repite en otros muchos países desarrollados. Muchos hombres ya no ven el matrimonio como algo conveniente. Los estudios nos dicen que mientras la proporción de mujeres de entre 18 y 34 años que quieren casarse ha aumentado en nueve puntos. Con los hombres ha ocurrido justo lo contrario. Su preferencia por el matrimonio ha disminuido seis puntos. Los hombres están cambiando, porque perciben una creciente hostilidad hacia ellos. Muchos perciben que el feminismo actual no persigue la igualdad, sino que promueve el establecimiento de un marco jurídico injusto para los varones. Bajo el eufemismo de discriminación positiva, se ha impuesto una discriminación inversa, una especie de ajuste de cuentas.
Cada día son más mujeres las que consideran y visualizan al hombre, a todos los hombres como violadores en potencia, por lo que cada día son mas complicadas las relaciones entre los hombres y las mujeres. Esta complicación se da entre compañeros de trabajo, en los bares, en las tiendas, al recoger a los hijos a salida del colegio, en los partidos de futbol etc. Las relaciones entre hombres y mujeres se complican e incomodan, no sea que se me vea , que se me tome, que se me confunda, que se interprete… No es nada fácil encontrar un modo de comportarse normal. La educación que muchos adquirimos de comportarnos como personas maduras, sociables, bien educadas, en muchas situaciones hoy se pueden tomar como comportamientos “confusos”.
El proceso de cierta infantilización de las sociedades industriales no es patrimonio exclusivo de los varones, sino que está equitativamente repartido entre hombres y mujeres. Muchos sostienen que los hombres son cada vez inmaduros y, por lo tanto, son más reacios a asumir responsabilidades. En las sociedades occidentales cada vez hay mas hombres que se sienten perjudicados por la proliferación de leyes, actitudes y reacciones agresivas contra ellos por el simple hecho de haber nacido hombres en el siglo XXI.
El 8 de marzo fue en su origen el Día de la Mujer Trabajadora, en recuerdo de las huelguistas muertas en 1908 en una huelga textil. Convertido por la ONU en 1975 en el Día Internacional de la Mujer y ahora algunos colectivos ultra feministas han decidido patrimonializarlo a su favor. Parece como que todo mal, explotación o guerra proceden del hombre, y que un mundo perfecto sería un planeta donde sólo las mujeres decidieran y dominaran.
Ya va siendo hora de recuperar la cordura e impedir que dividan a la sociedad en dos bandos que, según cambian los vientos de la historia, se someten mutuamente. Estamos de acuerdo en decir un No al machismo, pero también decir No al supremacismo feminista. No podemos aceptar el relato en el que, uno de los géneros es esencialmente virtuoso y el otro género es esencialmente violento y opresor, por lo que debe ponerse de inmediato a las órdenes del primero. Pensar que todas las injusticias tienen origen en la existencia del género masculino es una estupidez.
Un comentario
El feminismo moderno, feminazismo para los amigos, es más que un efecto de péndulo. Es una ideología promovida desde arriba, con objetivo de crear una sociedad menos cohesionada y más dependiente de papá Estado, y por lo tanto más sumisa. Aunque parezca lo contrario esas manos haciendo la V sobre fondo lila son totalmente inofensivas para los que mandan.
Como prueba véase que todas las asociaciones convocantes de la Huelga 8M están fuertemente subvencionadas por el Estado, igual que sindicatos y partidos que la secundan. Pero no queda ahí, ayuntamientos que se suman al paro, parlamentos que dejan la agenda vacía…
LA REINA LEIZIA, vacía su agenda.
El 8M es un acto Estatal, y de ahora en adelante será una celebración anual, de movilización de masa aborregada colaboracionista de la destrucción social que beneficia al poder establecido.