Con los líos de Cataluña ha pasado desapercibido la aprobación del Pacto contra la Violencia de Género en las Cortes, que difícilmente solucionará los asesinatos pero que si que servirá para dar una vuelta de tuerca a la legislación y de paso fortalecer a la izquierda e incluso colocar a muchos de ellos. Un pacto con más de 200 medidas y con un presupuesto para 5 años de 1.000 millones de €, 200 anuales.
Partiendo de los datos del año 2016 a cualquier observador le entrarían dudas para justificar tal desembolso en implementar esta ley. Conocemos que los recursos siempre son escasos y que apenas llegan a otros sectores. No podemos olvidar que en los accidentes de tráfico: son 1.160 fallecidos; en los accidentes laborales: 607 fallecidos; 10 fallecidos diarios por suicidios, 3.650 anuales. ¿No es un desembolso descomunal para subsanar la muerte de 46 mujeres de un colectivo de más de 22.000.000 de mujeres que viven en España? Por los minutos de telediario nadie diría que es una cifra tan pequeña incluso comparada con las de otros países. Entre las medidas se han incluido un montón de macro herramientas aparentemente justas y necesarias, pero nos tememos que con muy poca eficacia.
La violencia de género se ha convertido en una herramienta política muy útil en manos de la izquierda que ha conseguido comprometer a todo el arco parlamentario, para ir modelando su modelo de sociedad. Debajo de la violencia de género, como con los derechos LGTBI, existe una tupida red que traspasa todas las administraciones (estatal, autonómicas y locales) con la creación de unos modernos comisari@s polític@s con más poderes para vigilar y aplicar medidas, cuentan con el apoyo de todo tipo de entidades (plataformas, asociaciones, despachos de abogadas…) con importantes intereses creados a su alrededor, donde unos velan por su aplicación (bien financiados) a costa de todos los demás, que las pagamos. Los del PP han querido visualizar un pacto a costa de aumentar significativamente los recursos y así cerrar una vía de agua frente a sus adversarios.
Las nuevas propuestas pretenden adelantarse, hacer una identificación temprana de las posibles víctimas, no necesitar de la autorización fiscal, acompañar a las víctimas desde el minuto uno, etc. Toda esta prevención va en la dirección de fortalecer el adoctrinamiento ideológico y en el aumento de las subvenciones a políticos, sindicatos y asociaciones, que son al fin y al cabo los que ganan peso político e incluso colocan a muchos de sus correligionarios. Poco importa, si no hay propuestas de soluciones reales, al intentar legislar todas las posibilidades, todo se complica, todo se agiganta y así muchos aumentan su negocio.
La realidad es tozuda y demuestra que lo que se ha hecho e invertido hasta hoy a penas ha solucionado nada. No se analizan nunca, ni se tiene en cuenta el libre albedrío humano para hacer el bien o el mal, no se habla del debilitamiento de valores, de la imperfección del hombre marcado por el pecado original, que hoy se oculta y nadie se atreve a explicar. El olvido de que la vida de cualquier persona es Sagrada, nos hace olvidar que la esencia, la clave, la importancia del Amor en la relaciones personales es imprescindible. Nos venden la idea de que se puede hacer un cielo en la tierra y que éste se alcanzará con más dinero y adoctrinamiento.
En la locura por erradicar todos estos crímenes, se amplia la condición de víctima a las mujeres que no han denunciado. Para que a costa de todos, se amplíe el negocio que consiguen los despachos que tramiten estos procesos. También se centran en la educación en los colegios para “prevenir el machismo”, que es otra vuelta de tuerca más, para seguir adoctrinando a nuestros hijos con carta blanca legal. Con el apoyo de los partidos de centro derecha, que ajenos a sus votantes intentan blindarse frente a una discusión abierta, apuestan por el buenismo ramplón.
No se paran aquí sino que pretenden controlar a los medios de comunicación, por si alguno discrepa con la ley y consideran que hace apología machista. También se pone de manifiesto el agravante por género: se castiga al hombre por ser hombre, violentando el artículo 14 de la Constitución: el principio de igualdad. Lo mismo con el principio de presunción de inocencia del hombre. Por el contrario se sigue apoyando la idea de que la mujer no es violenta (simplemente por el hecho de ser mujer) y por lo tanto se sigue sin contemplar la posible violencia y maltrato contra el hombre.
Un gran número de las subvenciones no llegan a las supuestas víctimas, se quedan en los entramados administrativos y despachos para cubrir las costas. ¿No son soluciones sin solución? Tampoco el pack llega solo, nos proponen que o se acepta la ideología de género o no se respeta tampoco a los de la LGBTI. Así que o se está a favor de la ideología de género y todos sus disparatados postulados, o se es un malvado que no respeta ni a las mujeres, ni a los homosexuales ni a los niños transexuales. Por el contrario, habría que subrayar que no existe contradicción alguna entre respeto y verdad. El respeto a las mujeres, a las minorías sexuales que apoyamos no puede basarse en que sean indiscutibles las medidas propuestas. Muchos aceptamos la familia natural, respetamos a las mujeres y a las minorías sexuales, pero no tenemos porque aceptar otras milongas basadas en una ideología ajena a la verdad.
3 respuestas
Todo esto viene como consecuencia de haber tenido al frente del Gobierno a un iluminado, apodado ZP, que decidió que las mujeres eran inferiores a los hombres, y que por lo tanto había que aprobar una ley que discriminara a estos para conseguir una supuesta igualdad. A continuación (como siempre), se monta el chiringuito y se riega con abundante dinero público a una serie de asociaciones y colectivos para crear la Laica Inquisición y así «linchar» a quien se salga del “pensamiento único”. Nada nuevo bajo el sol. Lo de menos es la eficacia de la Ley, lo que importa es que sirva a su verdadero fin: extender ideología de género y abastecer el pesebre de político-económico de las huestes afines a dicha ideología. Si no, vean algunos datos de la eficacia de la zapatera Ley, sacados de un artículo publicado por un policía en activo, que trabaja en el campo de la violencia hacia las mujeres:
-La Ley (LIVG) entra en vigor en el 2005, y el número de mujeres muertas por violencia doméstica (la violencia no tiene género) aumentó hasta alcanzar en 2008 una cifra record que más o menos se mantiene.
-Más de la mitad de las denuncias no llegan ni a juicio, y de las que llegan aproximadamente 1 de cada 3 acaban en absolución. O sea, lo que abundan son las denuncias falsas, no obstante…
-El número de condenas por denuncia falsa no llega al 1%. Si preguntan en una comisaría cuantas mujeres han sido imputadas por denuncia falsa ese año, lo más probable es que les contesten que una o ninguna.
-Si preguntan cuántos policías hay destinados para investigar denuncias falsas de violencia de género, la respuesta será “cero”.
Por otro lado, la dictadura de la corrección política hace que muy pocos jueces se atrevan a jugarse su carrera imputando por denuncia falsa a una mujer después de que su pareja haya salido absuelta en juicio.
En resumen: según el mencionado policía “el exceso de victimización no ayuda en nada a las mujeres realmente maltratadas, y sí da mucho juego a quién se quiere aprovechar de ellas”.
Mi enhorabuena por abordar este tema sin caer en la corrección política.
Ya es hora de hablar claro. No hay pruebas de que más dinero para este tema haya arreglado nada ni vaya a hacerlo en la coyuntura actual.
Hay bastantes indicios de que la mayor parte del dinero va a redes clientelares.
La LIVG establece el derecho penal de autor, y es una aberración jurídica que no sirve para evitar asesinatos pero sí para repartir dinero a manos llenas.
Pactos, minutos de silencio, concentraciones, pancartas, … ¿qué demonios le importan al desquiciado que decide matar? Por eso ninguna medida, por muy rimbombante que sea, acabará con el problema. Mientras la humanidad sea tal habrá asesinatos de mujeres, como habrá cualquier otro tipo de delito, incluso de asesinatos de hombres a manos de mujeres.
Pero queda muy correcto. Y muy mangoneable.
Y luego hay panolis como Fernández Vara que se sube al carro mega-feminazi y culpabiliza directamente a todos los hombres (incluyéndose a si mismo, supongo).