Llevábamos demasiado tiempo soportando atentados a nuestra identidad. Aquí se te puede insultar o agredir por llevar una insignia con los colores de la enseña nacional, se pisotean los derechos a la enseñanza en castellano, se te obliga a rotular tu establecimiento. Los secesionistas han disfrutado de patentes de corso, ya que han incumplido las leyes que los demás cumplíamos y no les pasaba nada. Las izquierdas han sido muy comprensivos con los nacionalistas y hasta ahora esa comprensión no les pasó factura. Todos los mantras del progresismo nacionalista les habían funcionado a unos y otros.
El golpismo de los secesionistas catalanes ha impactado tanto al resto de españoles que está cambiado el panorama político. Se ha producido un movimiento telúrico que ha movido en unos meses lo que no se había conseguido en 40 años de democracia. Por eso según Metroscopia, Ciudadanos de celebrarse elecciones generales sería el partido más votado, según la encuesta del País. C´s obtendría un 27,1% de los apoyos, el Partido Popular en segunda posición con un respaldo del 23,2%, el PSOE se situaría en tercera posición con un 21,6% de estimación de voto. Podemos quedaría relegado a un cuarto puesto con el apoyo del 15,1% del electorado.
En agosto del 2017 nos preguntábamos si crecería o no el espacio electoral de las izquierdas. Recordábamos que el PSOE retrocedió en las últimas autonómicas pero gracias al intercambio de cromos con Podemos, aumentaron los dos poder. Apuntábamos que Podemos se dejo 1 millón de votos después de su alianza con IU en la repetición electoral. En el día a día se ha visibilizado que en todos los partidos hay políticos mejores y peores, unos son más listos y otros mas tontos, que los nuevos partidos no están inmunizados de los vicios de los viejos partidos. El Estado del Bienestar sigue funcionando, pero si se favorece en exceso a los que no trabajan se perjudican a los que trabajan. Hoy la mitad de la población trabaja para poder pagar a la otra mitad.
En Navarra, la política del cuatripartito hace que estemos hartos de tanta imposición política del vascuence, de que se creen menos empresas, de que haya más funcionarios. En la mayoría de los casos sólo se plantean reivindicaciones no soluciones posibles. Su barita mágica consiste en más servicios, más administración, así los más perjudicados son los autóctonos más débiles, más expuestos al paro, etc. La globalización impide que los salarios suban a los niveles de antes de la crisis. La realidad es que los empleados públicos son quienes mantienen unos niveles razonables de salarios. Al no querer la privatización de servicios públicos encarecen mucho los costes, que pagamos el resto.
Fomentan lo multicultural de manera irresponsable, no defienden nuestras raíces y utilizan políticas de emotividad para culpar a la derecha y a los católicos. Tradicionalmente las discusiones públicas eran por: los salarios, la igualdad ante la justicia o la eficiencia de las administraciones. En los países normales las señas de identidad colectivas son respetadas por todos. Por otro lado, estaban los asuntos privados: la sexualidad, la familia, los gustos, que quedaban fuera de la contienda política.
Las izquierdas se sienten incómodas ante la cuestión candente de España y su unidad. Han dejado el campo libre a PP y a Ciudadanos. Son muy torpes en el debate territorial, son prisioneros de sus complejos y estereotipos, olvidaron que progresismo y nacionalismo son casi siempre términos antagónicos. Siguen con la alergia a utilizar la palabra España y a defender nuestros símbolos nacionales. Son muy torpes al dejar en manos del PP y Ciudadanos una idea fuerza tan importante. Hablan del Estado en vez de hablar de España, como los nacionalistas. Se apartaron de los símbolos que ante las ofensivas secesionistas hemos comprobado que sí que importan. Muchos aspiran a algún tipo de identidad colectiva y los únicos que se la están ofreciendo son los partidos de derechas.
La izquierda tampoco tiene un discurso sobre la familia. Normalmente dicen barbaridades como que hay que destruirla porque es la semilla del patriarcado. Olvidan que la gente no solo no quiere destruir a la familia sino que es la institución que más valoran los españoles. Las ocurrencias sobre que es la fomentadora de posiciones reaccionarias y sexistas no tienen ningún pase. Están obsesionados con cuestiones de identidad, de discriminaciones positivas y nunca se han preguntado si el respeto a las minorías hay que hacerlo a costa de violentar a las mayorías, se olvidan de los problemas generales en cómo reforzar “la democracia, la economía, la nación y el bien común”.
Ante el desafío secesionista, el electorado ha sufrido una clara polarización dentro de Cataluña y una necesidad de respuestas claras y firmes ante esta amenaza en el resto de España. Todo apunta a romper definitivamente con el tradicional bipartidismo que ha imperado en la política española en las últimas décadas, se abren posibilidades de formar distintas mayorías: bien un bloque de centro derecha (la suma de Ciudadanos con el PP obtendría el 50,3% del respaldo del electorado), bien un bloque de centro izquierda (las fuerzas de Ciudadanos y el PSOE suman el 48,7% de los respaldos). Lo que no da la encuesta es la suficiencia del acuerdo de las izquierdas (PSOE más Podemos) hoy enterrado.
La cotidianidad demuestra que estamos ante una izquierda vacía, llena de tópicos y frases hechas. Tanto el PSOE como Podemos están afectados del mismo mal, que se llama desorientación. Han sustituido las ideas por las consignas, las soluciones por las recetas y el discurso comprensible por una jergas para sus tribus. El fuerte retroceso de Podemos después de su sorprendente irrupción en la política y el estancamiento del socialismo liderado por Sánchez obligan a las izquierdas a replantearse sus prioridades y proyectos. Vivimos en un mundo complejo, lleno de opiniones, de intereses y formas de vida siempre en conflicto y donde seguro que habrá que cambiar muchas cosas para avanzar, las izquierdas hoy no ofrecen nada en la buena dirección.