Todo el mundo sabe que las televisiones autonómicas son una catástrofe. En general prestan un servicio perfectamente prescindible o que ofrecen o pueden ofrecer las cadenas privadas sin coste alguno para el contribuyente. Pretender que las televisiones autonómicas prestan un servicio público esencial resulta ridículo, salvo que pongamos al mismo nivel la educación o las medicinas y a Juan y Medio o la bruja Lola. El fin esencial de las televisiones autonómicas es pelotear a los respectivos líderes políticos autonómicos, que consiguientemente se resisten a recortar en TV pudiendo quitar antes las medicinas a los niños. No les diremos que a lo mejor no sea posible encontrar un medio financiado por el gobierno que no sea gubernamental, pero si vive de las subvenciones seguro que es imposible que no sea estatalista.
Todo el mundo sabe que las televisiones autonómicas nos cuestan cada año un montón de dinero. Por un lado unos 1.000 millones de euros en subvenciones directas. Por otro lado, otra cantidad multimillonaria a cuenta de las pérdidas y el endeudamiento. Por todo ello resulta evidente que suprimirlas todas redundaría en un fabuloso ahorro para el contribuyente. Acaso la única objeción es si cerrándolas todas no destruiríamos una importante cantidad de puestos de trabajo.
El trabajo que conservas por un lado, lo destruyes por otro
Si de la noche a la mañana cerramos un canal de televisión público con pérdidas millonarias, en el que trabajan 100 personas, de una parte nos ahorramos las pérdidas millonarias, pero por otra tenemos 100 parados. Esto mismo se puede predicar de cualquier empresa o sociedad pública que tenga números rojos. Si no presta un servicio público esencial, la pregunta es por tanto si debemos o no debemos cerrarlo para no generar más parados, aunque nos cueste mucho dinero. Pues bien, la respuesta es que debemos cerrarlo.
La razón es sencilla, aunque no solemos pensar en ella. Crear una empresa pública que genera pérdidas tiene un coste. Este coste sale del bolsillo de los contribuyentes. Ese dinero que se quita a los contribuyentes es dinero que ya no se pueden gastar en las tiendas de su barrio. Por consiguiente, acabamos teniendo una empresa pública ruinosa y obligamos a echar el cierre a la mitad de las tiendas del barrio. Hemos creado 100 empleos en la empresa pública ruinosa, pero a los mejor hemos destruido 200 en el barrio. En vez de tener un barrio lleno de tiendas que funcionan solas, crean empleo y generan beneficios, tenemos la mitad de las tiendas cerradas y a cambio una empresa pública que genera pérdidas año tras año. Si dejamos de financiar esa empresa pública ruinosa volveremos a tener más dinero en el bolsillo para volver a crear riqueza y empleo en las tiendas del barrio. Elijan ustedes mismos. Eso sí, entre los parados puede haber una enorme cantidad de exconsejeros, expresidentes, exalcaldes y exaltos cargos que viven atrincherados en los consejos de administración y las dietas de las empresas y sociedades públicas. Puede ser que al final sea esto lo que realmente obstaculiza una reducción drástica del sector público.
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6 respuestas
Las dos últimas frases lo clavan. Aquellos que menos quieren reducir el gasto, el despilfarro de dinero público son precisamante los que viven del cuento, del Cuento del Estado De Bienestar, que consiste en vivir del esfuerzo de nuestros padres y abuelos y de la deuda que pagarán nuestros hijos y nietos. Pero desde el coche oficial todo se ve muy bien. Que se lo digan a la familia Moscoso que desde el 18 de Julio de 1936 no se han bajado del coche oficial ni un sólo día.
Así cualquiera.
En este tema, como en otros muchos(educación), hay mucha demagogia y bastante populismo.
Convendría definir qué es un servicio público , que desde mi punto de vista,es algo que la sociedad necesita y que no se puede ofrecer con rentabilidad desde el sector privado.
Si la administración fuese eficiente, no harían falta empresas públicas para agilizar determinadas actividades.
Si se crea una empresa pública para llevar a cabo una serie de actividades que con el tiempo ya no son necesarias o se dan por realizadas, llegado el momento, hay que cerrarla.
Por la misma razón, cuando se crean puestos para funcionarios, que con el tiempo dejan de tener sentido (recuerden al ascensorista del ayuntamiento, los servicios on line,etc), habría que amortizar el puesto que ya no procede. Los puestos para toda la vida han dejado de existir en el sector privado hace mucho tiempo. La redefinición de la función pública es uno de los temas estructurales pendientes desde hace tiempo.
El problema de las «creaciones a golpe de titular» es que una vez se han generado, los que cubren las plazas quieren seguir comiendo todos los meses, como es lógico y las cosas se perpetuan con la humana resistencia al cambio y el victimismo que acompaña, que en muchos casos es indefensión real ante decisiones populistas.El servicio público, pasa a un enésimo plano.
La pregunta no es cuanto nos cuestan, la pregunta es cuanto nos retornan en términos de servicios necesarios, acceso a fondos externos (atracción inversiones, dinero europeo…)y reducción del gasto por mayor eficiencia y/o profesionalidad en la gestión.
Los que están decidiendo deberían preguntarse qué es lo que hace falta y cual es la forma más eficiente de conseguirlo. Los números rojos los han generado ellos, asignando y desasignando presupuestos. Es de una catadura moral muy floja, satanizar a las empresas públicas ahora, lo cual no quiere decir que no haya que replantearse con rigor y objetividad el mapa actual.
Y todo ésto sin hablar de posibles competencias en la que pueden entrar con el sector privado.
Y en este caso, hablaríamos tanto de empresas públicas como de «instituciones-organismos-organizaciones privados-públicos-semipúblicos» verdaderos comedores de subvenciones (es decir, más dinero del contribuyente)
Conclusión: un SINSENTIDO que viene muy bien a MUCHOS!!!!!
Si hemos llegado a ver al Sr. Sanz Carramiñana al frente de una empresa pública, la que «gestionaba» el Circuito de Los Arcos para más señas, estamos preparados para cualquier cosa.
Por terrible que nos pueda parecer.
La única empresa pública que parece empieza a funcionar en positivo,es la que gestiona Baluarte y planetario,y huela hoy,es porque han acertado,han puesto a un chaval joven que viene de la empresa privada que ha estado trabajando por varios países,que sabe lo que son el debe y el haber y encima creo que tiene un cartel en su mesa que dice: el dinero público es sagrado no se malgasta.Que cunda el ejemplo.
El Señor director de NC es de los que creen que el mercado todo lo arregla y para él así como para muchos, los servicios públicos son un estorbo para el enriquecimiento siempre de los mismos, a ver cuando reconocen Vds. que no todo el mundo nace con las mismas oportunidades en la visa (perdón, en la vida), que no todo el mundo puede ser presidente de norteamérica aquí en Navarra y que por eso hace falta el estado del bienestar, estado, estado, estado, público, público, público. Por cierto, yo también estoy encantado de que al menos dos empresas públicas no pierdan dinero, ojalá los trabajadores de aquellas empresas cuyas cuentas salían y nos han subsumido en CPEN (más jefes, más estructura) y nos han mezclado con otras que pierden pasta a mogollón, ojalá tengamos la oportunidad de con nuestro trabajo (no mendigamos nada) salir adelante como salen Baluarte y Planetario. Basta ya de intoxicación sobre este particular por favor!