Cazadores, drones, volcanes, medios y perros

Nada menos que desde el 7 de octubre nos llevan mareando todos los días con la historia de los perros atrapados en el tejado de una casa rodeada por la lava en la isla de La Palma. La desventura de los perrillos ha tenido desde entonces un seguimiento constante. La audiencia exigía saber lo que pasaba con los animales y las autoridades buscaban soluciones. Entretanto, los medios disponían de buen material para la siempre difícil labor de rellenar el espacio informativo. En estas estábamos cuando de repente ayer, en vez de los perros, en el tejado aparece una pintada animando a los palmeros, diciendo que los perros están bien y firmada por el mítico Equipo A.

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Si la aparición de los perros fue tendencia, su desaparición lo fue mucho más. Lo cierto es que esta es una de esas historias respecto a las que habría mucho que reflexionar.

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Por un lado tenemos al gobierno, las autoridades y la administración, con todos sus medios y su burocracia, sus cadenas de mando y sus protocolos, diseñando planes y operaciones con drones que han ido pasando los días y no ha habido forma de que llegaran a materializarse. Cabe temer que si de lo público hubiera dependido los perros ya estarían asados, o muertos por inanición, o vivos pero a mil telediarios todavía de ser rescatados.

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Por otro lado tenemos a lo que podríamos denominar como la iniciativa privada, que de forma insensata y jugándose la vida ha ido hasta el lugar y rescatado a los perros. Parece ser a estas alturas que los rescatadores serían unos cazadores de la zona, acaso los propios dueños de los perros. Si la lava estaba lo bastante dura y fría como llegar hasta la casa, puede que también los perros hubieran podido salir por su propio pie, o por sus propias patas en este caso. No obstante, es evidente que algún humano llegó hasta donde los perros y colocó la pancarta. Los drones del gobierno ni rescataron a los perros ni se enteraron de esto.

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Cabe subrayar la suerte de que todo esto haya salido bien y que a estas alturas no tengamos que lamentar la muerte de alguna persona por haber sido engullida por la lava o intoxicada por los vapores a cuenta del rescate perruno. En el fondo de todo este asunto seguramente podríamos encontrar esa exageración del valor de los animales y esa humanización de los animales que caracteriza nuestro tiempo. La vida de un perro no compensa la vida de una persona. Lo que para muchas personas hace especial e importante en su vida a su perro, que sin duda lo es, es que sea su perro, no que sea perro. Nos jugamos la vida para salvar a un perro o diseñamos un plan con drones para rescatar a unos perros a tres kilómetros del restaurante donde asamos un pollo y nos lo comemos, o del hospital donde nos deshacemos de los niños humanos no deseados. Tampoco sería humana la indiferencia frente la crueldad o el sufrimiento gratuito de un animal, pero es justo porque somos humanos que nos conmovemos ante la cadena trófica o la angustia de un animal. El punto es no perder la perspectiva ni el sentido de la proporción.

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Finalmente no pueden escapar a esta reflexión todos los medios que nos han seguido bombardeando hasta ayer con el último minuto (o eso parecía) de la situación de los perros, cuando al parecer hacía cuatro días ya que habían sido rescatados. Da la impresión de que para informar a la ciudadanía no hay mucha diferencia entre que haya en La Palma cuatro periodistas desplazados o cuatrocientos, o que informen desde La Palma o desde su casa. ¿Cuántas noticias zombi como esta que llevaba cuatro días muerta nos tragaremos sin saberlo todos los días? Y de esta misma noticia, si los rescatadores no hubieran dejado la pancarta y los perros simplemente hubieran desaparecido, ¿de qué nos hubiéramos enterado a través del gobierno, los periodistas, los drones y los satélites de Copérnico?

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2 respuestas

  1. es fantástica la serie, te animo a volver a verla ahora, yo lo hice el año pasado … a los progres les puede dar un síncope con cada uno de los personajes.

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