Cataluña regular, gracias a Dios

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Estando ya muy mal, cuando a Labordeta le preguntaban cómo estaba éste respondía con sorna que “regular, gracias a Dios”. Algo así podría decirse de la situación en Cataluña. Los “demócratas” independentistas del pucherazo y el 47% frente al 53% siguen sorprendiéndonos cada día y poniendo a prueba nuestra comprensión lectora. Como si hubiera mucho que comprender. Puigdemont envió ayer una segunda carta a Rajoy respondiendo al requerimiento de si había o no declarado la independencia.

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En este segunda misiva, el presidente de la Generalidad señala que “el 10 de octubre, el Parlament celebró una sesión con el objeto de valorar el resultado del referéndum y sus efectos; y donde propuse dejar en suspenso los efectos de aquel mandato popular”. No tan en suspenso, porque a continuación Junts pel Sí y la CUP firmaron la declaración unilateral de independencia.

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Y tampoco es cierto que dejara en suspenso el mandato de declarar la independencia, sino que lo que suspendió fueron los efectos de esa declaración: “el Govern y yo mismo proponemos que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia ”.

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¿Pero cuántas veces pretende Puigdemont declarar la independencia?

Puigdemont también amenaza en esta nueva misiva que “si el Gobierno del Estado persiste en impedir el diálogo y continuar la represión, el Parlament de Cataluña podrá proceder, si lo estima oportuno, a votar la declaración formal de independencia que no votó el día 10 de octubre”. Es decir, que los “demócratas” separatistas primero declaran la independencia y luego la votan. ¿No suele ser justo al revés lo que se hace en las democracias? Además los separatistas distinguen de esta forma entre golpes de estado informales, como el que viene dado por la declaración de independencia firmada por Junts pel Sí y la CUP, y golpes de estado formales como el que tendría lugar si la declaración se vota en el Parlament. Distinguir entre golpes de estado formales e informales obviamente es una ridiculez porque, como hemos apuntado ya varias veces, no existe un cauce legal o formal para dar un golpe de estado y los golpes de estado consisten precisamente en desbordar los cauces legales y formales.

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El juego de interpretar cada escrito de los separatistas, por lo demás, no tiene demasiado sentido porque de lo que se trata es de actuar contra lo que los golpistas realmente hacen, y no contra lo que dicen que hacen, respecto a lo cual además incurren, seguramente de forma deliberada, en constantes contradicciones.

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Un tanto inadvertida ha pasado la oferta del gobierno a los golpistas de no aplicar el 155 a cambio de celebrar unas elecciones autonómicas, oferta que los golpistas han desechado. Curioso, porque esta oferta electoral es casi el equivalente a celebrar un referéndum de autodeterminación, ofrecido además por el gobierno central con todas las garantías. Es decir, ¿qué pasaría si hay elecciones en Cataluña, a propuesta del gobierno central, y las ganan con claridad los partidos separatistas? Las elecciones se volverían totalmente contra el gobierno central y se convertirían en un aval electoral en toda regla para los golpistas, de cara a la opinión pública mundial. Todo lo que hubiera que hacer contra los golpistas sería mucho más difícil después que antes de ese resultado. Si esas elecciones no se convertían en una especie de referéndum de autodeterminación, al estilo de lo que pregona Podemos, a efectos prácticos se le iba a parecer bastante.

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A su vez, que los golpistas-separatistas no hayan aceptado un caramelo tan apetitoso indica que no creen demasiado en sus propias fuerzas y en el respaldo de la mayoría de los catalanes a sus propuestas. Prefieren que se les aplique el 155 y presentarse como mártires de la causa que ir a unas elecciones y verificar el respaldo de cada cual. Que por cierto, es curioso también el mantra ése de que el 80% de los catalanes quieren una consulta cuando, a la hora de la verdad, las veces que se ha hecho una consulta ni la mitad de ese porcentaje participa.

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En esta estrafalaria y absurda situación en la que nos estamos dilatando sin saber hasta cuándo, los partidarios del derecho a decidir en realidad quieren la aplicación del 155 y los que tienen el 155 para evitar el derecho a decidir en realidad prefieren una votación para que los catalanes decidan. Da la impresión de que dejar todo en suspenso tanto tiempo como se pueda es la opción favorita de todos los jugadores, aunque en este impasse la gran perjudicada sea la economía.

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Reseñable también la situación de los 3.000 policías encerrados en los camarotes de esos barcos atracados en el puerto de Barcelona, que en principio iban a estar allí unos días y ahora permanecen allí en condiciones penosas, sin saberse muy bien para qué y por período indeterminado. Muy probablemente los “Jordis” están viviendo en bastante mejores condiciones que los policías embarcados.

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En lo relativo al sainete foral diario de declaraciones con las que el parlamento foral no se resiste a secundar el sainete diario catalán, el miércoles se aprobó una declaración en virtud de la cual “El Parlamento de Navarra rechaza cualquier Declaración Unilateral de Independencia”. Votaron en contra, no obstante, Geroa Bai, Bildu y… Podemos. Osea, Bilduemos, reBildu, Bildu bis o como quiera que llamemos en Navarra a la cara sur de Bildu.

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Como recapitulación final de la semana, podríamos concluir que si en Cataluña existe una mayoría de gente razonable, que quiere vivir libre, pacífica y prósperamente, el nacionalismo catalán enloquecido y suicida puede estar escribiendo las últimas palabras de su epitafio. Bien es cierto que la agonía puede alargarse y producir aún algunos trastornos.

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