Hay quien ya habla hasta de la “implosión” de la ONG Intermón Oxfam, salpicada por un rosario de escándalos relacionados con la prostitución, la pederastia y el encubrimiento de todos estos sucesos que ahora se están publicando en cascada.
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Prostitución con menores en Haití, aprovechando una situación de devastación tras un terremoto, orgías en el Chad, corrupción en Guatemala, o la noticia de que Roland van Hauwermeiren, el antiguo responsable de Oxfam en Haití, ya había sido expulsado hace unos años de otra ONG por un motivo similar. Todo ello está tirando por los suelos la reputación de Intermón.
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Parece además que Intermón no es la única ONG con este tipo de problemas. Médicos sin Fronteras, tal vez para curarse en salud, acaba de reconocer y denunciar 24 casos de abusos sexuales en 2017.
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Cuando el 0,000001% de los casos, cuando eran de curas, ocupaban el 99,999999% de las portadas
A la luz de las noticias que se van publicando resulta difícil no recordar todo lo que se dijo en su momento de la Iglesia Católica por algunos casos de pederastia y preguntarse si lo que era de aplicación para la Iglesia lo es para Intermón y Médicos sin Fronteras o no.
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Esto que se está desvelando, ¿son sólo casos aislados en el seno de organizaciones que cuentan con miles de personas realizando una labor ejemplar?
¿Empaña una reacción torpe, inadecuada, tardía o insuficiente las creencias y la labor de toda la organización?
¿Se puede llamar pederastas, corruptos o puteros, a todos los cooperantes de Médicos sin Fronteras e Intermón?
¿Sería justo pensar que hay más pederastas o corruptos entre los cooperantes de Intermón o Médicos sin Fronteras que entre los profesores de la ESO, el gremio de fontaneros, los aficionados del Paris Saint Germain o los lectores de El País?
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El mismo criterio que parezca razonable aplicar a Intermón o Médicos sin Fronteras, será razonable aplicárselo a la Iglesia, aunque ya estamos viendo cómo muchos que fueron azote del catolicismo ahora fabrican muros de contención, cuando se trata de una ONG como Intermón.
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Naturalmente sería injusto negar la buena labor que seguramente hace Intermón en muchos lugares en donde abundan la desgracia y la miseria, pero el hecho es que sus informes repletos de manipulaciones y demagogia venían avalados por un aura de ejemplaridad en su trabajo que ahora se revela que no es tal. Tan humanos, pecadores y mortales son quienes presentan esos informes como quienes los criticamos.
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En este sentido el racimo de escándalos en torno a Intermón vuelve a poner al descubierto la impostura en virtud de la cual la pederastia es una cosa de los curas, la corrupción de la derecha y la violencia sobre las mujeres de la educación tradicional. Bien, pues bajen ustedes de su pedestal y dejen de mirar desde arriba porque al parecer el mal está mucho mejor repartido que la riqueza. El discurso progresista dominante nos viene vendiendo la idea de que no sólo sus recetas para resolver los problemas del mundo son las mejores (ejem), sino que los progresistas son seres de luz y quienes se oponen a las recetas progresistas son unos bandidos. Bien, pues ya vemos que no.
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Un comentario
NC (y no sólo NC) siempre ha dicho que Intermon Oxfam no es trigo limpio.