El caso Faisán puede acabar como una especie de GAL inverso, acaso con la condena de un par de policías (todo lo más) y sin la X del supuesto chivatazo en el banquillo (de momento). Que el chivatazo del Faisán no fue sin más un acto de locura de un par de policías sino un acto inscribible en un proceso de negociación política con ETA parece bastante claro en el entorno nacionalista. En el libro de Imanol Murua titulado “El triángulo de Loiola. Crónica de un proceso de negociación a dos bandas”, el autor aporta numerosos documentos y testimonios, incluido el de Jesús Eguiguren, relatando que el “chivatazo” no fue una acción espontánea de unos policías sino una decisión consecuencia de un pacto entre el gobierno y la ETA para no detener terroristas en España.
Por lo demás, este es el contenido íntegro de la carta enviada por del Burgo al juez Ruz, que reproducimos por su interés periodístico:
Pamplona, 8 de noviembre de 2011
Muy Sr. mío:
Es muy posible que el Juzgado tenga conocimiento de lo que a continuación paso a exponerle, pero por si acaso me siento obligado a hacerlo dado que no he visto ninguna referencia a este hecho en las informaciones que se han publicado sobre el “caso Faisán”.
En el año pasado el periodista Imanol Murua Uria, publicó un libro titulado “Loiolako hegial” (Elkar y Berria, 2010). Poco después, y gracias a una ayuda del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, la editorial Ttarttalo publicó la traducción al castellano con el título “El triángulo de Loiola. Crónica de un proceso de negociación a tres bandas”.
El libro es una historia del proceso de negociación política que el Gobierno español mantuvo con la banda terrorista ETA a lo largo del año 2006. Además de publicar documentos inéditos –cuya autenticidad nadie ha desmentido– el autor revela los motivos por los que se produjo el “chivatazo” del bar Faisán.
Según el relato de Murua (pág. 35 y ss.), en las reuniones que en Ginebra y Oslo mantuvieron a lo largo de 2005 Jesús Eguiguren, como representante del Partido Socialista Obrero Español y con la plena autorización de su secretario general Don José Luis Rodríguez Zapatero (1), y Josu Urritikoetxea, alias Josu Ternera, como representante de ETA, se acordó la “hoja de ruta” del proceso que habría de llevarse a cabo para la apertura de conversaciones de paz. Uno de los acuerdos, fue el de que desde el momento en que ETA decretara el alto el fuego “el Estado desactivaría la persecución policial y judicial contra los miembros y las organizaciones de la izquierda abertzale; es decir que no habría detenciones, que podrían participar en política en igualdad e condiciones y que disminuiría la presencia policial en el País Vasco. Por su parte, ETA garantizó que no cometería ningún atentado contra personas o bienes y, además, que no realizaría acciones destinadas al abastecimiento de armas. De todo ello hay constancia documental en el Centro Henri Dulan, de mediación de conflictos, con sede en Ginebra, así como en las actas intervenidas por la Policía a ETA y que probablemente figuran incorporadas al sumario.
Se refiere Murua (pág. 39 y ss) a lo ocurrido en el bar Faisán. Según relata el propio Jesús Eguiguren el asunto empezó con mal pie porque el Gobierno no podía garantizar que no habría detenciones por cuanto no tenía “todo bajo control”: “Ya sabes cuál era el ambiente con el PP, etcétera, y los jueces empezaron a apretar.
Pero esas cuestiones no eran fruto de la voluntad del Gobierno. Tú no puedes garantizar, al cien por cien, cómo va a actuar un juez”. Asegura que “la izquierda abertzale sabe que el Gobierno intentó impedir algunos de esos episodios” entre los que cita al caso del Bar Faisán. En mayo se frustró la operación organizada por Grande Marlaska porque un desconocido dio a Elosúa “un teléfono móvil desde el cual recibió una llamada en la que le avisaban de la operación que estaba a punto de iniciarse. Aquella llamada sólo consiguió retrasar las detenciones, tal y como se evidenció el 20 de junio, pero el caso no concluyó ahí”.
ETA reaccionó con profunda irritación a las detenciones de junio y en los encuentros del mes de junio de 2006 entre los representantes del Gobierno (Eguiguren y Javier Moscoso) y los representantes de ETA, éstos entregaron una carta para Rodríguez Zapatero advirtiéndole “de que el proceso estaba en peligro”.
Los comisionados del Gobierno expusieron “las razones de su impotencia en los jueces que supuestamente no podían controlar y en la presión del PP”. Pero que el presidente del Gobierno procedería en los próximos días a hacer una declaración pública en los términos acordados, como así ocurrió el 29 de junio de 2006 (págs. 39 y ss.).
Pues bien, al final del libro –que está lleno de frases textuales de Jesús Eguiguren que avalan todo cuanto en él se relata– se analiza el porqué de la ruptura del proceso de negociaciones. Y en la página 171 se encuentran estas manifestaciones de presidente del PSE-PSOE que es toda una confesión: “En opinión de Egiguren, en cambio, ‘lo único que queda de cara al futuro es el borrador del 31 de octubre’ (2). Todo lo demás, el modelo de proceso y la metodología se quemaron para siempre: “No ha quedado más que el acuerdo de Loiola. Todo lo demás no sirve. El método está quemado. El Gobierno no se va a sentar nunca más con ETA para decirle que no va a detener a sus miembros. Es inimaginable. Tampoco le va a pedir que declare una tregua, porque lo de la tregua ha perdido valor, porque incluso en tregua comete atentados”.
Es, pues, evidente que el “chivatazo” tuvo una motivación política: evitar que el proceso de paz se frustrara nada más empezar.
Le deseo que el éxito corone sus investigaciones. Reciba un cordial saludo.
(1) Eguiguren declara en el libro que con Zapatero habló muy poco y que tenía un interlocutor en el Gobierno que, aunque no cita, sólo podía ser el ministro del Interior Pérez Rubalcaba, con quien pasó las vacaciones de Semana Santa de 2005 en la localidad gaditana de Conill, lugar en que pudo acordarse la “hoja de ruta” de las futuras conversaciones de paz. .
(2) Se refiere a las conversaciones secretas que mantuvieron el PSE, el PNV y Batasuna en las que se trató de llegar a un acuerdo político que pudiera someterse después a la aprobación de la “mesa de partidos” que se iba a constituir en paralelo con las conversaciones entre el Gobierno y ETA para la “desmilitarización”.
6 respuestas
…¿Alguna destitución?
…¿Alguna dimisión…?
Ya puestos..¿alguna detención?
Quiá…jamón.
Cuando yo sea mayor, quiero ser del PSOE, para hacer siempre lo que me salga de los co***es sin temer en gastos ni consecuencias. Qué vidorra me voy a pegar.
Lástima que mi conciencia no me lo permita. Pero al menos puedo dormir por las noches y de día camino con la cabeza bien alta.
Y resulta muy significativo que el Sr. Rajoy mantenga a la misma cúpula de Interior y policial que Zapatero-Rubalcaba… y que nadie se lo eche en cara en el Congreso… callan como lo que son.
La clave para la «desactivación» de este caso puede estar en la reunión que mantuvo ZP con el actual ministro del interior, del PP, pocos días después de ser nombrado. La noticia saltó a la prensa por casualidad (o no) y el ministro no tuvo más remedio que reconocer esa reunión con el expresidente. ¿De qué hablaron?, visto lo visto nos lo podemos imaginar.
¿Este Señor es el mismo que aparece en los papeles de Bárcenas? Si es así habría que decirle lo de la mota en el ojo ajeno y la viga en el propio. ¿Porqué no nos aclara de una vez los cobros que percibió y cómo los declaró a Hacienda, si es que los declaró?
La clave socialista de Loyola,es el Moscoso padre,el sabe perfectamente y gracias a ese callar,Rubalcaba le debe,por eso el gafapastas del hijo que por cierto en el colé era del montón para abajo,anda en las fundaciones remuneradas del PSOE recorriendo el mundo para parecer alguien.En esta vida hasta los mindundis tienen suerte,claro que más si eres progre vividor.
Luis Miguel, para su información, este Sr. aparece en los papeles de Bárcenas porque el PP, a través suya, entregó un dinero a una víctima del terrorismo, la cual, no había obtenido ninguna ayuda del gobierno de ZP. Al menos eso es lo que se ha publicado. Siendo así, el Sr. del Burgo no tuvo que declarar nada a Hacienda porque no cobró nada.