Carrillo

La muerte de Santiago Carrillo implica un debate histórico que necesariamente hay que abrir con un dato sorprendente: la biografía de Carrillo no empieza con la transición en 1975. Esa biografía constituye en sí misma una crónica de la historia de España. Una crónica en la que la izquierda es golpista contra la República antes de que lo sea la derecha o cunetera en tanto o mayor medida que el bando franquista. Se puede hablar o se puede no hablar de Carrillo pero si se habla, por respeto a la verdad, hay que hacerlo contándolo todo.

El Carrillo de la izquierda golpista

Año 1933. Se celebran las elecciones el 19 de noviembre. Los resultados son: izquierda 104 escaños, centro: 173 escaños, derecha: 194 escaños. En consecuencia, el centro derecha se hace democráticamente con el gobierno alcanzando la presidencia Alejandro Lerroux con el apoyo de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas).

 El 4 y el 5 de enero de 1934, la Ejecutiva de la UGT declara la inmediata y urgente organización de un movimiento de carácter nacional revolucionario para conquistar el poder íntegramente para la clase obrera (Archivo Histórico Nacional, expedientes reservados, n º 53). Seguidamente hubo una entrevista entre los líderes socialistas Prieto y Besteiro, el cual alegó: “Vais a llegar al Poder, si llegáis, empapados y tintos en sangre”. Prieto respondió desplegando el espléndido panorama de los recursos guerreros que poseían, y recitó una relación de generales jefes y oficiales comprometidos. (G. Mario de Coca, Anti-Caballero, pg.147). En enero de 1934, el PSOE aprobó un programa revolucionario redactado por Prieto y Largo Caballero para aplicar cuando triunfara el golpe. En febrero la UGT y el PSOE crean un Comité Nacional Revolucionario, cuyo presidente es Largo Caballero y el resto de sus miembros son Juan Simeón Vidarte y Enrique de francisco por el PSOE, Pascual Tomás y Díaz Alonso por la UGT, y Hernández Zancajo y Santiago Carrillo por las Juventudes Socialistas (en aquel entonces, carrillo era socialista). Su participación en el golpe de 1934 en calidad de protagonista fue reconocida y justificada por el propio Carrillo en televisión hace pocos años (ver video). Este comité «en la sombra» iba a ser el gobierno golpista una vez derrocado el régimen republicano, la democracia «burguesa», y el legítimo gobierno de la derecha.

La primera golpista contra la Segunda República fue la izquierda

Todo lo anterior no es sólo un pequeño relato de la biografía de Carrillo, es también la constatación de que la izquierda, autoproclamada actualmente como defensora de la República y la democracia, realmente fue la primera en intentar un golpe de estado contra esa República de la que ahora dice que fue defensora en cuanto perdió las primeras elecciones democráticas.

Los preparativos golpistas del PSOE

En el mes de junio la policía descubrió en Madrid un alijo de 616 pistolas y 80.000 cartuchos que estaban destinados a un diputado socialista del Congreso y en su domicilio se hallaron, además, 54 pistolas. Pero el caso más difundido fue el de la nave «Turquesa». Se trataba de un alijo de armas pedido por el empresario bilbaíno y viejo amigo de Prieto, el multimillonario Horacio Echevarrieta. Éste solicitó las armas en 1932 para los rebeldes de Abisinia, pero su destino fue Huelva y finalmente el Consorcio de Industrias Militares de Cádiz. El 11 de septiembre de 1934 salió el cargamento del puerto gaditano a bordo del buque «Turquesa» y se procedió a descargarlas de noche en la localidad asturiana de San Esteban de Pravia en camiones de la Diputación Provincial, lo que fue descubierto por la policía. Indalecio Prieto, líder del PSOE en aquel momento, reconoció la participación en el golpe de 1934 (lamentándola, no como Carrillo) en sus memorias escritas en el exilio. En referencia a las armas automáticas, Alcalá Zamora escribió que se habían nutrido de Alemania en la época de la embajada de Araquistain y que fueron llevadas vía Bilbao con la protección de la fuerza pública a depósitos clandestinos de toda España. En la primavera se envió a los comités provinciales el esquema sobre la organización general de las milicias, que se denominaban «Milicias Proletarias». Se estructuraban de forma decreciente en base a Grupos, Compañías, Secciones, Pelotones y Escuadras. El 4 de octubre el PSOE y la UGT declaran la huelga general revolucionaria en toda España, comienza la insurrección armada. El 6 de octubre el gobierno declara el estado de guerra en toda España. El 12 de octubre la insurrección ha terminado en toda España y el orden ha sido mas o menos repuesto a excepción de la cuenca minera de Asturias. El 18 de octubre los últimos insurrectos se rinden. El intento de golpe de estado ha supuesto 1.400 muertos en toda España.

Llega 1936

Menos de dos años después de estos hechos se cambian las tornas. La izquierda gana las elecciones (en un proceso lleno de irregularidades) con la amnistía para todos los golpistas del 34 en su programa. La violencia se desata en todo el país. La izquierda intenta liquidar a los principales líderes de la oposición. El líder de la derecha, Calvo Sotelo, es asesinado. Gil Robles sólo evita la muerte casualmente al no encontrarle los asesinos en su domicilio. Cinco días después se producía el “alzamiento”.

De golpista a criminal de guerra

En noviembre de 1936 Carrillo fue nombrado Delegado de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid, de la que por tanto era el máximo responsable. A esta Junta de Defensa es a la que se atribuyen las famosas matanzas de Paracuellos del Jarama, en las que miles de personas fueron asesinadas en la retaguardia republicana. El mismo carrillo, en una entrevista del historiador ingles Ian Gibson (historiador socialista) en 1982 reconoció los hechos, pero dijo que él no sabía nada pese a ser el máximo responsable de orden público en la junta de defensa y quien tomaba las decisiones respecto a los presos. El propio historiador izquierdista Ian Gibson , aunque otras veces lo ha exculpado, reconoció en una de sus obras que no se creía la ignorancia fingida de carrillo respecto a los fusilamientos de Paracuellos, dudando que “si no se enteró en seguida de las matanzas de los días 7 y 8, no estuviera informado de ellas muy poco tiempo después”, “y en condiciones de impedir su repetición”. Ian Gibson, “Paracuellos: cómo fue”. Editorial Argos Vergara, S.A. Barcelona, 1983.  Respecto a las responsabilidad de Carrillo, Paul Preston lo tiene mucho más claro: «Sus mentiras son tan infantiles, es una ridiculez decir que no sabía nada de los hechos«.

Las matanzas de las fuerzas republicanas en Madrid generaron auténtico estupor entre algunos de los observadores internacionales que permanecieron en la capital de España. Entre ellos el doctor Henny, representante de la Cruz Roja en nuestro país, que tomó un avión rumbo a Ginebra para denunciar los sucesos de Paracuellos. El avión nunca llegó a Suiza porque fue derribado antes de salir de España por dos cazas republicanos. En los archivos desclasificados tras la caída de la URSS pueden encontrarse hasta los nombres de los pilotos. Otro testimonio esclarecedor respecto a la responsabilidad de Carrillo en aquellas matanzas es el testimonio de Felix Schlayer, cónsul noruego durante la guerra civil en España. Schlayer dejó escrito el relato de su visita con Henny a Carrillo para denunciar las atrocidades que estaban sucediendo en Paracuellos. He aquí su testimonio:

“Recibimos toda clase de promesas de buena voluntad y de intenciones humanitarias con respecto a la protección de los presos y al cese de la actividad asesina. Él (Carrillo) pretendía no saber nada de todo aquello, cosa que me parece inverosímil. A pesar de todas las promesas, aquella noche y al siguiente día continuaron los transportes de presos que sacaban de las cáceles sin que Miaja ni Carrillo se creyeran obligados a intervenir. Y entonces sí que no podían alegar desconocimiento ya que ambos fueron informados por nosotros”.

Todo lo anterior también es memoria histórica

Como decíamos al principio, podemos remover o no remover el pasado de España. Pero si lo removemos, es obligado contarlo todo y no sólo una parte de los hechos. Contar el 100% de lo sucedido es historia, contar sólo el 50% es manipulación. Todo lo anterior forma parte de ese 50% de hechos que no se cuentan cuando se suele hacer referencia a eso que ha venido a denominarse “memoria histórica”. Una vez conocido el 100% de los hechos resulta que ya nada es tan sencillo. Si recordamos el 100% de lo que sucedió, de hecho, no es fácil que ninguno de los dos bandos encuentre sucesos de los que no debería sentirse demasiado orgulloso. Carrillo, defensor durante toda su vida del modelo soviético, nunca fue juzgado por todo lo que aquí se narra en virtud de la Ley de Amnistía de 1977. En los últimos años Carrillo se había caracterizado más por sembrar cizaña y reabrir heridas que por tratar de superarlas. Nos quedamos con la etapa en la que sí pudo aportar algo para cerrarlas.