Estamos de acuerdo con el PNV en que Manu Ayerdi ha sido un vicepresidente y consejero extraordinario. Si rebuscamos en nuestra hemeroteca, a excepción de las presidentas, probablemente Ayerdi es el político de los últimos tiempos que más titulares nos ha regalado. Desde un punto de vista periodístico sería por tanto cicatero no mostrar un nivel de agradecimiento a Ayerdi equivalente al que le muestra su partido; eso sí, por motivos bastante distintos. De hecho, el último creyente en Davalor sigue ofreciendo titulares jugosos, ya que entre las sociedades a través de las cuales el gerente de Davalor fue consiguiendo financiación a lo largo de los años se puede llegar hasta la CAV, el PNV y los alabadores de Ayerdi. Cómo no va a haber hecho nuestro consejero las cosas fenomenal si es que las hizo como ellos.
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La Justicia determinará si en todo esto hay alguna oscura relación o la predisposición de Ayerdi a echar un salvavidas a Davalor, con el dinero de los navarros y contra toda evidencia, fue algo más que una corazonada personal. No obstante, lo que ayer volvió a quedar patente es la mala suerte de Ayerdi y la propensión al descarrilamiento de los proyectos estrella que se acercaba a engrasar.
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Así, por ejemplo, se iba a vender a IKEA la parcela de la antigua Superser en Cordovilla, lo que Ayerdi dijo en el Parlamento de Navarra que iba a generar 350 puestos de trabajo en Navarra. Unos meses después, IKEA se retiraba.
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Casi podría haberse pensado que la retirada de IKEA había sido una bendición, porque poco después Ayerdi anunciaba la venta de la parcela a una empresa holandesa llamada Ten Brinke, la cual iba a levantar un macro centro comercial, hostelero y de servicios con el que se crearían 850 puestos de trabajo. Pues bien, la empresa acaba de anunciar que desiste del proyecto.
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Navarra Suma ha considerado “escandaloso” que ahora Ayerdi explique que la renuncia se deriva de la caída de la actividad económica cuando “hace un año fue incapaz de conseguir que la empresa comprometiese por escrito las condiciones que determinaron la adjudicación, según criterio del consejero”.
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A este respecto, la coalición denuncia que Ayerdi llevó a cabo una “adjudicación opaca”. El proceso de venta se hizo “sin realizar concurso público reglado, ni publicarse en el portal de contratación del Gobierno de Navarra y tampoco en los anuncios oficiales de Nasuvinsa”. Navarra Suma también recuerda que, sorprendentemente, en enero de 2020, el consejero anunció que la parcela había sido adjudicada a la empresa de gestión urbanística Ten Brinke, «a pesar haber ofrecido un millón de euros menos a las arcas públicas”.
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Ayerdi alegó entonces que la empresa Ten Brinke realizaba una ‘oferta de usos más interesante’, ya que se comprometía a renunciar a parte de su aprovechamiento urbanístico comercial y sustituirlo por otros usos. No obstante, Navarra Suma señala que exigió a Aierdi mostrar los documentos que lo demostraban y el consejero respondió que tal renuncia todavía no se había formalizado y que se manifestaría próximamente en el documento de contrato de compraventa. Tras reiteradas solicitudes de información al consejero sobre los documentos en cuestión, pasaron los plazos legales de respuesta sin que se atendiera la información demandada y ahora se conoce a través de los medios que Ten Brinke renuncia a la compra de la parcela por no cumplir las condiciones comprometidas y que determinaron la adjudicación.
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Navarra Suma concluye que este nuevo “proceso plagado de opacidades, irregularidades y anuncios y promesas incumplidas”, puede desencadenar un serio conflicto jurídico a la empresa pública Nasuvinsa y a la Administración Foral, y que la causa del mismo vuelve a ser “la arbitrariedad y falta de transparencia que han guiado la actuación del consejero Ayerdi”.
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Más allá de la viveza de algunos de nuestros gestores de la cosa pública, la cuestión de fondo a la que nos volvemos a enfrentar es, aparte de la dudosa gestión, el problema de que nos seguimos convirtiendo en un lugar escasamente atractivo en el que invertir, ya sea por motivos políticos, económicos, jurídicos o fiscales. Al final, lo que va a seguir siendo el solar desértico de la Superser puede ser una metáfora preocupante de lo que le espera a toda la Comunidad Foral, si del Gobierno de Navarra no sale la radicalidad ultraizquierdista y no vuelve la sensatez.
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