“Debacle para Angela Merkel”, es uno de los titulares favoritos hoy para resumir los resultados electorales en el próspero estado de Baviera. Lo cierto es que el titular no se entiende demasiado bien a la luz de los resultados. Aunque fuera el caso, si el resultado fuera o no una debacle personal para Angela Merkel nos debería traer sin cuidado. Lo relevante del caso, para comenzar, es que la debacle no es de Angela Merkel, sino del partido asociado a Angela Merkel, la CSU, del que Baviera es su bastión político e histórico. La “debacle”, por otro lado, a falta del recuento completo, tampoco es tan debale. La CSU “sólo” habría conseguido un 39% de los votos. Lo verdaderamente trascendente es dónde están el resto de votos y es entonces cuando nos encontramos con que los verdes tienen el 14,3% y los socialistas (SPD) el 8,5%. Por el otro lado del espectro político, la extrema, extrema, extrema derecha (AFD) consigue un 11,5% y la FW, una escisión de la CSU, el 13,4%. La debacle no es de la CSU, sino de la izquierda. La crisis en términos políticos puede afectar a Angela Merkel o a su ministro del Interior, de la CSU, pero no hay crisis de ningún tipo para la derecha alemana al menos en términos de mapa ideológico, que es lo que importa, y no de nombres o siglas.
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Sin duda por la inevitable acaparación de titulares a que obliga el separatismo, en los días pasados se ha dado cierta relevancia en los medios españoles a Florian Weber, líder del Partido Bávaro, que reclama la independencia de Baviera del resto de Alemania. Lamentablemente los independentistas bávaros, a estas alturas del escrutinio, no parecen haber conseguido el 5% mínimo para poder entrar en el parlamento bávaro. El Partido Bávaro, por cierto, es otro partido de corte conservador, a mayor abundamiento del mal resultado de la izquierda. Sumando todo la derecha habría obtenido casi el 70% de los votos, aunque el titular es la debacle de la canciller Merkel, por supuesto.
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A todos los que se portan mal con España les deseamos lo peor
Devolver el bien por mal esta muy bien para las relaciones personales, pero parece dudoso que sea un principio aplicable entre naciones, organismos, empresas, pretendientes amorosos, espadachines y jugadores de póquer. Alemania y Bélgica no se han comportado bien con España en los últimos tiempos. Así pues es de desear que el independentismo crezca en estos países, desborde sus leyes y eche a sus partidarios a la calle a matonear a los no independentistas y desafiar a la policía. Si los estados belga o alemán reprimen esta forma de actuar, como por otra parte es lo que prevé su legislación, todos esos líderes secesionistas deberían encontrar automático acomodo y refugio en España, para estimular en Alemania esa empatía hacia otros países con problemas de nacionalismo que ahora les falta. Hubiera sido placentero pensar en el tribunal de Schleswig-Holstein preparando la euro-orden para los líderes del partido bávaro mientras nosotros les íbamos preparando un palacete en Mallorca, pero parece que no, que los independentistas bávaros no se van a comer una rosca. Probablemente carecen de las cuatro palancas del nacionalismo en España: presupuesto ilimitado para la construcción nacional, medios, educación y presión social no exenta de episodios de violencia.
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