Acaso inspirada en la célebre novela de Patrick Süskind, Caja Navarra planea que el infravalorado sentido del olfato arrastre a las multitudes al interior de sus sucursales. Una idea sin duda audaz y novedosa; o como diría su presidente Miguel Sanz, “¡de narices!”.
Una cuestión de fidelidad.
Caja Navarra tratará así de fidelizar a sus clientes mediante el olfato. Cuidado sin embargo con el “todavía hueles a ella”, cuando entre a cualquier sucursal de cualquier otra entidad.
¿A qué hule aromacán?
La descripción del olor corporativo de la CAN excede sin duda las capacidades de esta redacción, por lo que nos remitimos a lo explicado por el propio autor de la fragancia, el perfumista Darío Sirerol: “Con una base de tierra húmeda que posee pinceladas vegetales, un olor a madera verde que recuerda al de un bosque recién talado, esencias naturales procedentes de árboles como cedro del Atlas, de Virginia y de China, así como la expresión dulce y armoniosa de las flores de la mimosa”.
Si cuando usted entra a una sucursal de la CAN huele otra cosa, ya puede empezar a mirar al resto de clientes porque eso no es aromacán.