No ha sido terrorismo. Y si hubiera sido terrorismo, ¿nos lo dirían? Seguro que sí. El hecho es que la emblemática e icónica Notre Dame, la catedral de París, joya y patrimonio de la humanidad, ardió ayer de cabo a rabo ante los atónitos ojos de todo el mundo sin que nadie en Francia lo pudiera impedir. Si fue un accidente, ¿cómo pudo suceder? ¿Quién va a responder? Es decir, para la mínima obra o actividad que desarrolla una persona, una comunidad, una empresa, una sociedad o un pequeño comercio, el gobierno impone todo tipo de licencias, medidas y precauciones, a lo que se añade la exigencia de personal, inspecciones, extintores, sistemas de alarma, bocas de riego… ¿Cómo puede arder Notre Dame de esa manera en pleno siglo XXI? ¿Como puede no sofocarse un fuego en plenas obras de restauración, dicen que con la catedral llena de turistas, que inmediatamente tuvo que ser detectado? ¿Tan poco han avanzado las capacidades de extinción de un incendio? ¿Tan impotentes somos los humanos? Quizá sí. De hecho el daño quizá sea demasiado horrible y perfecto como para haber sido planificado por humanos, pero si alguien hubiera querido hacer esto deliberadamente no le hubiera salido mejor. Lo que hubiéramos dicho los españoles de nosotros mismos si se nos quema la Sagrada Familia o la catedral de Burgos. Como balance de la legislatura de Macrón, para la historia quedará como epitafio político que se le quemó Notre Dame.
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No es, sin embargo, la primera vez que arde la catedral de Reims, o Notre Dame como todo el mundo la suele llamar. De hecho, la actual catedral se empieza a construir en 1211 para sustituir a la anterior, de origen carolingio, que había quedado destruida precisamente a causa de un incendio. La construcción duró más de un siglo y en 1481 se produjo otro incendio que, como el que acaba de suceder, devoró todo el tejado y las agujas. En realidad, da la impresión de que cinco siglos después ha sucedido poco más o menos lo mismo y poco más o menos lo mismo han podido hacer los parisinos, aparte de contemplar la devastación. El gran avance respecto a 1481 es sólo que en 2019 el incendio lo ha podido contemplar todo el mundo en tiempo real.
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Como elemento positivo ante esta desgracia, miles de parisinos acudieron a Notre Dame a rezar, a llorar, a consolarse, a mirar. A veces te das cuenta de que tienes algo importante cuando lo pierdes. A veces lo importante no son las piedras, es lo que lleva a los hombres a ordenar de una determinada manera y con una determinada intención unas piedras. Ese algo no se puede quemar. Pero por suerte tampoco todo se ha perdido en Notre Dame. Antes de que el incendio arrasara con eledificio se pudieron salvar al parecer muchas obras de arte de su interior, más todas las que ya se habían sacado antes a causa de la restauración.
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No todo se ha perdido, de todos modos. Las torres y la fachada aguantan. Notre Dame será reconstruida y entonces, como en la historieta, habrá un hombre al que le pregunten qué hace y dirá que apilar piedras sólamente, pero otro respondera que lo que hace es levantar una catedral. Ese es el tipo de cosas que distingue a los hombres y que hace que en vez de soalmente montones de piedras hagamos catedrales. Y cuando se caen, las volvemos a levantar.
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El verano pasado en Génova la caída de un punte provocó la muerte de 39 personas. Todos los puentes de Europa se revisaron a continuación. Lo que ha sucedido en Notre Dame, ¿le puede pasar a cualquier otro edificio monumental? ¿Qué se puede hacer para que no vuelva a ocurrir? Puesto que lo de Notre Dame ya no se puede evitar, ojalá sirva al menos para que otros sucesos similares en otros lugares no lleguen a pasar.
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