Dentro de unos meses, puede que todas las cosas por las que solíamos discutir hasta hace poco nos lleguen a parecer minucias. Nos guste o no el presidente es ahora Pedro Sánchez, el país encara una situación muy grave y es importante pensar si Pedro Sánchez merece un apoyo, no por ser Pedro Sánchez, sino por ser el presidente. Cuando el coronavirus pase, tal vez aún podamos elegir que país vamos a tener después, si un país unido o un país en el que nos odiemos. Si hubiera una guerra con otro país o una raza alienígena, un estado dividido sería un estado derrotado. ¿Cuánto odio queremos cosechar cuando acabe esto?, pues no lo sembremos. Naturalmente esto también lo tiene que hacer el gobierno, incluidos su vicepresidente y sus terminales mediáticos. Habrá momento de repasar los errores, medirlos, pedir responsabilidades, sacar las cacerolas, pero tal vez no sea éste ese momento.
X
A lo mejor hay que dar un apoyo extraordinario a Pedro Sánchez sólo porque las circunstancias son extraordinarias, al margen de casi cualquier otra consideración. A lo mejor tiene sentido tenderle la mano una vez mas y no retirarla muy rápido por si quiere estrecharla. Si al final no hay apretón de manos que sea su responsabilidad y no la nuestra y, entonces sí, que el peso de la historia caiga sobre sus hombros. Si acabamos peleados en plena emergencia sanitaria que sea por el gobierno y no por el resto.
X
No es envidiable el puesto que ocupa Sánchez en este momento. Le ha tocado lidiar con una amenaza histórica que no sólo representa una amenaza sanitaria y humanitaria con escasos precedentes recientes, sino que también puede suponer una crisis económica de consecuencias imprevisibles. Más aún, a nivel humano tiene infectadas a su mujer y a su madre. Si observamos a Pedro Sánchez sólo como a un ser humano y no como además un rival político el impulso natural y moral sería ofrecerle ayuda, como a un vecino al que se le quema la casa. El problema de Pedro Sánchez es que no genera empatía más allá de su frontera ideológica. Pedro Sánchez ni siquiera suele mirar a Casado, Abascal o Arrimadas cuando les habla. Su lenguaje corporal es de desprecio absoluto. Eso no da confianza sino miedo. Podemos tener un fuerte deseo de ofrecerle ayuda, ¿pero realmente la desea o la acepta?
x
Darle apoyo a Pedro Sánchez, por otro lado, no significa que le demos la razón ni que aprobemos todo lo que está haciendo, o sobre todo lo que no está haciendo y lo tarde que lo está haciendo. Si no costara darle apoyo, si tuviéramos la sensación de que lo merece, no tendría mérito por nuestra parte el dárselo.
x
Lo mismo que podría decirse todo lo anterior, sería muy miserable que el gobierno aprovechara la mano que se le tiende para imponer su agenda política. No son tiempos excepcionales para nosotros y normales para Pedro Sánchez, son tiempos excepcionales para todos. El también tiene que hacer un esfuerzo extraordinario por la unidad. No sólo él pero sobre todo él, ya que no es un actor más sino que siendo el que gobierna su posición es fundamental.
x
A nivel humano, como decíamos, Pedro Sánchez tiene infectada a su mujer, a su madre y a su suegro. Debe ser un momento terrible para él. Todos vamos a cometer errores y hace falta una cierta tolerancia y empatía mutua respecto a los errores ajenos, para que la suma de errores se amortigüe en vez de convertirse en una montaña de odio, con la que tengamos que vivir mientras el virus nos mata y después cuando necesitemos el 100% de nuestras fuerzas para volver a poner el país en marcha. Si Pedro Sánchez diera la más mínima oportunidad para recibir ayuda o acordar una tregua, a lo mejor deberíamos dársela. Huelga decir que no es sólo uno el que deja de atacar cuando se establece una tregua.
X
x
2 respuestas
Sánchez es un traidor. No merece confianza ni apoyo. Su vicepresidente de la coleta dice que hay que politizar el dolor.
Yo apoyaría a Sánchez por ser el Presidente … si actuara como Presidente. Hasta ahora y durante toda la crisis ha actuado como un boxeador sonado, que no ve por dónde le llegan los golpes y que sólo busca apoyarse en las cuerdas del cuadrilátero en forma de comparecencias de autobombo, repartiendo culpas y, por si fuera poco, haciendo trampas con normas infames obligado por los comunistas y nacionalistas que le sostienen buscando que su caída sea más dura.
Sánchez no es un presidente, es un fantoche de cartón piedra.