Algunas reflexiones intolerablemente machistas sobre la huelga feminista

La idea de cobrar todos lo mismo seguramente es absurda. Obviamente es lógico que dos personas, al margen de su sexo, cobren lo mismo por el mismo trabajo, lo que sucede es que dos personas en el mismo puesto generalmente nunca hacen lo mismo ni rinden lo mismo. Puestos a afinar, cada persona debería tener un sueldo particular.

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Si las mujeres hicieran lo mismo que lo hombres cobrando menos, no habría paro femenino. Los empresarios contratarían primero a las mujeres y sólo cuando ya no quedaran mujeres desempleadas empezarían a contratar hombres para tener que pagarles más por hacer lo mismo. Es ridículo, e ingenuo, pensar que los empresarios, los gerentes o los accionistas de las empresas están más preocupados por sostener un hipotético heteropatriarcado que por mejorar sus beneficios.

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El mantra del “heteropatriarcado” está empezando a funcionar como una auténtica obsesión paranoide. El “heteropatriarcado” explica todos los males del mundo. La violencia de género, las guerras, la pobreza, el calentamiento global, el déficit de las pensiones, la sequía goleadora de Benzemá, todo es culpa del heteropatriarcado y todos los males se solucionarían acabando con el supuesto heteropatriarcado. En este sentido la denuncia del heteropatriarcado funciona como una idea integrista. Proporciona una visión simplista y reduccionista de todos los problemas. Establece en la base de su interpretación de la totalidad un conflicto con un enemigo con cuya destrucción llegaría el fin de todo problema. Para unas personas esta visión integrista es el califato, para otras la dictadura del proletariado, para otras la independencia de Cataluña, de Québec o de Escocia, y para otras, ahora, la destrucción del heteropatriarcado. El enemigo es el infiel, el empresario, España, Canada, la reina de Inglaterra, el macho. La realidad es complicada, el integrismo sencillo.

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La brecha salarial no existe. En momentos de descuido lo reconocen hasta en la izquierda radical. ¿Cuál es el origen de la brecha salarial? Si tomamos el conjunto de todos los salarios que cobran las mujeres, y lo compramos con el conjunto de toda la masa salarial que cobran los hombres, efectivamente es mayor la masa salarial de los hombres. Ahí es donde aparece la llamada brecha salarial. Sin embargo, cuando se lleva a cabo esa comparación entre lo que cobran hombres y mujeres en conjunto se está faltando totalmente a la premisa fundamental de “por el mismo trabajo”. En el conjunto de los hombres la formación y la cualificación es mayor, así como la antigüedad. En el conjunto de las mujeres, además, es mucho mayor la contratación temporal y a tiempo parcial. Pero si tomamos un hombre y una mujer con la misma titulación, el mismo trabajo y el mismo tipo de contrato, el salario es el mismo. Si no lo fuera, además, sería ilegal.

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Múltiples estudios en todos los países desarrollados coinciden en señalar la maternidad como la principal causa de la brecha salarial entre hombre y mujeres con el mismo tipo de trabajo y formación. Los estudios evidencian que los salarios entre hombres y mujeres son iguales hasta que las mujeres tienen el primer hijo. Puede haber un elemento de injusticia en el hecho de que si un hombre y una mujer tienen un hijo, el hombre se comprometa menos o la mujer resulta más penalizada que el hombre en el trabajo. Eso sí, no es el resultado de ninguna conspiración machista que las mujeres se queden embarazadas y los hombres no. Eso es un hecho biológico, que podemos discutir como afrontamos y facilitamos.

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Hablando de hechos y diferencias biológicas, a lo mejor los hombres y las mujeres no queremos exactamente lo mismo ni hacemos siempre las mismas elecciones ni en base a los mismos criterios. Naturalmente hay que defender que las mujeres y los hombres puedan decidir con libertad sobre lo que quieren hacer en la vida, pero de ningún modo cabe escandalizarse si lo que eligen con libertad es distinto. Tanto da si la diferencia consiste en que las mujeres prefieren dedicar más tiempo a la familia o, como sucede en el mundo universitario, casi el 80% de los matriculados en carreras relacionadas con la educación son mujeres mientras que en las carreras relacionadas con las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) el porcentaje de mujeres baja a en torno del 12 %. ¿Qué hacemos si las mujeres y los hombres no eligen lo mismo al 50% y eso provoca ulteriores diferencias? ¿Les quitamos la libertad para elegir?

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En realidad, lo que parecen estar firmemente sentadas son las bases para un futuro predominio de la mujer en el mundo. En España, sin ir más lejos, el 54,4% de los universitarios son mujeres, y el abandono escolar femenino es el 16% frente al 24% de los varones. De los 5.637 jueces y magistrados en activo en España, el 47,3% son hombres y el 52,7% mujeres, porcentaje que previsiblemente seguirá creciendo durante los próximos años.

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Citábamos anteriormente el embarazo como un hecho biológico, no como el resultado de una conspiración machista. Alguien puede pensar que el embarazo es precioso, incluso envidiable, o que es una maldición insufrible. En cualquier caso no es algo que han decidido los hombres. Tampoco han decidido los hombres que la esperanza de vida de las mujeres sea 5,5 años más que la de los hombres, a pesar de lo cual los hombres y las mujeres se jubilan a la misma edad y tienen que cotizar lo mismo e igual número de años para recibir una pensión.

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Podría mencionarse también que para ser policía, bombero o militar, los hombres tienen que superar unas pruebas físicas distintas y con unas exigencias superiores a las de las mujeres. Hay brechas y dobles varas de medir contra las que nadie nunca va a protestar.

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¿Y por qué durante siglos de dominio del heteropatriarcado los hombres han ido a las guerras mientras las mujeres se quedaban en casa esperando? Eso sí, las guerras las provocaba el heteropatriarcado, como todo lo malo. A lo largo de la historia tanto hombres y mujeres de todas las épocas se han esforzado duramente, en general muy duramente en el pasado, para sacar adelante a sus familias. Por supuesto las mujeres, pero los hombres también.

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No sirva todo lo anterior para pensar que nos parece bien que se discrimine a la mujer o que efectivamente, si es el caso, se le pague menos por hacer el mismo trabajo. Si realmente eso es así, y es probable que exista un cierto número de casos en que así sea, que se denuncie, que se lleve a los juzgados el caso y que se persiga. Porque eso es ilegal. Pero tengamos claro que lo es. Es decir, que si alguna mujer está discriminada es como si a alguien le roban. No será porque la sociedad o la ley no protege la propiedad, sino porque el ladrón vulnera la ley.

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También es cierto es que las mujeres siempre han sufrido más violencia física de parte de los hombres que a la inversa, pero aquí seguramente nos encontramos ante otro hecho biológico como que el hombre es físicamente más fuerte que la mujer. En este sentido las mujeres han sufrido la violencia de los hombres en la misma medida en que los hombres débiles han sufrido la violencia de hombres más fuertes. También por esto es probable que los hombres y no las mujeres fueran los que desempeñaran el papel de soldados, sobre todo en épocas en las que la fuerza física desempeñaba un papel fundamental entre las cualidades de los soldados. Pero es mejor planchar la ropa o lavar los platos que ir a la guerra. Nos negamos a pensar de todos modos que la mayor parte de los seres humanos han basado sus relaciones a lo largo de la historia en la dominación y la violencia. Rechacemos una visión de las relaciones entre hombres y mujeres basadas en el odio, la confrontación o la sumisión. Lo normal es que los hombres y las mujeres se quieran, y quieran a sus hijos, y establezcan entre ellos relaciones cooperativas.

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Que pedirle consejo sobre las relaciones a Monedero, Iglesias, Echenique o Soros sea voluntario

Denunciemos finalmente que la huelga feminista del 8M persigue la igualdad de la mujer… y el fin del capitalismo, del libre comercio, de la religión voluntaria en las escuelas, la normalización del aborto, la implantación obligatoria e indiscutible de los postulados de la ideología de género, la denuncia de la medicalización de la vida de la mujer y sus “procesos” por parte de los intereses de las grandes empresas (sea lo que sea eso), la reivindicación de papeles para todos… De algún modo es como si a alguien le preguntan si está a favor de firmar un documento a favor de las mujeres y de que le corten un brazo, y le llaman machista si no firma. En virtud de la misma perspectiva si alguien cree que los niños tienen pilila, que las diferencias entre hombres y mujeres no son meramente culturales, o que el libre mercado funciona mejor que el comunismo, es un machista y su opinión resulta intolerable. Como la del machista que no firma a favor de que le corten el brazo. Oiga, ¿seguro que lo que usted quiere es la igualdad de la mujer y no cortarme el brazo? Pues eso.

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3 respuestas

  1. Extracto del manifiesto publicado en «El País» por un grupo de 28 mujeres que destacan en sus diferentes profesiones:

    Nosotras no nos reconocemos víctimas de nuestros hermanos, parejas, padres, hijos, amigos y compañeros, nuestros iguales masculinos.

    El victimismo es un estado psicológico que conduce a la parálisis y nosotras no estamos dispuestas a perder la libertad, conquistada a lo largo de un siglo de lucha, porque nos quieran amilanadas.

    Subrayamos que nuestro país, España, es uno de los más seguros del mundo para las mujeres.
    No ignoramos a las víctimas masculinas de otro tipo de violencia, hombres y niños, y rechazamos la postura anticientífica que niega la agresión femenina.

    Si las cimas más visibles de la política y la empresa no están ocupadas de manera paritaria por mujeres no tiene por qué ser debido a la discriminación ni a la opresión patriarcal.

    la mujer es libre para escoger, sin tener que ser un clon del hombre.

    El 8 de marzo conviene celebrar que la gran mayoría de las mujeres en España somos libres para elegir carrera profesional, trabajo y tipo de vida.

    Proclamamos el derecho de nuestros hijos a saber que han tenido la inmensa suerte de nacer en un país donde existe el respeto a las mujeres y donde las niñas llegarán donde quieran.

    Las niñas de hoy necesitan saber que ellas no son víctimas y que tienen su futuro en sus manos.

    Hace cuatro décadas que las mujeres en España dejaron de depender de los hombres para conquistar la igualdad. A muchas nos sobra el paternalismo y lamentamos que una ideología contraria a la libertad pretenda arrogarse la representación de la mitad de la humanidad y que se alimente de dinero público, de nuestro dinero, para fomentar una guerra de sexos que nos degrada y nos aleja de un futuro compartido.

    Fin de la cita.

    Firman este manifiesto: Teresa Giménez Barbat, eurodiputada; Elvira Roca Barea, historiadora; María Blanco, economista, y otras 25 mujeres relevantes en su profesión.

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