“El PSN ejercerá la oposición de una manera responsable y en ningún caso poniendo en cuestión la estabilidad de Navarra”. No lo dice Blanco, sino el mismísimo Miguel Sanz, que declara que “a priori siempre tengo confianza en las personas”, como si acabara de conocer a Blanco, es decir a ZP. No se queda atrás Jaime Ignacio del Burgo, padre (ahora al parecer putativo) del libro "Navarra, el precio de la traición", que en un alarde de ingenuidad afirma que “yo espero y deseo que esta decisión de los socialistas no sea por motivos electorales sino que sus planteamientos sean sinceros y estén pensando en el interés general”.
No se entiende que este Sanz sea el mismo que hace unos días exigía un decálogo de compromisos para presentar su candidatura, todos ellos rechazados por el PSN. Todos sabemos que la decisión de Ferraz es una decisión electoral de cara las próximas generales, e incluso el mismo Blanco ha circunscrito su compromiso de garantizar la estabilidad "al momento presente", renunciando a cualquier compromiso incluyendo el de no presentar una moción de censura. Sería una lástima y un grave error político que Sanz empezara a pensar de otra manera sólo porque le han puesto en la boca el caramelo de la presidencia.