Ahora que el agua de Itoiz servirá para que 5 embarcaciones fluviales puedan pasear a los turistas por las instalaciones de la Expo en pleno agosto, merece la pena recordar algunos de los argumentos utilizados en su día contra el trasvase.
“Este es un plan del hormigón que sólo beneficiará a las grandes empresas constructoras que harán las obras hidráulicas del trasvase, a las compañías hidroeléctricas y a los especuladores urbanísticos, para quienes aguardan suculentos negocios en todo el litoral mediterráneo”. Pedro Arrojo, profesor titular del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza.
“Llevar agua al Mediterráneo es como darle droga al drogadicto”. Javier Martínez Gil. Catedrático de Hidrogeología, Universidad de Zaragoza.
José Antonio Labordeta, diputado de la Chunta Aragonesista y “voz de Aragón en Madrid”, llegó a ofrecer un concierto ante las puertas del Ministerio de Medio Ambiente junto a un grupo de activistas de COAGRET (Coordinadora de afectados por grandes embalses y trasvases). El celebrado cantoautor mostraba así su oposición a proyectos como el de Itoiz, pantano que paradójicamente contribuirá de manera decisiva a la vistosidad de la Expo.
La realidad, como el agua, parece desbordar en ocasiones ciertos planteamientos. El hecho de que Navarra, solidariamente, vaya a contribuir con su agua embalsada al éxito de la Expo, podría ser quizá un elemento de debate. El hecho de que las propias instalaciones en obras de la Expo, durante la semana pasada, hayan estado en riesgo de ser anegadas por la crecida del Ebro podría ser otro elemento. El gobierno de la comunidad valenciana ha señalado que el cauce de estos 3 días de crecida hubiera bastado para satisfacer toda la demanda de agua que reclaman Valencia, Murcia y Almería. Por último, y también estos días, se añade un nuevo elemento de reflexión, y es el de que en Cataluña, comunidad asimismo opuesta al trasvase que está padeciendo una grave sequía, se haya planteado un trasvase del rio Segre (afluente del Ebro) para abastecer a la población del área de Barcelona al que Aragón también se ha opuesto.
El gran argumento contra el trasvase, no obstante, probablemente fue el de que sus beneficiarios sólo serían un pequeño número de potentados que arrebatarían el agua a aragoneses y catalanes para regar absurdos campos de golf en las regiones más secas de España. Lo cierto es que, por un lado, este argumento recuerda de alguna manera al de quienes se niegan a dar limosna por el uso que los pobres puedan dar al dinero. Por otra parte, un estricto cumplimiento de la ley obliga a los campos de golf a regar exclusivamente con agua reciclada. En todo caso resultan interesantes análisis como los del prestigioso economista Alberto Recarte, recordando que el 75% del consumo de agua en España corresponde a la agricultura, y que la rentabilidad por hectárea de un campo de golf, según sus cálculos, es de unos 200.000 euros frente a los 3.000 de una hectárea de regadío, razón por la que titula su análisis “Necesitamos campos de golf”.