En una primera visita a la clínica abortiva se rellena un formulario, se realiza una consulta ginecológica para confirmar el embarazo y la semana de gestación, y se practica una revisión rutinaria para comprobar el estado de salud general de la embarazada. Superado este trámite, ya se puede llevar a cabo la intervención. Se practica con anestesia local y dura unos 15 minutos. En unas horas se puede volver a casa. Precio del aborto: entre 350 euros (12 primeras semanas) y 2400 euros (24 semanas).
Adoptar es difícil.
Deshacerse de un niño, por consiguiente es un trámite muy fácil, rápido y barato. Todo lo contrario que adoptar un niño. De hecho, los padres con los que nos hemos puesto en contacto nos han contado sus experiencia. La primera dificultad estriba en la práctica imposibilidad de poder adoptar niños españoles, lo cual obliga a los interesados en la adopción a mirar al extranjero. Vista la facilidad con la que es posible abortar en España, tampoco resulta llamativa esta escasez. En los últimos tiempos, sin embargo, nos cuentan que las adopciones nacionales han crecido algo a causa de la inmigración. En cualquier caso hablamos de un proceso largo, caro y complicado.
Un “embarazo burocrático” de más de 3 años.
Un padre navarro lo califica de “larguísimo”, y nos relata todos los trámites, informes, charlas, cursos, entrevistas y explicaciones sobre su intimidad que tuvo que superar para obtener una declaración de idoneidad del Departamento de Bienestar Social del Gobierno de Navarra. Luego están las visitas al extranjero y otro interminable papeleo, las visitas a las embajadas… en conjunto, nos cuenta que todo el proceso de adopción dura generalmente más de 3 años.
Otro problema añadido es el de la propia situación de los pequeños: “los niños que adoptas han tenido su pequeño pasado, y muchos han tenido en sus pocos años una historia detrás muy mala”.
Por si fuera poco todo lo anterior, los costes totales de una adopción internacional pueden llegar a alcanzar los 30.000 euros. Sólo ya esto crea una gran barrera económica que pone la adopción internacional fuera del alcance de muchas familias. En contraste, llama la atención que en nuestra sociedad un aborto se pueda hacer en un rato y por sólo 350 euros. Adoptar un niño en España es hoy 100 veces más caro que matarlo.
Apoyar la adopción.
Ante este contraste, resulta inevitable preguntarse cómo es posible que se aborte cada año a 700 criaturas en Navarra cuando hay tantas personas enfrentadas a un disuasorio, duro, difícil, caro y larguísimo proceso para adoptar un niño. Un número de personas que aún sería muchísimo mayor si se facilitara el proceso. Todas esas criaturas a las que se elimina podrían tener una familia deseosa de acogerlas, por lo que lo más razonable y humano sería que en esta Comunidad no se aborte y en vez de ello se facilite por todos los medios políticos y económicos esas adopciones. Quizá el gobierno de Navarra debiera barajar esta posibilidad favoreciendo la adopción y evitando el aborto.