A más navarros ricos, menos navarros pobres, dicen los números

Es una creencia común, general y transversal la idea de que para que unos se hagan más ricos otros tienen que hacerse más pobres. A partir de esta creencia es lógico pensar que es malo que haya ricos, o que hay una inmoralidad consustancial en la riqueza, puesto lo que uno suma se lo tiene que restar a otro y el que suma mucho tiene que restar mucho.

Esta visión parte de la idea, equivocada, de que la economía funciona como una mesa de póquer. En una mesa de póquer efectivamente lo que uno gana es lo que pierden los otros, lo cual sucede porque la partida se juega en un día y lo que se juega es dinero en efectivo, o apetitosas fichas que se cambian por vil dinero.

La economía real, sin embargo, es completamente distinta. Para empezar porque en la economía real, a diferencia de la mesa de póquer, la cantidad de riqueza no es constante. Si en la economía real la riqueza fuera constante y un juego de suma cero, habría ahora la misma riqueza que hace 1.000 años,  10.000 años, o 70.000 años, cosa que parece bastante absurdo creer.

En la economía real, a diferencia de la mesa de póquer y las fichas que hay sobre ella, las cosas cambian de valor. Si alargamos el tiempo de juego y en vez de fichas metemos en la partida un piso, una zapatería, un campo de patatas, un anillo y la deuda de alguien con uno de los jugadores, al cabo de un año el valor de todo eso sería completamente distinto que al principio. Podría ser más, podría ser menos, pero seguro que era distinto. De este modo pueden ganar todos, puede ganar alguno y pueden perder todos. No hay una suma cero.

Cuando alguien se dio cuenta de que en vez de ir a buscar una naranja se podían plantar naranjos, o en vez de cazar bisontes se podían criar vacas, multiplicó de forma exponencial la disponibilidad de fruta o de carne y la riqueza correspondiente. Prueben en cambio a plantar o criar una ficha de póquer.

En definitiva, la economía real no tiene nada que ver con el póquer o con los juegos de suma cero, por lo que pensar que la riqueza de unos es lo que se le ha quitado a otros básicamente es falso. O al menos no necesariamente cierto. Obviamente el que entra al piso de otro y le roba la caja fuerte sí se hace más rico en la misma proporción en que empobrece al atracado. Pero sólo en este caso es cierto el mito sobre el que estamos reflexionando. Y ni siquiera es cierto del todo en este caso, puesto que la persona robada podría volver a llenar la caja fuerte aunque nunca se atrapara al ladrón ni se recuperara el botín, porque la vida real no es un juego de suma cero.

Más allá de todas estas disquisiciones teóricas que podrían dar lugar a un escrito mucho más extenso y sesudo, hay datos prácticos al alcance de cualquiera que demuestran que lo que unos ganan no se corresponde con lo que pierden otros y que para que crezca el número de ricos no hace falta que aumente el número de pobres, sino todo lo contrario.

El domingo, Miguel Angel Riezu publicaba en Diario de Navarra un artículo sumamente interesante sobre los ricos, los impuestos, los infiernos fiscales y la recaudación, aportando algunas cifras relevantes para arrojar un poco de luz sobre esta cuestión. Así, por ejemplo, la cifra de “ricos” (patrimonio superior a 1,5 millones) en Navarra es aproximadamente de 3 cada 1.000 navarros, frente a poco más de 1 de cada 1.000 en el resto de España. Sin embargo, la pobreza severa en Navarra presenta una proporción que justo es lo inverso de lo anterior: en Navarra sólo hay un tercio de la proporción de probreza severa que hay en el resto de España. En definitiva: a más ricos, menos pobreza.

Frente a la idea de que cuantos más ricos también tendría que haber más pobres, el hecho es que cuantos más ricos hay menos pobres. Los países donde hay más pobres no son los países donde hay más ricos, o los primeros puestos de la lista Forbes estarían ocupados por nacionales de Burundi, Liberia o Burkina Faso. Por el contrario, el 90% del top 50 de Forbes son estadounidenses o europeos. Si queremos ir construyendo un mundo mejor no se trata de acabar con los ricos, sino con los pobres.

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3 respuestas

  1. No compro esta idea. Los dos señores de la foto eliminarían muy contentos la sanidad pública. ¿Qué consecuencias tendría eso en nuestra sociedad? ¿Cuál es la causa de la desigualdad en las sociedades más injustas del planeta? Para resolver esas desigualdades en países pobres es necesaria la inversión pública. Es el dinero el que debe estar al servicio de la sociedad. No al revés.

  2. Pues yo estoy totalmente de acuerdo, porque si el sistema sanitario , educativo , público es INEFICAZ gastando el dinero, mucho mejores y más servicios tienes dedicando el dinero de tus impuestos a elegir la sanidad que quieres. Al menos que te dejen elegir….porque los funcionarios públicos que les dejan elegir , lo hacen mayoritariamente por la privada; algo sabrán de ello, digo yo.

    Y añado, #quémalaeslaenvidia. Pero mala, mala, mala. Mala de narices. Los ricos debieran ser modelo a seguir e imitar, no cono objetivo a desangrar y robar.
    Y con la clase media lo mismo.

  3. Lo bueno y lo malo no viene determinado por los ceros de la cuenta corriente. Una sociedad en la que aumentaran los ricos a base de traficar con drogas, blanquear capitales, corruptelas políticas, clínicas abortistas, trata de blancas y especuladores inmobiliarios no sería una sociedad ideal sino una sociedad enferma.
    Por contra, una sociedad en la que el campesino es pobre porque cultiva maíz en vez de marihuana y los alcaldes no se hicieran ricos por decisiones prevaricadoras se conduciría en una buena dirección.
    Si la avaricia conduce a la sociedad esta ira a la quiebra.

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