No hace ni un mes que calificábamos como un gran éxito la manifestación en forma de caravana automovilística que tuvo lugar en Pamplona a favor de la libertad educativa y contra la Ley Celaá. Curiosamente subrayábamos que el éxito de una manifestación cualquiera en buena medida se calcula según lo molesta que le resulta al poder contra el que se convoca. Pues bien, parece que el éxito, con ser fenomenal, de hecho fue muy superior al que estimábamos, al menos a la luz de la molestia que le generó al poder establecido. Tanto que el delegado del gobierno en Navarra, don José Luis Arasti Pérez, ha decidido limitar a 200 vehículos la manifestación que se convoca otra vez este domingo día 20 a las 11 horas de nuevo en La Morea. Obviamente la plataforma MasPlurales ha recurrido la decisión por atentar contra el derecho de manifestación y otros derechos fundamentales. La pasada manifestación congregó a cerca de 5.000 vehículos.
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Desde luego la limitación no tiene sentido alguno. ¿Cómo va a controlar el señor Arasti el límite que impone a los manifestantes? ¿Van a llevar los manifestantes un cartel numerado que ponga “manifestante”? O sea, ¿cómo va a prohibir que cualquier persona salga a conducir su coche el domingo por la mañana? ¿Y cómo va a prohibir que alguien pueda llevar un globo naranja en su coche o vista una camiseta naranja? ¿Y cómo va a prohibir que una persona con una camiseta naranja o una cinta naranja en el coche conduzca hasta la Morea, o por La Morea, o pasando por La Morea, o yendo a cualquier otra zona respetando el Código de Circulación y las señales de tráfico? ¿Cómo distinguirá el señor Arasti a los 200 manifestantes legales del manifestante 201, o cómo distinguirá manifestantes de personas que sencillamente pasen por allí y casualmente lleven un globo naranja en la bandeja del maletero? ¿Va a prohibir los globos naranjas el domingo por la mañana?
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Dentro de todo la prohibición del señor Arasti está muy bien porque anima a la gente a volver a manifestarse, pese al peligro que siempre tiene tratar de repetir un éxito o agotar al manifestante. Es decir, a veces se pueden tener dudas de si hacer estas cosas molesta a los gobernantes contra los que se protesta. En este caso, a la vista de la reacción, no hay ninguna duda de que molesta extraordinariamente y que por tanto es algo útil y que no pasa inadvertido. Al gobierno le molesta y le importan a partes iguales estas manifestaciones contra sus planes liberticidas. Entre esto y la publicidad que le vuelve a dar a la convocatoria casi podría pensarse que el delegado del gobierno apoya la causa. Obviamente no es así, pero es el efecto colateral indeseado que podría estar provocando.
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Otra cuestión que queda de nuevo absolutamente en evidencia es que el gobierno aprovecha descaradamente la pandemia, sus poderes ordinarios y sus poderes extraordinarios para acallar las críticas y recortar los derechos y libertades de los ciudadanos. La limitación de 200 coches manifestándose no tiene la menor lógica sanitaria. El coronavirus no atraviesa los parabrisas. Se trata de un claro abuso del poder para reprimir las protestas contra el gobierno.
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En el peor de los casos todo lo que está sucediendo sirve al menos para que al PSOE, Podemos y el resto de socios de este gobierno se les vaya cayendo la careta. Odian la libertad. No soportan la crítica. No respetan a quien no piensa como ellos. Lo que dicen no coincide en nada con lo que hacen. Constantemente practican una doble moral. De esta sólo quieren que salgamos más sumisos, más incapaces de decidir por nosotros mismos, más limitados a repetir sólo lo que nos diga el gobierno que debemos pensar.
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