9 de los 10 directores generales de la ETB han sido del PNV

El pasado domingo el diario El Correo entrevistaba a Bingen Zupiria, el portavoz del gobierno vasco. Una de las preguntas que se le hacían se refería a la politización de la televisión pública vasca y al hecho de que el último director general de la EITB, Andoni Aldekoa, nombrado hace unos meses, sea un miembro del PNV y antiguo asesor de Azkuna y dircom de Urkullu. Zupiria utilizó para responder a la pregunta la estrategia de hacerse el ofendido, una estrategia a la que por otro lado nos vamos acostumbrando en estos tiempos de proliferación de cargos de todo tipo marcados por el amiguismo en su reparto. En fin, que faltaría más que alguien por tener carné del PNV no pudiera acceder a un cargo como cualquier otro hijo de vecino. Sólo le faltó al portavoz del gobierno vasco denunciar un apartheid contra los pobres militantes del PNV.

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Jajaja ¿Cuándo lo ha sido?Gorordo, Ortuondo, Zarraoa, Ortuzar, Aldekoa, hasta Zupiría, autor de estas declaraciones, dirigió ETB. La bochornosa ocupación de EITB por el PNV no tiene parangón. pic.twitter.com/OvXXJNzV1v

— Asociación Esteban de Garibay (@estebangaribay_) April 11, 2021

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La realidad de los hechos, sin embargo, viene a decirnos que si algo puede decirse respecto a los nombramientos en la dirección general de la ETB es todo lo contario de lo que pretende el portavoz del gobierno vasco. De los 10 directores generales que ha tenido la ETB, 9 son militantes del PNV, incluyendo al propio presidente del PNV. O sea, que no es que alguien con el carnet del PNV no pueda ser director general de la ETB, sino que no se puede ser director general de la ETB sin el carnet del PNV.

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En el historial de nombramientos de la ETB, como puede observarse, sólo ha habido una ocasión en la que el director general de la ETB no ha sido alguien del PNV. Se trata de Alberto Surio, nombrado en los tiempos en los que Patxi López fue lehendakari. El PNV jamás estando en el gobierno ha nombrado a nadie al frente de la ETB que no fuera del PNV. Salta a la vista que el interés del nacionalismo por que se capte la ETB en toda Navarra no tiene nada que ver con la cultura vasca sino con el adoctrinamiento.

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La ETB, a este respecto, es bastante más que una puerta giratoria: es uno de los principales instrumentos de propaganda y creación de opinión del nacionalismo. Bien es cierto que esto no es una característica peculiar del País Vasco, sino un mal endémico que se repite allá donde existe una televisión pública. Para ser precisos, lo cierto es que a lo mejor habría que replantearse el calificativo de pública. Una televisión pública lo es en cuanto se paga con el dinero de todos, pero no lo es en cuanto que su uso es absolutamente privativo y particular como demuestran los hechos.

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Tras décadas de experiencia con todo tipo de televisiones públicas en casi todas las comunidades, no cabe ninguna esperanza de concebir una televisión bajo el control del gobierno que no sea totalmente pro-gubernamental. Por el contrario, lo que observamos según pasa el tiempo es un empeoramiento progresivo de la situación: cada vez las televisiones públicas son más partidistas y más radicales. Seguramente aquí seria de aplicación a las televisiones públicas el famoso lema de gestión de Jack Welch: “arréglalo, véndelo o ciérralo”. En el mejor de los casos estaríamos ya en el punto dos. Para concluir, algunas estimaciones hablan de un coste de los medios públicos en España de 1.800 millones al año. Poner a todos los españoles las dosis de Pfizer costaría sólo 1.400 millones de euros. Por otra parte, devolver ese dinero a los españoles representaría unos 100 euros por hogar. Más o menos el precio básico de Netflix. Como poco da que pensar. ¿Es mucho peor Netflix que la ETB?

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