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Si tu caíste al suelo por segunda vez, Señor, es porque nosotros, porque yo, caigo por segunda y tercera y muchas veces más. Tuviste que besar de nuevo el suelo para mi sanación. Te caíste porque estabas destrozado pero tus caídas estaban previstas por mi pecado. Yo no sé si tú sabías la razón de esta segunda caída. Tal vez sí, pero en pura fe y oscuridad. Tu padre del cielo sí que lo sabía bien porque era el que estaba detrás de tu pasión. Lo hacía para que encontráramos perdón en todas nuestras caídas.
Señor yo te alabo y te bendigo por esta epidemia en la que está sumido todo el planeta. Hemos sido muy orgullosos. La ciencia, la filosofía, el progreso, nos han dicho que tú no eres necesario; que la especie humana se salvará a sí misma; que el superhombre lo dominará todo. Ahora estamos humillados. Parecía imposible que pudiéramos caer desde las alturas a las que el progreso nos había subido pero estamos por tierra, como tú. No dejes, Señor, de compadecerte de nosotros