El totalitarismo postal

El presidente no comparece. No acepta preguntas. No da la cara. Cuando no tiene más remedio que comparecer en el Congreso, no responde lo que se le pregunta. Cuando concede una entrevista, ya sólo es a un periodista del equipo gubernamental de opinión sincronizada. En las ruedas de prensa, cuando las hay, sólo pueden hacer preguntas los periodistas del equipo. Pero sin embargo el presidente le ha cogido afición a escribir cartas. Esperemos que al menos en las cartas no haya párrafos plagiados o que no se las escriba Irene Lozano. La verdad es que al leerlas resulta bastante fácil creer que sus cartas a la ciudadanía las escribe él mismo, él mismo o un sobrino de 13 años.

Lo cierto es que esto del género epistolar es por lo visto un interés común del matrimonio presidencial. O sea, a fin de cuentas estamos en este punto por unas cartas de recomendación. A los Sánchez-Gómez les encantan las cartas. El de Moncloa es un matrimonio epistolar. La penitencia por criticar a Sánchez es tener que leer sus cartas. El hombre del saco, el coco y tener que leer otra carta de Pedro Sánchez son cosas que generan pavor al mismo nivel. ¿Alguien se imagina recibir una carta de recomendación de Begoña Gómez y no atenderla viendo como funciona esta gente? El escrito de Sánchez es una carta de recomendación del presidente del gobierno a un juez para que deje de investigar a su mujer. Este es la recomendación que se desprende de la carta y de toda la ofensiva político-mediática que la acompaña.

El señalamiento del presidente del gobierno al juez resulta evidente. Para empezar debería haber tapado la condición de imputada de doña Begoña hasta después de las elecciones europeas. Primero votar y después saber lo que se vota, así funciona la democracia. Toda la acusación contra la esposa del presidente es un zafio montaje de asociaciones ultraderechistas sin base alguna. Por tanto el juez ya sabe lo que tiene que hacer. Si después de que el presidente del gobierno le haya dicho que no hay nada el juez todavía insiste en seguir investigando, habrá que pensar que es un prevaricador y una marioneta de la extrema derecha. A falta de una tercera carta no parece que haya más opción.

Lo cierto es que la carta de Sánchez a Begoña le puede hacer un flaco favor, porque ahora pone al juez en la tesitura de parecer un amedrentado ante el poder si hace cualquier cosa que no sea todo el rigor exigible ante una persona imputada. Si el juez absuelve a Begoña, va a parecer que lo hace bajo presión.

Desde luego la carta de Sánchez incide todavía más si cabe en la polarización y la división del país. El PSOE es el partido por dos. El partido guerracivilista. El partido divisor. Los imputados por ejemplo se dividen en dos: los injustamente perseguidos por la maquina del fango, cuando son sanchistas, y los demás. Los jueces también se dividen en dos: los que hacen lo que queremos y los jueces que practican el lawfare. Hasta los delincuentes se dividen en dos: los que persigue la justicia y los socios a los que amnistiamos a cambio de sus votos. Por supuesto la prensa se divide en dos: la que escribe lo que nos parece bien y la que alimenta el discurso del odio y los bulos. Ante este panorama no cabe otra cosa que levantar un muro entre españoles para separar la malvada fachosfera de los españoles de bien sumisos a los dictados de don Pedro Sánchez Castejón.

El presidente no ha dudado en hacer de la necesidad virtud convirtiendo la imputación de su mujer en un elemento más de movilización del electorado a través de la victimización. Irónicamente, se podría decir que Sánchez está haciendo lo mismo que Trump. Sánchez pretende que la decisión del juez puede condicionar el resultado electoral, pero al mismo tiempo trata de usar la decisión del juez para movilizar a sus votantes. O sea, que si el domingo el PSOE tiene un buen resultado debería darle las gracias al juez del caso, pero si tiene un mal resultado pondrá las elecciones bajo sospecha.

El problema es que las elecciones no son un tribunal popular, no pueden absolver a Begoña Gómez, ni condenarla. Es a Pedro Sánchez en todo caso a quien se juzga. Politicamente, no judicialmente, aunque el presidente lo mezcle todo y después se queje de la mezcla. Si las elecciones europeas ya eran importantes ahora son extraordinariamente importantes. El domingo somos los ciudadanos los que le podemos meter una carta en un sobre a Pedro Sánchez.

Lo que en todo caso debe denunciarse, porque es uno de los elementos más preocupantes de la carta, es que el marido de la imputada no puede decirle al juez que en el caso no hay nada. De hecho este es uno de los elementos clave de la necesidad de que Sánchez dimita, aparte de por la ética y la estética. Pedro Sánchez tiene que dimitir porque el marido de una imputada no puede estar al frente de un poder del estado contra otro poder del estado.

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