Leer artículo anterior
Impresionante frase pronunciada por un hombre, el hombre Jesús, el resucitado. Como hombre y como resucitado le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra, siempre al socaire, claro está de su personalidad divina. Nos redimió en su cuerpo de carne, como dice San Pablo. Su sangre es el aval de la nueva alianza. En el canje, Dios se hace hombre y nosotros participamos de su naturaleza divina.
Mateo nos dice que esta frase la pronunció Jesús en Galilea, en un monte donde les había citado el Señor (Mt 28, 16). Al verlo, le adoraron; algunos, sin embargo, dudaban. Jesús se acercó a ellos y les habló así: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándolas a guardar todo lo que yo os he mandado. Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo.
Señor, yo quiero hacer de este vialucis un recordatorio de tanto ser humano muerto en esta pandemia. Nos lo comunican con estadísticas oficiales pero la estadística no nos llega al corazón porque oculta el nombre y el alma de cada difunto. No podemos abrazar a cada uno porque se han ido casi todos en la soledad y el anonimato quedándonos solo la estadística. Para ti, Señor, no cuentan las estadísticas. Todos han sido redimidos en tu cuerpo de carne, tú les has recibido uno por uno. Te pedimos por ellos y confiamos en tu inmensa misericordia. Que tu sangre sirva de aval para todos.