Leer artículo anterior
Jesús no recriminó a Pedro ni le recordó su traición. Ni una palabra. Simplemente la hoguera. Le iba a sanar pero la sanación psicológica requiere sus detalles. A Jesús le gusta sanar nuestras heridas poniéndonos en circunstancias parecidas a las del momento que se produjeron. Pedro le negó delante de un fuego ahora va a ser rehabilitado delante de otro fuego.
Jesús dice a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Pedro le contesta: Sí Señor, tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: Apacienta mis corderos.– Repite Jesús por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le contesta: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Apacienta mis ovejas.– Insiste Jesús por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció ante la reiteración de Jesús y exclamó: Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Tres veces le negó Pedro, tres veces tuvo que proclamar su conversión.
Señor te doy gracias por la debilidad de Pedro que es mi debilidad. Te doy gracias por un nuevo clima de solidaridad a la que nos conduce el vivir juntos esta peste vírica que padecemos. Solidarios en la debilidad. Tú corregiste a Pedro en su debilidad y a la vez le conferiste la más alta dignidad no a solas sino delante de muchos discípulos. Esta pandemia nos ha demostrado que la humanidad es una en todo el planeta. Ten misericordia de todos porque la debilidad es también patrimonio de todos.