Hay que estar un poco ciego para no ver que a UPN no le van bien las cosas. No es una buena noticia, porque todo lo mal que le vaya a UPN le tendrá que ir bien a otro partido navarro de fuera del bloque cuatripartito o no habrá alternativa al cuatripartito. Valdemoros hizo pública ayer en el parlamento foral su decisión de abandonar la política y volver a su labor en el sector privado explicando que «hace cinco años decidí dar un paso desde la actividad privada al ámbito público de la política», con el deseo de «contribuir con mis conocimientos y con el mejor de mis esfuerzos a intentar construir una sociedad navarra mejor«, pero que actualmente “por determinadas circunstancias, no encuentro el camino para poder seguir aportando desde esta actividad pública al objetivo de mejorar esta tierra. Así que, por respeto a cómo entiendo la actividad política, por respeto al ciudadano y por respeto a mí misma, prefiero dar un paso a un lado y regresar de momento a mi actividad privada profesional».
La salida de María Jesús Valdemoros es otro duro golpe para UPN, ya que si retrocediendo 3 ó 4 años en la historia de UPN nos hubiéramos preguntado quiénes eran las figuras fuertes del partido, los candidatos más populares y atractivos, los que transmitían mejor imagen, los que mejor comunicaban, o simplemente los más cualificados, los nombres más probables serían Adanero, Sayas, Iriarte, Valdemoros… Bueno, al menos de momento les queda Iriarte.
El problema no es sólo la sangría en los cuadros, sino el perfil de los que entran por los que salen. O sea, el problema no es sólo que se vayan Cristiano Ronaldo y Benzemá, sino que no aparezcan Vinicius, Bellingham o Mbappé en su lugar. No podemos decir que se han ido todos los anteriores pero que han aparecido otros igual de buenos o mejores. Por supuesto hay quien a varios de los citados en UPN los considera traidores pero, al margen de ese tipo de consideraciones o del debate sobre su actuación, ¿ha llegado alguien que comunique mejor que esos “traidores”?
Por otro lado los resultados electorales de UPN están a la vista. UPN en 2015 tuvo 15 diputados. La derecha ha crecido desde entonces 3 diputados, ninguno de los cuales se los ha llevado UPN. Todo el crecimiento del centro-derecha en Navarra desde 2015, vale que escaso, se lo han llevado por completo el PP y VOX. UPN no ha sabido aprovechar en absoluto ese crecimiento. Tampoco ha sabido aportar nada a él. En las Generales de 2023, tras la dramática salida de Sayas y Adanero, UPN se convirtió nada menos que en la cuarta fuerza política de Navarra, por detrás del PP. De todos los votantes que había tenido Navarra Suma en las generales de 2019, tras la ruptura de Esparza con Sayas y Adanero más de la mitad se fueron con el PP.
¿Qué piensa UPN? ¿Qué quiere UPN? ¿Con quién quiere estar UPN? Es muy difícil vender un mensaje, pero si no se tiene un mensaje venderlo no es que sea difícil, es que es imposible. Tener un discurso diferenciado es capital. No es que UPN tenga que copiar el discurso de Milei, pero Milei es el claro ejemplo de cómo alguien con un discurso se puede sobreponer a tener en contra todo lo demás. Obviamente no se puede ser alternativa al cuatripartito con el mismo discurso del cuatripartito, compitiendo a ver quién es más defensor de la Agenda 2030, o más LGBT, o más ideología de género, o más socialdemócrata, o más woke, o más welcome refugees. Oponerse al discurso dominante es colocarse debajo del martillo mediático, pero abrazar el discurso del contrario es anularse como alternativa. Si uno ya no busca crecer en electores sino en escaños, sumando quesitos con otras formaciones políticas, seguro que no va a crecer en electores y puede que al final tampoco sume ningún escaño jugando al quesito.
La fuerza de UPN es la de ser un partido navarro con centro de decisión en Navarra, pero eso no basta. Las decisiones que se toman y el discurso que se ofrece son tan importantes al menos como el lugar desde el que se lanzan. Los reproches sobre Bildu son absolutamente justos y necesarios, pero lamentablemente no suficientes. Denunciar a los filoetarras es una obligación moral, pero no ofrece una clara rentabilidad electoral. Esa es la realidad de la sociedad navarra en que vivimos. Por contra, UPN (como las demás fuerzas de oposición) puede aprovechar el deterioro constante que Navarra está sufriendo en asuntos como la mediocridad comparativa de los datos de empleo, el empobrecimiento de la población, el sufrimiento del sector primario, el maltrato a las empresas, la mala gestión de los récord de recaudación, las listas de espera, los malos resultados en PISA de la Educación, la inseguridad… Jugando en un tablero inclinado en su contra, como todo partido de centro-derecha, UPN necesita encontrar su discurso y las personas que sepan vender ese discurso. A fecha de hoy parece escaso de lo uno y de lo otro. Un poco más escaso aún con la salida de María Jesús Valdemoros. La calidad de un equipo, por otro lado, se garantiza precisamente mediante personas que, como María Jesús Valdemoros, no tengan que quedarse necesariamente donde han dejado de ver un horizonte sólo porque no tienen a dónde volver fuera del puesto que les proporciona el partido .