Los inmigrantes ilegales vienen a generar riqueza, son una bendición, un auténtico regalo, pero que se los quede el vecino. La CAV y Cataluña no quieren riqueza, regalos, ni bendiciones. En realidad tampoco quieren esa bendición el resto de comunidades. En el mundo real hay tortas por no quedarse con toda esa riqueza que en teoría vienen a traer los inmigrantes ilegales. Lo que pasa es que los únicos que pueden librarse del reparto son los que tienen los votos para dejar de sostener a Sánchez. Lógicamente, a la hora de repartir esa bendición teórica pero que en la práctica todo el mundo se comporta como si fuera una maldición, Sánchez ha cedido excluyendo a vascos y catalanes. ¿Será casualidad o estaría esto entre los apartados secretos para negociar la aprobación del decreto microbús? El caso es que los menas habrá que repartirlos entre todos menos entre los sanchistas con capacidad de moverle a Sánchez el asiento.
Entre quienes han aparecido en las últimas horas como entusiastas del control de fronteras no es el caso menos llamativo el de Arnaldo Otegui. La izquierda abertzale tiene que sobreactuar con un discurso pro-inmigración porque durante décadas se ha dedicado a la lilmpieza étnica no ya del resto de españoles, sino de los vascos que osaban contradecir su discurso. ¿En qué momento la izquierda abertzale o la derecha aranista se pueden presentar como welcome refugees? Sólo en la medida en que su discurso actúa como un mecanismo de compensación. Pero basta ya. Ahora Otegui reclama las competencias en inmigración, lo que no tienen sentido si no crees en las fronteras y su control, y por otra parte apunta que el pueblo vasco necesita las competencias de inmigración porque su identidad nacional está en riesgo. O sea que Bildu empieza a darse cuenta de que la inmigración descontrolada pone en cuestión la identidad nacional: bienvenidos a la teoría del reemplazo. Pero claro, es que saben que el votante de Bildu vive en el mundo real y al final buscará en otra parte las soluciones que no le ofrezca el partido.
En este contexto no puede resultar tan extraño que el PNV y Bildu puedan acudir juntos a las elecciones. ¿Acaso no están ya todo el día juntos votando lo mismo en muchos ámbitos y desde luego en el Congreso de los Dipùtados? ¿Acaso no buscan lo mismo? ¿Alguno de ellos no preferiría una Euskadi pobre y dictatorial a seguir siendo España?
La inmigración descontrolada y masiva está trayendo graves problemas de seguridad y de identidad a los grandes centros urbanos de toda España, y la CAV y Cataluña no son la excepción. En Cataluña, Junts e incluso ERC están viendo cómo les roba los votos y cambia el mapa político la Aliança Catalana de Silvia Orriols, y esto es sólo el principio. Por consiguiente, ya han empezado a maniobrar. Es por ello que entre las exigencias a Sánchez ahora incluyen la exigencia de las competencias en inmigración y excluir a Cataluña en el reparto de los menas. Bildu y PNV ven las barbas de ERC y Junts pelar y ponen las suyas a remojar. Por suerte unos y otros tienen por ejemplo a Navarra. Como ellos salen del reparto, Navarra tocará a más menas e ilegales para acoger. Toda esa riqueza, ese regalo y esa bendición no la tendremos que repartir con ellos, qué afortunados nos podemos sentir.
¿Son o no sonlos ilegales una bendición? ¿Quién se equivoca?¿Quién es el tonto en este reparto? De momento, en realidad la división es entre quienes pueden elegir salirse del reparto y los que no, y todos los que pueden elegir deciden salirse. ¿Alguien quedaría dentro del reparto si pudiera salir? ¿Alguien está diciendo no pasa nada, es estupendo, mándenmelos todos a mi? La verdad es que no hay oposición entre un discurso a favor y otro en contra del control de la inmigración: sólo hay hipocresía y un discurso a favor del control de la inmigración.
