En EEUU se han celebrado las elecciones de mitad de mandato, donde se renueva toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado para un mandato de 2 años en el primer cuerpo legislativo y de 6 en el segundo. Finalmente, no ha habido la ola roja que se esperaba y el Partido Republicano, aunque ha vencido y controlará presumiblemente la Cámara de Representantes los dos años siguientes, no ha conseguido lo mismo con el Senado y todavía está en el aire lo que ocurra con la cámara alta del legislativo norteamericano, cámara que tiene por funciones, entre otras, aprobar la legislación federal conjuntamente con la Cámara de Representantes, confirmar los nombramientos de funcionarios federales y autorizar los Tratados firmados por el Presidente, entre otros.
Ante una situación muy grave de crisis económica, de recesión inminente, de inflación galopante y de unas altas tasas de impopularidad de Joe Biden, el Partido Republicano sólo ha sido capaz de sacar una exigua mayoría, salvo en Estados como Florida, donde Ron DeSantis, el Gobernador, ha conseguido una victoria arrolladora con casi el 60% de los votos, enfrentándose a todo el aparato mediático del Estado, como la todopoderosa Disney, haciendo campaña contra él.
El triunfo arrollador de DeSantis es el triunfo de la América de siempre, la América de la libertad, la familia y la tradición frente a la Agenda woke de la izquierda comunista representada hoy en no pocas personalidades del Partido Demócrata.
Probablemente, los candidatos apoyados y auspiciados por Trump hayan sufrido un severo varapalo, tal es el caso del Dr. Oz, candidato a senador por Pensilvania, quien ha perdido la contienda particular con John Fetterman, candidato demócrata con graves problemas mentales que, sin embargo, ha conseguido la victoria muy a pesar de que no estaba nada capacitado para el cargo.
Así pues, los conservadores que han aplicado un mínimo sentido común contra la Agenda woke y han hecho política provida han salido victoriosos, pues no sólo es el caso de DeSantis, sino también el caso de Greg Abbott, Gobernador de Texas, en un Estado tradicionalmente republicano como es el Estado de la estrella solitaria.
Pero parémonos en Florida, pues DeSantis ha defendido y ha aplicado durante estos 4 años la libertad de vacunación total frente a las imposiciones totalitarias de vacunación obligatoria frente al Covid; ha aplicado una política dura contra la inmigración ilegal, trasladando a los inmigrantes ilegales que entraban ilegalmente en su Estado a otros Estados limítrofes con Gobierno demócrata; ha aplicado una gran política contra la ideología izquierdista en las escuelas, promulgando la Ley que sus enemigos bautizan como don’t say gay, que prohíbe el adoctrinamiento LGTBI en las escuelas primarias del Estado, con lo que los niños de hasta 12 años de edad están totalmente descontaminados de ideología de género; ha dado la batalla cultural contra la locura trans, pues la Junta Médica del Estado de Florida nombrada por él ha prohibido en estos años las operaciones de cambio de sexo en menores; ha aplicado una política totalmente provida, promulgando la conocida como ley del latido, que prohíbe el aborto en el Estado cuando empieza el latido del corazón del feto; ha bajado los impuestos, aplicando una gran bajada del IVA en todos los productos básicos y de primera necesidad, así como una gran bajada de impuestos en todos los tributos relacionados con la vivienda, además de mantener a Florida como uno de los Estados que no hace pagar a sus ciudadanos un IRPF estatal adicional al IRPF federal, como así hacen los Estados demócratas.
En definitiva, libre mercado, democracia, familia, patria y tradición han sido las recetas de Ron DeSantis en estos 4 años al frente de Florida, lo que le ha permitido llevarse todo el voto hispano, concienciado frente al comunismo que hoy asola Hispanoamérica. Por ello, es entendible que en las próximas primarias republicanas habrá una lucha encarnizada entre los partidarios del ex Presidente Donald Trump y los partidarios de Ron DeSantis, dos titanes luchando frente al progresismo imperante y lo políticamente correcto.