¡Viva México!

México se dirige a marchas forzadas hacia un modelo dictatorial. Tampoco puede resultar muy sorprendente que cualquier país gobernado por la extrema izquierda vaya derivando en régimen totalitario. Para ilustrar esta deriva, sirva la lista de invitados a la proclamación de Claudia Sheinbaum, la sustituta de López Obrador al frente de la presidencia. El rey de España ha sido vetado, y también han sido vetados o no acudirán Milei ni los presidentes de Perú o Ecuador. Bukele tampoco parece que vaya a acudir. Es decir, en este ridículo conflicto podría parecer que asistimos ante un enfrentamiento entre España y la hermandad de los países de Hispanoamérica pero no es así. España es sólo uno de los muchos países de la Hispanidad con los que tienen problemas López Obrador y su pupila. Cuando a un país no le va bien ya se sabe que suele buscar para desviar la atención un enemigo exterior, seguramente por eso casi todos los regímenes izquierdistas de Hispanoamérica, con la pobreza y la tiranía que acarrean, suelen buscarse a España como propicio enemigo exterior.

Si poco sorprende la lista de excluidos, menos aún sorprende la de incluidos. Al final parece que no acudirán personalmente al evento Putin o Maduro, pero no por no ser bienvenidos sino por sus propias dinámicas y problemáticas internas. A la extrema izquierda mexicana le preocupa mucho el juicio moral a Hernán Cortés o Isabel la Católica, pero los estándares democráticos son poco exquisitos en cambio para tiranos y asesinos sanguinarios presentes como Putin o Maduro.

Entre los presidentes cuya presencia se ha confirmado para la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, sí se cuenta Miguel Díaz-Canel, el presidente de la dictadura cubana. Se observa por tanto que el criterio para ser bienvenido por Sheinbaum u Obrador es ideológico y no moral. Con los tiranos y asesinos de nuestra orilla no hay problema. Por los pecados del presente a los nuestros se les aplaude, no se les exige que pidan perdón.

Por lo demás estamos siempre con la misma monserga de la ultraizquierda revisionista. Pedir a España que pida perdón por tal o cual o cosa del siglo XV es como exigir que pidan perdón los romanos, los cartagineses o los persas. Irónicamente, Sheinbaum ha invitado al presidente Biden, aunque sólo acudirá su mujer, pese a que los EEUU se han comido buena parte del territorio de México desde que se independizó. A la mujer de Biden no le reclaman la devolución del territorio ni que pida perdón.

Aparte del sinsentido del presentismo y de intentar aplicar criterios y estándares de la actualidad a sucesos del siglo XV, cuando los presentes estándares morales de López-Obrador y Sheinbaum por lo visto los superan sin problemas Putin, Maduro o Díaz-Canel, el hecho es que la llegada de España a América supuso para empezar el fin de la antropofagia, de los sacrificios humanos y de la esclavitud. Supuso además la llegada de todo el conocimiento y toda la cultura de Occidente, razón por la cual cuando López-Obrador se pone enfermo acude a un médico y no a un hechicero. Cuando México obtuvo su independencia, la nostalgia indigenista no supuso el regresó al indigenismo, su forma de vida, su religión y sus costumbres, ni el rechazo de todos los avances del mundo moderno, sino que en vez de volver a sus antiguos dioses siguió abrazado el cristianismo, los avances y la forma de vida y la cultura occidental, por algo será. Incluso el marxismo y el comunismo materialista que abrazan ahora el gobierno mexicano son una importación transatlántica y no unas ideas originales indigenistas. No han vuelto a lo anterior, sino que de lo importando han abrazado lo peor y con una historia más criminal.

Por innecesario a estas alturas no nos detendremos demasiado en señalar el infierno que era la vida precolombina para los aztecas de a pie o para los vecinos de los aztecas. Cortés no conquistó el imperio azteca enfrentándose a cientos de miles de guerreros con unas espaditas y unas pistolas que disparaban una bala cada 20 minutos, lo hizo con el apoyo de todos los pueblos indígenas que estaban siendo masacrados por los aztecas. Naturalmente el oro de los aztecas no lo disfrutaban los aztecas, sino sólo sus tiranos. Con todos sus defectos, el Imperio Español no consideraba a los indígenas como animales sino como seres humanos, y los trató como se podía esperar del trato a los seres humanos en el siglo XV. En vez de exterminar a los indígenas, como los anglosajones, los españoles de la época se hermanaron, se mezclaron y compartieron su religión. No eran colonias, eran España. Algunas cosas no eran perfectas pero es que tampoco lo eran a esta otro lado del mar.

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