Usted también es sin saberlo un bonista patriótico catalán

Mucho hemos hablado de los sucios pactos del PSOE para mantener a toda costa en el poder a Pedro Sánchez, sucios pactos que empezaron por la compraventa de indultos a cambio de votos y cuyo penúltimo capítulo es la quita de deuda por votos, o comprar votos para el PSOE con el dinero de todos. El problema es que la corrupción se encuentra ya institucionalizada y cuando la corrupción está institucionalizada ya no se se persigue, no se puede, nadie vigila a los ipsos custodes.

Contra la quita de deuda decíamos que no era tal. La deuda no se quita ni se condona sino que se traslada. La deuda autonómica pasa a ser deuda del estado central. El fraude es evidente por muchos motivos. Es como si en un a cena, en vez de pagar cada uno su plato, se reparte la factura entre todos, pero habiendo pedido unos caviar y champán y otros aceitunas y agua del grifo. Obviamente es injusto. Además todo es un teatrillo para hacer que se condona deuda a todo el mundo cuando en realidad se trata de condonar sólo la deuda de una comunidad y después intentar camuflarlo. El resultado es que la deuda no desaparece sino que se convierte en deuda común que pagaremos entre todos y que unos resultan perjudicados y otros mucho más favorecidos que otros. Pero todo eso no importa porque el asunto de fondo es que el PSOE pueda comprar los votos que Pedro Sánchez necesita para seguir en Moncloa.

El punto en que sin embargo se ha incidido poco es que una parte de la deuda catalana condonada, aparte de la mala gestión de la Generalidad, forma parte de aquello que en su día se llamaron los “bonos patrióticos catalanes”. Estos patrióticos bonos para pardillos que la Generalidad se inventó para sortear la crisis económica a partir de 2010 le sirvieron a Artur Mas para no recortar el gasto público catalán, relativamente, a costa del sentimentalismo de más de cien mil insensatos, sin excluir posibles chanchullos, que consideraron buena idea prestar a Mas el dinero que no le prestaban los mercados por alguna extraña razón.

La mala noticia para todos es que el estado español entonces presidido por Rajoy tuvo que salir, como siempre, a rescatar a la Generalidad para que pudiera hacer frente al pago de los intereses de estos bonos basura patrióticos. Para ello el gobierno central usó el dinero del Fondo Autonómico de Liquidez, el FLA, que se hizo cargo de satisfacer los pagos a los bonistas patrióticos catalanes que con tan poca sesera le habían prestado sus ahorros a la Generalidad. De este modo se perpetuaron además dos grandes males que se repiten constantemente en el tiempo y en muchos campos y que explican buena parte de la situación de la España actual. Primero que se rescata a la gente de sus malas decisiones en vez de dejar que se haga cargo de ellas, como sería lo normal, como sería lo justo, y como habría que hacer además para incentivar la responsabilidad y la reflexión. Segundo, aparte del rescate económico, a lo que se procedió fue a un rescate electoral del nacionalismo, que no tuvo que responder ante sus simpatizantes, bonistas y electores del impago. No hacemos más que dar dinero y ventajas a los nacionalistas y después nos preguntamos con cara de besugos cómo es que no retroceden en las urnas. ¿Y si dejamos algún día de cubrirlos de billetes e incentivarlos?

Como ya hemos mencionado y anunciábamos al principio, los 2.491 millones de euros más intereses que el estado le tuvo que entregar a la Generalidad para que pagara a sus 130.000 incautos patrióticos, se sacaron de los dineros del FLA. Y efectivamente, la deuda que sobre la que ahora se ejecuta una quita de la mano de Junts y el PSOE es la deuda del FLA. O sea, que hubo que rescatar a los votos patrióticos con el dinero del FLA y ahora esa deuda del rescate nos la reparten entre todos. No sólo nos toca pagar la deuda catalana de los bonos patrióticos, pero también la parte de los bonos patrióticos. Llevamos todo el artículo llamando prácticamente tontos a todos los ilusos que al llamado de Mas compraron bonos patrióticos pero, en realidad, ¿qué nombre deberíamos tener todos los que al final nos vamos a tener que hacer cargo de ese pago gracias a los turbios manejos de Sánchez y sus socios? ¿Y cómo llamar a los que, además de pagar, lo van a hacer además encantados por seguir siendo sanchistas y por no ser capaces de entender lo que está pasando? ¿O se puede entender lo que está pasando y seguir apoyando al sanchismo?

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