Transexualidad o muerte

La Ley Trans es la plasmación en ley de una de las doctrinas más absurdas y contradictorias del absurdo y contradictorio repertorio de doctrinas de la izquierda. El sexo es autodeterminable, se puede cambiar de sexo mediante un acto administrativo, lo importante es el sexo autopercibido, el sexo biológico es totalmente irrelevante… salvo que, como en el caso de los trans, resulte que es totalmente relevante. Aunque por un lado nos venden que para ser hombre no hace falta tener pene, resulta que una mujer que se sienta hombre no puede ser feliz si no tiene un pene. La biología queda suspendida en todos los casos menos en el caso de los transexuales, en el que el sexo percibido tiene que coincidir plenamente con el sexo biológico: una mente de hombre tiene que estar en un cuerpo de hombre, no hay cuerpo de hombre sin pene y un hombre no puede ser feliz sin su pene, o con su vagina. Irónicamente, se reafirma que para ser feliz tiene que coincidir exactamente el género percibido y el género biológico sólo para un pequeño grupo de la población que precisamente se caracteriza porque su género biológico y su género percibido nunca coincidirán del todo con exactitud.

¿Se puede empeorar toda esta colección de disparates y contradicciones? Pues claro que sí. Podemos hacer que todo este batiburrillo delirante se aplique particularmente a los niños, provocando que desde antes incluso de su despertar sexual empiecen a cuestionarse su sexualidad, su género y su identidad, siendo llevados deliberadamente a un estado generalizado de confusión, en el que se puedan operar y tomar decisiones biológicamente irreversibles sin el consentimiento de sus padres, pero con la aprobación sin embargo de la ministra de Igualdad.

Sin duda la Ley Trans introduce perturbaciones en todo tipo de ámbitos, desde el deportivo hasta el penal o el profesional. El deporte femenino queda prácticamente abolido. O sea, las mujeres podrán competir en el deporte femenino y los hombres en el deporte masculino y el femenino. En el ámbito penal un asesino puede cambiar de sexo para tener una pena más baja como mujer de la que tendría como hombre. Y se abre la puerta a que un violador que declare autopercibirse como mujer pase a poder ser recluido en una cárcel de mujeres. Un aspirante masculino que no llegue a cierta estatura o a ciertas marcas para ser policía, militar o bombero, puede autopercibirse mujer para pasarlas con amplitud.

Si por un lado todo el trans-bombardeo al que está siendo sometida la población, particularmente la infancia, a veces en los propios colegios y por parte de sus propios profesores, está dando lugar a una oleada de niños confundidos y aturdidos, por otro lado los testimonios de muchos transexuales arrepentidos evidencian otra de las mentiras con las que se quiere justificar la imposición de la ley. La transexualidad no da la felicidad, existe un altísimo porcentaje de suicidios entre los transexuales y existen los transexuales arrepentidos. La Ley Trans no va a acabar con un problema, lo que puede hacer es multiplicarlo. El desastre educativo en España puede culminar con varias generaciones de niños que acaben el colegio sin saber nada y encima con una necesidad de tratamiento psicológico de por vida. Y la cosa no para de mejorar.

Iniciábamos este reflexión hablando de transexualidad o muerte pero es que es verdad. Siempre hemos tenido claro que la eutanasia, otra de las leyes ideológicas estrella de la izquierda, abría una puerta e iniciaba una pendiente por la que cada vez más personas iban a ser susceptible de pedir la eutanasia y cada vez más personas iban a ser empujadas a pedirla. Ahora ya hasta las víctimas del terrorismo que en unos años no superan su trauma pueden pedir la eutanasia. O los ciegos. O las víctimas de una violación. O las anoréxicas. O los transexuales que tras cierto número de operaciones y tratamientos hormonales sigan sin ser felices. Ya sabemos que en el 2030 no tendremos nada y seremos felices, acaso porque la eutanasia sea la alternativa subliminal para todos aquellos que se sientan infelices por lo que su vida sea generalmente considerada indigna por la población general. Todo ello porque desarrollar habilidades y virtudes para  lidiar con las tribulaciones, el dolor, el sufrimiento, la vejez o la enfermedad, ha dejado de considerarse como una parte de la vida, para ser considerado una indignidad.

Socialismo o muerte. Transexualidad o muerte. Salud o muerte. Juventud o muerte. Exito o muerte. Felicidad o muerte. En un mundo esencialmente imperfecto estamos educando a la población en la idea de que o perfección o muerte. Sobre semejantes bases pronto tendremos escasez de ataúdes además de escasez de energía o de microchips.

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Un comentario

  1. En mi opinión esta y otras leyes descabelladas, propias mas de los delirios de un loco que de un legislador, nos las ponen para ir poco a poco anestesiándonos y que aceptemos, incluso pidamos, que se admita como buena otra ley ligeramente mas suave. Como si al suprimir algunas de las cosas mas absurdas, el resultado fuera lógico, bueno y deseable.
    Asi nos están haciendo tragar como buenas, situaciones y conductas totalmente inadmisibles. Lo de la rana en el puchero. Con nuestros gobernantes nos vamos a hartar de comer ranas cocidas.

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