Un año más hemos vuelto a celebrar felizmente la Hispanidad y la Fiesta Nacional. ¿Todos? No. En España abunda la antiespañolidad. O por lo menos es muy ruidosa. Desde luego es muy influyente. Puede no obstante que no sea tan numerosa. Tampoco es una cosa nueva. Desde don Julián tenemos ese problema. Quizá todos los países tengan un problema similar. En todo caso eso no nos ha impedido ser una potencia mundial durante siglos. El amor es más fuerte que el odio. El peso de los españoles que aman a España es mucho mayor que el de la minoría que la odia. Esa minoría que todos los años el Día de la Hispanidad tiene que hacerse notar.
Si miramos hacia nuestro ombligo, lo que podemos decir de todos los que odian a España es que son socios del gobierno. Este es un hecho que no deja de ser curioso. No hay nadie que odie a España que en este momento no sea socio del gobierno. Esto nos lleva como mínimo a dos preguntas. ¿Qué clase de gobierno puede ser tan atractivo para todos los enemigos de España? Y en segundo lugar, ¿dónde nos puede llevar un gobierno totalmente dependiente de quienes quieren destruir el país?
Si miramos al exterior, tanto más de lo mismo. No hay gobierno extranjero que odie a España que no sea aliado de Sánchez y al que no admiren los socios de Sánchez. Si odias a España eres aliado de Sánchez. ¿Qué puede esperar internacionalmente España de los socios de Sánchez?
En este sentido cabe hacer un matiz importante y es que México no es el gobierno de México, igual que Venezuela no es el gobierno de Venezuela. Debemos evitar extender el rechazo desde tal o cual gobierno hasta todo el pueblo de ese país. Eso es lo que seguramente quisieran ese tipo de gobernantes: desde fuera ser identificados con la totalidad de su pueblo y desde dentro desviar la atención de los problemas internos buscando un enemigo exterior.
Naturalmente en todos los países de la Hispanidad existen quienes aman a España, simpatizan con España y se sienten hermanados con España. Se trata del sentimiento mutuo natural. Pero aquí se puede indicar el hecho contrario al que veníamos señalando desde el principio. Si simpatizas con España eres enemigo de Sánchez y enemigo de sus socios.
En un estado de cosas normal y con rumbo que nos pudiera llevar a un puerto al que realmente quisiéramos llegar, lo suyo sería excluir sistemáticamente del gobierno de España a todo el que odia a España y persigue la destrucción de la nación, cosa que parece sentido común. En un universo lógico y racional, la política exterior también debería hacer la distinción básica entre gobiernos amigos y enemigos de España, tratando a unos y a otros como tales. Lo anormal es tratar a los enemigos de España como amigos y viceversa. ¿Quién hizo con motivo de la Hispanidad un discurso a favor de España? Milei. ¿Quiénes hicieron un discurso contrario? Maduro, Sheinbaum… A los que podríamos añadir Otegui, Rufián, Echenique, Belarra, Montero… Todos los enemigos de España son casualmente enemigos también de la belleza, la verdad y la libertad.
