Ser patriota es pagar impuestos. Esta es la delirante y escasamente progresista teoría de Ana Redondo, nuestra ilustre, amada y mejor pagada ministra de Igualdad: “Ser patriota, ser demócrata, es pagar impuestos”. La frase no tiene precio. No es por otro lado un pensamiento original de la ministra, sino uno de los mantras que repiten a coro el gobierno, sus socios y sus terminales mediáticos. No hay nada en este mantra, sin embargo, que no sea estrictamente incorrecto cuando no salvajemente reaccionario. Lo que pasa es que los mantras están para repetirlos como loros, no para pensarlos.
Desde luego ser demócrata no tiene nada que ver con pagar impuestos. ¿Acaso en las dictaduras no se pagan impuestos? Lo que convierte un régimen en una democracia es acaso el poder votar lo que se paga al que gobierna, o poder votar para cambiar de gobernante si gestiona mal lo que se le paga. Estrictamente, por otro lado, lo que te convierte en demócrata a ti no es pagar impuestos sino el aceptar el criterio de la mayoría frente al tuyo, no en todo sino en las cuestiones que son del común y discutibles. Los impuestos, por ejemplo, o la gestión del gobierno. Pero vayamos aún más al fondo.
Pagar impuestos tampoco te convierte en patriota, como es lógico. ¿O para alguien no es lógico? Pretender que ser patriota es sólo pagar al gobierno es considerar sólo lo público como patria y pensar que la patria es todo lo que es del gobierno y sólo lo que es del gobierno. Esto no es sólo confundir la parte con el todo, sino además confundir el efecto con la causa. Lo público y gubernamental es sólo una parte de la patria. Todo lo que no es público y gubernamental también es patria. Pero es que además, como decíamos, la patria es un presupuesto del estado y no al revés. El gobierno no sólo es algo posterior a la patria, efecto de la existencia de una patria, y algo distinto de una patria, sino que puede ser enemigo de la patria. El gobierno impuesto por un país invasor, por ejemplo, o un gobierno traidor. Un mal gobierno es un gobierno perjudicial para la patria. Y a un gobierno le puede ir muy bien y a la patria muy mal. Entre lo gubernamental y la patria no hay identidad, y por tanto puede haber conflicto entre patria y gubernamental, casi nos atreveríamos a decir que es lo normal.
Adicionalmente, decir que ser patriota es pagar impuestos reserva el poder ser considerados patriotas a los ricos. No puede haber un discurso más reaccionario que robar el patriotismo a los pobres. Las personas que pagan menos impuestos, ¿son menos patriotas que las que pagan más? ¿Hay entonces alguien más patriota que Amancio Ortega? ¿No se puede amar a la patria por estar recibiendo ayudas del estado? ¿Es más patriota Rufián que cualquier autónomo español que ama a España pero gana menos que Rufián?
Lo increíble es que toda una ministra de España pueda ponerse delante de un micrófono a pronunciar estos dislates, o que después estos se viralicen de forma acrítica. Patriota para un gobernante es usar el dinero del contribuyente bien, para mejorar al país, no para comprar los votos de unos señores fugados de la justicia que quieren romper el país.
