Santos Cerdán anda siempre en el ojo del huracán. Sus relaciones más conocidas como miembro de la banda del Peugeot fueron el propio Pedro Sánchez y José Luis Abalos. Con quien ahora se reúne constantemente en el extranjero es con el golpista y malversador fugado de la Justicia Carlos Puigdemont. Se le aplicáramos a Cerdán el viejo dicho de dime con quién vas y te diré quién eres, le haríamos un flaco favor a Cerdán. Sólo faltaba que Aldama le pusiera bajo sospecha de llevarse mordidas por las adjudicaciones en las que mediaba y que encima estas fueran las mordidas más modestas del grupo. Esto es llamarte bobo además de corrupto.
Por supuesto podríamos dudar de lo que dice Aldama y tanto a Cerdán como a Errejón les ampara la presunción de inocencia, pero también es verdad que ya desde Bárcenas, como reconocía Madina, el PSOE, sus medios y el propio Cerdán nos han enseñado a no desdeñar sin más las declaraciones de los corruptos confesos. El problema para Cerdán es que la línea defensiva la ha puesto en el primer metro de terreno, quizá demasiado ambiciosamente, aunque el terreno sea resbaladizo y fangoso.
De este modo, ayer mismo nos encontrábamos con una entrevista a Cerdán en la que aseguraba que Aldama no ha tenido ningún vínculo con el PSOE, si acaso con Abalos y Koldo, como si por otra parte el PSOE pudiera estar vinculado a sus ministros pero desvinculado de los vinculados a sus ministros. Es decir, todo lo que hayan podido conseguir Aldama, Koldo o Abalos es por su relación con el poder central, no por su persona particular. El caso es que Cerdán lo niega todo desde un nivel demasiado exigente, y por tanto conforme van acumulándose los documentos no cabe más que dudar de Cerdán. O sea, primero no conocían de nada a Aldama. Después, cuando aparece en una foto con Pedro Sánchez, es una de tantas fotos que los políticos se hacen con tanta gente en un mitin, aunque muy pocas de esas fotos las haga Koldo. Cuando la siguiente foto de Aldama es en Ferraz en la noche electoral, nos dice Cerdán en la entrevista que “En las imágenes que he visto yo, él está en el hall de entrada. No está en otro sitio. Yo no he visto nunca al señor Aldama en la sede de Ferraz”. También es mala suerte para Cerdán que al mismo tiempo que se publica su entrevista se publique la foto de Aldama con Abalos negociando sobre Venezuela en una sala de Ferraz.
Al parecer la memoria visual de Cerdán es tan mala como la de Abalos, que tampoco recuerda haber tenido trato con Aldama más que de forma puntual, a través de terceros y de carácter muy limitado, como tanta otra gente que pasaba por su ministerio.
El problema es que poco a poco se acumulan las evidencias de una presencia de Aldama en el entorno del gobierno mucho mayor que la pretendida por el PSOE, de hecho Aldama aparece en todos los escándalos que rodean a Pedro Sánchez y su mujer. La pretensión de que Aldama no tenía nada que ver con el PSOE resulta por tanto un poco ridícula porque, como en el caso de Koldo, poco podían hacer o mediar el uno y el otro si no era precisamente por su relación con el gobierno socialista. Y para poder mediar y conseguir cosas de terceros, esos terceros tenían que considerar más que probada la relación entre Koldo o Aldama y el gobierno, o no los hubieran aceptado como interlocutores y menos aún les hubieran entregado dinero. El PSOE no puede desentenderse de los actos de Aldama o Koldo pretendiendo no haber tenido contacto con ellos cuando la única forma de que Koldo y Aldama cometieran aquellos actos era a través de sus contactos con el gobierno.
Como consecuencia de todo lo anterior, ahora es muy difícil saber en qué medida Cerdán dice la verdad o nos miente. Si el límite lo pone en el hall de Ferraz y resulta que el mismo día aparece una foto de Aldama en una sala de trabajo dentro de Ferraz, pues ya no queda más que dudar de la palabra de Cerdán y en cuánto más puede estar mintiendo, o en cuánto más por lo menos le falla la memoria. De momento y a la vista de las imágenes parece que la memoria de Aldama es mejor que la de Cerdán.