Si viviéramos en otro país sería hasta divertido ver a Sánchez cabalgando sus propias contradicciones, pero vivimos en España y no somos espectadores de lo que hace Sánchez, sino víctimas de lo que hace. La penúltima ocurrencia del presidente es llenar el calendario del año que viene de actos memorialísticos contra el franquismo, denunciando la existencia de una falsa memoria y una falsa concordia, que por lo visto van a ser sustituidas por la verdadera memoria y la verdadera concordia que encarnan el PSOE y sus socios.
Decíamos que sería divertido si no nos tocara padecerlo el ver a Sánchez hablando de que «no hay concordia cuando se equipara víctimas con verdugos» ni cuando «se perpetúan mentiras históricas«. Veamos por separado ambos asuntos y su cinismo.
En Navarra y el País Vasco, por ejemplo, estamos hartos de ver cómo los socialistas se unen a los nacionalistas para aprobar normas de memoria cuyo objetivo fundamental, cuando se trata de ETA, es reconocer y equiparar a “todas las víctimas” de “todas las violencias”. Se trata por tanto de abrazar la idea de que la violencia de ETA no era sino una entre muchas violencias, y que había una violencia nacionalista pero también una violencia padecida por el nacionalismo, y que todas esas violencias son equiparables. Resulta de lo más indignante que el PSOE diga por un lado, hablando de la Guerra Civil, que «no hay concordia cuando se equipara víctimas con verdugos», pero al mismo tiempo, para pactar con Bildu, se equipare a las víctimas con los verdugos y se haga precisamente en nombre de la concordia. De este modo, un terrorista se convierte en una víctima cuando muere en un tiroteo con la policia, le mata otro terrorista o le explota su propia bomba. El PSOE denuncia respecto a la Guerra Civil justo lo que está haciendo todos los días con la violencia de ETA.
La perpetuación de “mentiras históricas” también es una afirmación indignante en boca de Sánchez. En el caso de Eta no cabe equiparación posible, porque por un lado estaba la democracia y por otro la ETA. Y sin embargo, aquí el PSOE equipara y acepta el lenguaje de las muchas violencias y las muchas víctimas igualables. No así con las violencias y las víctimas de la guerra, donde la izquierda no reconoce en absoluto a las víctimas de la violencia republicana.
En el caso de la Guerra Civil, sin embargo, es donde precisamente sí se podrían reconoces violencias diversas y víctimas diversas de esas violencias. Porque a diferencia del caso de la ETA, en el que había una democracia luchando contra unos terroristas, en el caso de la Guerra Civil no había ningún bando estrictamente democrático. Ganara quien ganara no era visible una democracia. Lo que defendía explícitamente el PSOE era la dictadura del proletariado. Por eso las democracias occidentales abandonaron a la Segunda República pero ésta recabó en cambio el apoyo de Stalin. Por consiguiente en la Guerra Civil no hay víctimas de segunda porque no defendían la democracia, aunque el PSOE no reconozca a las víctimas de la violencia republicana. Ningún bando perseguía establecer una democracia si ganaba, y desde luego no era lo que perseguía el PSOE, ahí está su hemeroteca para demostrarlo y gracias a Sánchez habrá 100 ocasiones distintas el año que viene para poder recordarlo.