Han pasado ya más de dos semanas desde la tragedia en la Comunidad Valenciana y seguramente podemos hacer ya un balance bastante preciso sobre todo lo ocurrido, desde luego desde el punto de vista político.
Solemos pensar que Pedro Sánchez es un gran estratega político, pero el caso de la DANA ha venido a demostrar que es más bien un sujeto bastante obtuso. ¿Cómo consigue prevalecer? ¿Por su astucia o por su abrumador predominio mediático y su control de los resortes del poder? Mucho más lo segundo que lo primero. Sánchez es como un conductor que adelanta a los demás en raya continua o saltándose los semáforos. No es que tenga más pericia y conduzca mejor que los demás, es que se salta todas las normas. Por lo demás no es un político clarividente y de hecho con las inundaciones de Valencia ha cometido un fallo clamoroso.
Sánchez podría estar ahora arrasando. Mazón podría ser en este momento el único señalado por la opinión pública. Sánchez podría haber aparecido como el salvador de la Comunidad Valenciana. Pero para eso tendría que haber tomado el control de la situación en las primeras horas tras la tragedia. Si Sánchez le hubiera quitado el mando a Mazón, hubiera mandado de inmediato al Ejército con todos sus recursos, y hubiera comparecido explicando a los españoles que había asumido el mando porque Mazón no se estaba enterando de nada, se encontraba superado, y no estaba pidiendo la ayuda que su comunidad necesitaba, ahora Sánchez estaría barriendo. En vez de eso, por haberse quitado de en medio, su equipo olímpico de opinión sincronizada apenas puede conseguir empatar con Mazón en una operación de control de daños frenética.
¿Por qué no asumió Sánchez el mando?
Una posible explicación es que tampoco se estaba enterando de nada, igual que Mazón.
Otra posible explicación es que pensaba que no enviando ayuda conseguía uno de esos dos efectos:
-Achicharrar a Mazón empeorando la situación de las víctimas sobre el terreno.
-Evitar corresponsabilizarse con falsas excusas de una situación de más de 200 muertos.
Pedro Sánchez trato de gestionar la DANA como un Prestige o como una crisis política en vez de como la tragedia humana que es. El resultado fue dejar abandonadas a las víctimas durante días y encima haber quedado destrozado desde el punto de vista político. Irónicamente, todo le hubiera ido mucho mejor desde el punto de vista de la imagen política si sólo se hubiera preocupado de la situación humanitaria. No era el momento de ser maquiavélico sino de ser humano, pero es que además Maquiavelo hubiera aconsejado para triunfar en lo político apostar por lo humano. El problema es que Pedro Sánchez es sólo un pequeño aprendiz de Maquiavelo. Su «resiliencia» se basa al 90% en el enorme poder mediático que le sostiene, al 9% en la torpeza de algunos de sus adversarios y sólo al 1% en su astucia.
Sánchez no es un visionario político sino un cobarde. ¿Cuál es el sentido de su famoso “si necesitan recursos que los pidan”? Pues lavarse las manos por completo de la situación. De ese modo podía decir, a la hora de apuntarse medallas, que toda la ayuda que le pidieron la prestó, y a la hora de sacudirse culpas que no hizo nada que no le pidieran previamente que hiciera. Como ya diagnosticamos desde un primer momento, estamos ante la mayor lavada de manos desde Poncio Pilatos. Lo que pasa es que Poncio Pilatos no ha quedado en la historia ocupando un puesto demasiado glorioso por ello, y Sánchez tampoco.