Como cada año en esta celebración de San Saturnino, patrono de Pamplona, volverán a tener lugar los actos propios de la festividad y preparatorios del tiempo navideño. A partir de las 9.30 horas, la Comparsa de Gigantes y Cabezudos iniciará su desfile por las calles de la ciudad, desde la estación de autobuses hasta la Plaza Consistorial, donde se reunirá con la corporación municipal para dirigirse hasta la iglesia de San Saturnino, donde se acompañará al Santo para sacarlo en procesión. Tras esta se oficiará una eucaristía, en la que participará la Capilla de Música, en colaboración con el Orfeón Pamplonés y la Orquesta Sinfónica de Navarra.
Aparte de otros actos festivos, San Saturnino es la fecha en la que se procede en Pamplona al encendido de las luces navideñas, que este año se despliegan en 617 adornos incluyendo 292 arcos, 228 farolas y 97 figuras, como renos, árboles de Navidad, copos, lazos, regalos, muñecos de nieve, cielos estrellados, bolas, campanas, estrellas o nubes. Se podía pedir más, se podía incluir algún símbolo religioso. Pero lo que no te dan los unos menos puedes esperarlo de Bildu, aunque si lo ofreciera Bildu se lo aplaudiríamos. Después de todo no tiene mucho sentido celebrar la Navidad des-navidadizando la Navidad. Al final, y puede que sea donde quieren llegar algunos, no sabremos ni por qué celebramos la Navidad.
Precisamente para evitar ese tipo de riesgos nos gusta recordar todos los años la historia de San Saturnino también conocido como San Cernin, que es Saturnino en occitano, la lengua hablada en las tierras francesas desde las que el santo vino a Navarra. Hablamos de allá por el año 250, cuando todavía los cristianos profesaban su fe en la semiclandestinidad, se encontraban perseguidos y mucha gente en Europa todavía no había oído hablar de Jesús.
En realidad, quien que sepamos aparece primero en Pamplona predicando el cristianismo es Honesto, un discípulo de San Saturnino, con tal éxito que poco después el propio San Saturnino se desplaza hasta aquí para bautizar nada menos que al gobernador romano, a su mujer y a su hijo Fermín. Efectivamente, el futuro San Fermín.
Cuando San Saturnino se vuelve a Francia, sin embargo, tras diversas peripecias tiene que lidiar con el fanatismo intolerante de las creencias paganas, ahora tan sobrevaloradas, al punto que los paganos lo matan en Toulouse atándole a un toro por no querer prestar devoción a Júpiter. Interesa recordar esto porque algunas gentes presentes se creen que la intolerancia religiosa es una cosa cristiana en vez de padecida por los primeros cristianos, que no en vano predicaban al Jesús crucificado por los judíos y los romanos. Los paganos eran una gente pastoril, vegana y bondadosa que celebraba anticipadamente la Agenda 2030, pero que te hacía morir arrastrado por un toro o crucificado boca abajo cuando te metías con su solsticio. San Fermín de hecho moriría tiempo después también asesinado por los paganos, en su caso decapitado, de ahí lo del pañuelo rojo alrededor del cuello. Los que en realidad predicaban revolucionariamente el amor al prójimo por principio, incluso a los enemigos, eran los cristianos. Interesa recordar todo esto porque si no llegamos a la Navidad y lo mismo nos creemos que estamos celebrando con retraso una fiesta chavista, o que estamos en un concurso que siempre perdemos con Lugo.