Lo primero es lo primero, así que Pedro Sánchez se ha ido a Davos a prestar pleitesía a los millonarios globalistas de la Agenda 2030. Si Elon Musk se sale del redil es muy peligroso para la democracia, pero todos los políticos de la UE yendo a Davos a recibir instrucciones de los Soros, Gates y otros magnates no votados por nadie es muy democrático, progresista y social. Pedro Sánchez va a Davos a darse importancia aunque sólo vaya a recibir órdenes y consignas porque es de lo poco que le queda, el apoyo davosiano. Si Sánchez fuera importante, se atrevería a enfrentarse a los plutócratas davosianos, porque para mostrar sumisión al amo no hace falta ser importante, no se demuestra importancia inclinando la cabeza. Lo que ya puestos sí hace Sánchez es intentar ser el lacayo que la dice más gorda, el que va más lejos tratando de satisfacer a sus amos. Su penúltima ocurrencia es obligar a identificarse públicamente en redes sociales a todo el que critique al gobierno. Seguro que a los prebostes davosianos les ha encantado la iniciativa.
Se impone denunciar que todo lo que dice Sánchez para justificar esta medida es mentira. No existe el anonimato en las redes sociales. No existe impunidad por cometer un delito en las redes sociales. Todas las cuentas de las redes sociales tienen detrás un proceso de identificación que incluye una ID o un correo electrónico. Se puede rastrear perfectamente al usuario de una red social si comete un delito. Lo que sucede es que para hacerlo hace falta una denuncia y la intervención de la Justicia, no puede averiguar directamente el gobierno quién le está criticando. Lo que pretende Sánchez es, como decíamos, obligar a identificarse públicamente en redes sociales a todo el que critique al gobierno. Es más, llega a comparar el opinar en las redes con el tener un carnet para conducir. ¿Acaso pretende la implantación de un carnet para opinar? Viniendo del impulsor del pajaporte todo se puede esperar.
¿Por qué la gente tiene miedo de mostrar su identidad para criticar al gobierno? A lo mejor esta es la pregunta de fondo que nos deberíamos plantear. ¿Por qué la gente le tiene miedo a un gobierno democrático y busca el anonimato? ¿O no es todo tan democrático? ¿Por qué Pedro Sánchez busca desesperadamente la forma de censurar la libertad de expresión justo cuando todo su entorno político y familiar se encuentra bajo sospecha e investigación judicial? ¿Es Elon Musk o Pedro Sánchez el que quiere limitar la libertad de expresión? De todos los líderes desplazados a Davos el único importante es Milei, que es casi el único que se atreve a ir a decirles a los davosianos algo distinto.
Por lo demás se verifica un año más que el Foro de Davos no es un foco de libertad sino de tiranía e intervencionismo. Un gobierno mundial de hecho al que nadie ha votado. Un centro de poder no votado por nadie al que acuden a rendir cuentas los líderes mundiales, ¿o hay que llamarles ya títeres? ¿Podemos llamar democracia a un sistema en el que los gobernantes no rinden cuentas a quienes les eligen sino a unos señores que se reúnen en Davos? ¿Podemos llamar democracia a un sistema en el que sólo se puede elegir entre gobernantes que llevan en la solapa el mismo pin de la Agenda 2030 y que abrazan el mismo programa? ¿Podemos seguir denunciando libremente todo esto sin que nos persiga Hacienda o la Policía o sólo mientras Pedro Sánchez no nos imponga un carnet por puntos para poder expresarnos?