¿Por qué tiene que hacer el Gobierno de Navarra test a los niños para que se identifiquen como heterosexuales, homosexuales o heteroconfusos?

No podemos dejar que acabe la semana sin hacer mención a un asunto que, como suele, siendo grave puede pasar casi desapercibido en el alud diario de decisiones y situaciones catastróficas. Nos referimos a la denuncia por parte de Ciudadanos de una encuesta sobre el bullying que el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra está llevando a cabo entre alumnos de 10 años en adelante. En dicha encuesta se pregunta a los niños acerca de su sexualidad, si son homosexuales, si han sufrido bullying por ser homosexuales, si son bisexuales, si están confusos respecto a lo que son… Todo esto sin permiso ni conocimiento de los padres, al amparo de la excusa de que se trata de una encuesta anónima. El Gobierno de Navarra sostiene además que la encuesta cumple “todos los requisitos tanto éticos como legales”, al estar elaborada “por una catedrática experta en acoso”.

Una vez más llama la atención el interés morboso de los actuales gobernantes por conocer y dirigir la sexualidad de los jóvenes desde la más tierna infancia, usando los niños como plastilina y los colegios como un laboratorio para sus experimentos de ingeniería social. Todos estos experimentos que siempre son o secretos u obligatorios naturalmente se practican sin escrúpulos, sin respeto a la libertad educativa y sin respeto a los hijos de los demás.

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Todos estos estudios, por supuesto, siempre generan la duda de si tienen por objeto conocer la incipiente sexualidad de los pequeños o dirigirla. ¿Quieren saber cuántos niños tienen dudas sobre su género o provocar a los niños dudas sobre su género? ¿Por qué esa insistencia morbosa y obsesiva sobre si les gustan los niños de su propio sexo o si tienen dudas al respecto? ¿Quieren saber si un niño tiene esas dudas o provocarlas con tanta insistencia? Si la encuesta es anónima, ¿cómo van a ayudar a un niño con un problema? ¿O no se trata de eso? En el mejor de los casos el resultado del estudio será la necesidad de llevar a cabo más estudios, para lo que será necesario crear una burocracia dedicada a la elaboración de estudios, de la que se beneficiarán una serie de expertos, asociaciones y plataformas, típicamente todas de un mismo sesgo.

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Por otro lado, ¿hasta qué punto se puede garantizar el anonimato y la intimidad en una encuesta de este tipo? ¿Cómo se puede realizar una encuesta de este tipo garantizando sin ningún tipo de resquicio la intimidad? O sea, aunque las encuestas no vayan firmadas, si por ejemplo se recogen en orden se puede deducir de ese orden la posición de cada pupitre y la identidad de cada alumno. ¿Cómo se garantiza que no ya los alumnos, sino los profesores, los supervisores de la prueba o los “expertos” puedan saber lo que está respondiendo un niño? Casi haría falta que cada niño acudiera a la prueba con su abogado para estar seguros de que se respetan sus derechos. Un niño está indefenso frente a la maquinaria del gobierno, cuánto más si los padres ni siquiera saben que se le está sometiendo a su hijo a este tipo de pruebas.

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Ya puestos, ¿no podría considerarse bullying también esta curiosidad obsesiva del gobierno por conocer las prácticas y las inquietudes sexuales de los niños? ¿Han preguntado alguna vez a los niños los expertos en bullying del gobierno si se sienten cómodos siendo sometidos a estos cuestionarios del gobierno sobre su sexualidad? Y ya puestos, ¿por qué no les preguntan también por sus preferencias políticas o si alguna vez se han sentido violentos por no ser políticamente correctos? Alternativamente podían dejar en paz a los críos.

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Lo que por lo demás parece que está teniendo lugar es que los resultados académicos de los estudiantes españoles cada vez son peores desde que los colegios, en vez de a enseñar, se dedican a pilotar la sexualidad o la ideología de los futuros votantes. Y también está sucediendo que se multiplican los problemas (ya sea transexualidad, bullying o violencia sexual) cuya solución teóricamente justifican este tipo de pruebas. El fin nunca justificaría los medios, pero es que ni siquiera los resultados que se están obteniendo justifican los medios. ¿O los resultados que realmente se quieren obtener son distintos de los resultados confesados que se alegan para justificar la hipersexualización y el adoctrinamiento generalizado en las aulas? ¿Todas estas intromisiones se hacen por el bien de los niños o por el bien de los ideólogos del gobierno? Tal vez habría que señalar al estado que se dedicara menos a la educación y más a la enseñanza. Es más, que dejara en paz la educación y empezara a preocuparse algo por la enseñanza.

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