Acaba de suceder. Un comité especial de la Asamblea Nacional francesa ha aprobado, por mayoría, la eliminación de las Zonas de Bajas Emisiones (ZFE por sus siglas en francés), argumentando que estas «penalizan a los hogares de bajos ingresos». La decisión se ha tomado en contra de la postura del presidente de la República, Emmanuel Macron, con el voto de los diputados de Agrupación Nacional (RN), Los Republicanos (LR) y algunos miembros desgajados del bloque macronista, que han respaldado dos enmiendas que proponían la supresión de dichas zonas. La buena noticia para todos es que este verano, contra lo anunciado, se podrá seguir circulando por Francia con libertad.
🔴 ÚLTIMA HORA | La Asamblea Nacional suprime las Zona de Bajas Emisiones en todas las ciudades de Francia
— LA GACETA (@gaceta_es) March 27, 2025
Por Caetana Pettermann de Alós (@caetanalos_)https://t.co/NcGAgGpjzt
El hecho es que efectivamente la llamada “transición energética” impuesta por la Agenda 2030 no sólo supone el suicidio del sector de la automoción, uno de los pilares industriales de Europa, o la entrega total de este sector a China, sino también la conversión de los vehículos en un bien de lujo. No es únicamente que los europeos están siendo sometidos a un severo proceso de empobrecimiento como consecuencia de una política fiscal y energética descabellada (que nos lo cuenten a los españoles), sino que el disparatado precio de los vehículos nuevos incide en ese empobrecimiento, para el que a pesar de todo pueda permitírselo. Naturalmente las clases bajas son las más afeactadas por este proceso. O ya no pueden acceder al coche, o si pueden (o deben) acceder a él tienen que dedicarle un porcentaje mucho mayor de sus recursos que hace unos años. Esto también es empobrecimiento porque todo lo que hay que dedicar de más al coche hay que recortarlo por otro lado o implica un mayor endeudamiento. Por si fuera poco, el proceso no tiene nada de ecológico. Las pegatinas medioambientales están obligando a retirar de la circulación vehículos que pese a su edad funcionan perfectamente, dándose la paradoja de que es mucho más ecológico estirar el uso de un coche de combustión que fabricar un nuevo coche eléctrico. Alargar la vida de un coche ya construido es más ecológico que el proceso contaminante de producir un nuevo coche aunque sea eléctrico. Está por ver además la durabilidad de los coches eléctricos. Un estudio de VOLVO señalaba hace unos años que resultaba mucho menos contaminante la construcción de un modelo de VOLVO convencional que uno eléctrico, de forma que hasta no recorrer entre 50.000 y 200.000 kilómetros no se empataban las emisiones de CO2.
Cuando la sostenibilidad causa inseguridad: París vota en referéndum eliminar los patinetes eléctricos, obteniendo el 90% de los votos a favor.
— Huáscar A. Jiménez Pichardo. 🇩🇴🇺🇦 (@huascarjp) April 4, 2023
En 2021, se registraron en Francia 22 muertes y 6,000 heridos por accidentes generados por patinete eléctrico. https://t.co/96aMMsyDtk pic.twitter.com/ameizsZgXB
Las pegatinas medioambientales, las zonas de bajas emisiones o los patinetes lo que ponen de manifiesto en Francia es el peligro de preguntar a la gente. Hace un par de años se preguntaba a los habitantes de París sobre el uso de patinetes por las calles de la ciudad y el 90% de los parisinos que participaron en la consulta se decantaron por la prohibición de los patinetes. Las pegatinas, las zonas de bajas emisiones y casi todos los apartados relacionados con los designios de Davos y la Agenda 2030 se están aplicando de forma implacable sin consultar a la gente, y parece que con mucha razón, porque en cuanto se pregunta a la gente la gente vota que no. Pero entonces, ¿cómo de democrática es la Agenda 2030 si no se puede consultar nada a la gente para que no vote que no? ¿Y por qué ahora hay que ir sacando de nuestras vidas la Agenda 2030 apartado a apartado, votación excepcional a votación excepcional, si para imponernos la Agenda nadie nos consultó?
Un comentario
Acabarán cayendo. Tiempo al tiempo. La agenda 2030 es antihumana.