El PSOE no es bueno resolviendo problemas. No ya problemas importantes y de calado, sino pequeños problemas como la impunidad de Puigdemont. Es decir, pese a que moralmente es una enormidad otorgar la impunidad a un golpista y malversador a cambio de su voto, en términos materiales se trata de una pequeñez. Pues bien, pese a que esta “pequeñez” se ha convertido en el punto central en torno al cual gira toda la legislatura, Puigdemont sigue viviendo en Waterloo. ¿Cómo esperamos entonces que el PSOE arregle un problema de gran magnitud y complejidad como es el de la vivienda? ¿No había prometido ya Sánchez tropecientasmil viviendas antes de la anterior elección? ¿No lleva años legislando de mano de sus socios de extrema izquierda, a escala nacional, autonómica y local, para encontrar alguna solución? ¿Por qué Pedro Sánchez habla como si acabara de llegar al poder o como si estuviera tratando de desviar la atención del laberinto judicial del que es el punto cero o el “uan”?
Para solucionar el problema de la vivienda Pedro Sánchez tiene algunos problemas, empezando por el hecho de que no tiene mayoría parlamentaria para legislar al respecto. Lo que está haciendo ahora es por tanto hablar por hablar. Pero es que además la vivienda es un asunto muy repartido entre las competencias nacionales, autonómicas y hasta locales. Las comunidades autónomas tienen la competencia en ordenación del territorio, urbanismo y vivienda, mientras que los ayuntamientos conceden licencias de construcción en función de las leyes autonómicas. ¿Qué puede decidir por tanto el PSOE sin mayoría parlamentaria desde el gobierno central? En las comunidades gobernadas hace muchos años por la izquierda, como Navarra o Cataluña, los precios de la vivienda no paran de subir. ¿Recuerdan la famosa liberalización de suelo intentada por Aznar? Pues en la práctica no prosperó, en el limitadísimo espacio de tiempo en que estuvo vigente, porque eran las comunidades autónomas las que la tenían que aplicar. ¿Y por qué no interesa a los políticos en general liberalizar el suelo para abaratar los costes de la vivienda? Pues porque recalificar terrenos es una herramienta clave de la financiación de la política municipal. Si se califica todo el terreno como edificable salvo que se disponga lo contrario (invirtiendo la situación actual), se acaba el chollo municipal. Por no hablar del espacio que se deja a la corrupción cuando que se pueda construir o no en un terreno, con la diferencia de precio del suelo que eso implica, depende de que lo recalifique graciosamente tal o cual concejal.
Por supuesto el problema de fondo con la vivienda es el número de viviendas disponibles. Si aumenta la oferta bajan los precios. ¿Cómo aumentar la oferta? Construyendo más casas y ofreciendo seguridad a los propietarios que dudan si poner o no una vivienda en alquiler. Lo que está haciendo la izquierda es justo lo contrario hace años, con lo que no nos puede extrañar que el problema no pare de agravarse. Además aumenta la población, y lo hace a causa de la inmigración. Es decir, aumenta la demanda de vivienda y lo hace buscando los pisos más humildes, con lo que los precios suben en el segmento más desfavorecido de la demanda. Pero de esto también es anatema hablar.
Sólo faltaba para rematar el disparate que aparezca Pedro Sánchez denunciando que la población futura se dividirá entre los que tienen una o dos casas, por haber heredado la de sus padres, y los que se pasan la vida pagando un alquiler y acaban sin tener ninguna vivienda en propiedad. A este respecto cabe decir sin embargo que normalmente no tiene el mismo coste mensual alquilar que comprar, o todo el mundo compraría en vez de alquilar. De este modo, el que alquila simplemente decide gastar menos en vivienda y tener más dinero para otros gastos, elige este beneficio y esta forma de vida en vez de tener la propiedad de un piso, igual que una persona puede priorizar gastar sobre ahorrar. Lo que no se puede hacer es tratar de igualar desde el gobierno el resultado del que ha elegido ahorrar con el del que ha elegido gastar. Tampoco sería justo, de hecho sería un atropello, igualar a la persona que ha elegido gastar menos en otras cosas y tener en propiedad una vivienda la cual poder dejar a sus hijos, con la persona que sólo ha pensado en sus gastos y o no tiene hijos o no ha pensado en ellos a la hora de gastar su dinero. No son pocas asimismo las personas mayores para las que su vivienda en propiedad es al mismo tiempo su fondo de inversión, su plan privado de pensión o la garantía de que mediante una hipoteca inversa van a poder ser cuidadas si llegan a tener esa necesidad. Si por otro lado unos padres tienen varios hijos, es probable que su vivienda acabe a la venta para repartir su valor entre los hijos. Lo que pretende Sánchez por consiguiente es dividir la sociedad entre cigarras y hormigas y repartir lo de las hormigas entre las cigarras. Se trata por tanto, básicamente, de comprar el voto de las cigarras. El problema es que una sociedad que desincentiva ser hormiga se muere de hambre cuando llega el invierno, como sabe todo el que conoce el final del cuento.