Nadie cree ya que el Tribunal Constitucional sea una institución justa e independiente. Unos, los que lo controlan, lo ven como una mera herramienta, y así es también como lo ven quienes padecen ese control. No hay otra forma de verlo, tan sólo dos perspectivas desde las que constatar una misma realidad. Conde-Pumpido reivindica la imposible independencia de un tribunal de cuotas políticas mientras afirma la necesidad de ignorar las críticas políticas. El problema no son sin embargo las críticas, sino el aplauso del gobierno. ¿Ha hecho algo últimamente Conde-Pumpido que no merezca el aplauso del gobierno? ¿No es aplaudir al gobierno el trabajo a tiempo completo de Conde-Pumpido?
La dependencia de Conde-Pumpido y la mayoría progresista del TC respecto al gobierno resulta ya tan clamorosa que, precisamente por ello, nos podemos encontrar alguna sorpresa al respecto. Es decir, el TC va a tener que fallar en contra del gobierno en algún momento si quiere conservar un mínimo de apariencia de independencia. Ese fallo, aparentemente contra el gobierno, en el fondo sería para mejor servir al gobierno. Es más útil al gobierno el respaldo de alguien con una cierta apariencia de independencia que el respaldo de quien es unánimente percibido como un lacayo.
El TC necesita desesperadamente una cuestión en la que le pueda llevar la contraria al gobierno para recuperar un mínimo de credibilidad, pero puede darse la feliz coincidencia de que también el gobierno necesite desesperadamente alguna sentencia contraria del Tribunal Constitucional. Todo por tanto se puede arreglar.
A lo que nos referimos es a que existen ciertos asuntos, como el reparto de la deuda autonómica, el reparto de inmigrantes, el cupo catalán o la amnistía, a los que en último término al PSOE le podría venir bien una setencia contraria del Tribunal Constitucional. O sea, existen una serie de cuestiones que han nacido como una cesión vergonzante del PSOE para comprar los votos de tal o cual partido nacionalista, pero que son cuestiones que no necesariamente son del agrado del PSOE o que colocan al PSOE en una situación comprometida desde el punto de vista legal, electoral o financiero. En este sentido al PSOE no le vendría mal alguna sentencia que impidiera algunas de las cesiones a las que se ha comprometido con el nacionalismo. El PSOE de este modo habría recibido los votos del nacionalismo y se habría beneficiado de ellos, pero a la hora de pagar el precio de esos votos se encontraría con una sentencia del TC impidiendo ese pago. Total, que el PSOE habría conseguido gratis sus objetivos y que a sus socios les podría decir que no es culpa suya, sino que es el TC el que no permite realizar el pago político o financiero comprometido. Así pues sería sorprendente que no se produjera en breve alguna sentencia del TC bloqueando alguno de los acuerdos entre el PSOE y sus socios. Les conviene demasiado al TC y al PSOE que se produzca alguna sentencia en ese sentido. Y cuando algo conviene tanto a las partes que pueden producir ese resultado, lo normal es que ese resultado se produzca y se produzca bastante pronto.
