O los controla Sánchez o son pseudotribunales, pseudomedios o ahora pseudouniversidades

Uno de los mantras de la izquierda, aceptado con cierto éxito por buena parte de la sociedad española, es el de que los recortes son una cosa de la derecha. Por el contrario, tenemos ahora mismo un gobierno ultraizquierdista que recorta nuestros derechos todos los días. El día que no recorta la división de poderes y con ello el derecho a la tutela judicial efectiva y una justicia independiente, recorta la presunción de inocencia, la seguridad, la propiedad, la libertad de expresión o la libertad educativa. Por lo visto es que la izquierda sólo llama no recortar derechos a gastar cada día más. Como además gasta más de lo que resulta sostenible a costa de exprimir, endeudar y empobrecer cada vez más a los ciudadanos, los recortes económicos futuros tampoco serán después otra cosa, le toque hacerlos a la izquierda o a la derecha, que el resultado de lo sembrado ahora.

Tras la presunción de inocencia, ayer fue la libertad educativa a la que le tocó recibir el penúltimo varapalo del gobierno. El pretexto para restringir la apertura de centros educativos privados es elevar la calidad educativa, pero la verdad es mucho más oscura y peligrosa. Si de lo que se trata es de elevar la calidad educativa, entonces es sobre los centros públicos sobre los que el gobierno debería quizá dirigir la mirada. Por otro lado, si algo caracteriza a la izquierda en general y a este gobierno en particular es el haber instaurado en la práctica una especie de aprobado general. La Selectividad, ahora EVAU, ya no es tal. Una prueba que superan el 99% de los alumnos ya no es una selección sino un mero trámite formal. Antes de llegar a la EVAU, el fracaso escolar se ha combatido rebajando los niveles de exigencia y facilitando el paso de curso con un carromato de asignaturas suspendidas del curso anterior. Un gobierno con estos antecedentes no puede pretender que va a restringir las universidades privadas basándose en la calidad educativa, cuando todos los días y en todos los ámbitos devalúa la calidad educativa. Por el contrario, lo que es coherente con los antecedentes del gobierno es la colonización de todas las instituciones, también las educativas. El objetivo, naturalmente, no es elevar la calidad educativa sino convertir los centros de enseñanza en fábricas de activistas.

Por lo visto, un chiringuito educativo de calidad inaceptable es toda universidad que no tenga su correspondiente soviet y sus consiguientes milicianos, dedicados a imponer a palos el pensamiento único del nacionalismo o la izquierda. Este intento de convertir por la fuerza las universidades en focos de adoctrinamiento político no puede extrañar de un gobierno apoyado en formaciones cuyos fundadores vienen precisamente de uno de esos soviets universitarios, de los escraches y de los boicots a cualquier voz discrepante en ese ámbito, al más puro estilo CDR o batasuno.

Por lo demás, está claro que si existe un problema con la educación en España se produce sobre todo y ya desde abajo en el ámbito de lo público. En toda la educación hasta llegar a la universidad los resultados de los colegios privados y concertados son siempre superiores a los de los públicos. Da igual que tomemos como referencia las pruebas de la EVAU o las de PISA. Respecto a la EVAU se suele repetir desde la izquierda que los resultados de los colegios privados y concertados se encuentran dopados, porque “regalan” mejores notas a los alumnos durante los años de estudio lo que elevaría artificialmente la media que después se obtiene con la nota de la prueba de Selectividad. El problema es que eso no es cierto. Si tomamos sólo los resultados de esa prueba, sin tener en cuenta el historial académico anterior, los resultados de los centros privados y concertados son claramente superiores, por tanto lo raro sería que no fuera también superior su historial anterior. En cuanto a PISA no cabe dudar porque se trata de una prueba externa e internacional en la que de nuevo los centros privados y concertados exhiben una mayor calidad.

La batalla sin embargo, como casi siempre, no es la calidad sino la libertad. A la izquierda no le importa el nivel educativo con el que los estudiantes salgan de los centros sino su ideología. El hecho no obstante es que la libertad y la calidad educativa suelen ir de la mano. Cuando la gente puede elegir, la calidad de la oferta tiene que subir. La política de la izquierda por tanto no sólo nos aboca a perder la libertad educativa, sino también la calidad en la educación.

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Un comentario

  1. Autonomía universitaria, este es el principio constitucional que vertebra el desquiciado sistema español de la educación superior pública. Una autonomía universitaria pergeñada por las fuerzas comunistoides imperantes en el seno de la Universidad, que alumbraron lógicamente un sistema genuinamente soviético y como tal absolutamente ineficiente en su función educativa, pero sumamente generoso y pródigo con los intereses de sus promotores y sus doctrinarias expectativas. Un sistema universitario público financiado prácticamente en su totalidad por la generalidad de los ciudadanos a través de los impuestos, pero gestionado casi exclusivamente por el profesorado , aún contando con la participación de otro personal y del alumnado, en pugna también por sus privativos intereses. Un bodrio soviético que puede hacer de su capa un sayo sin responder de su inoperancia, porque detrás está el dinero de todos siempre y en todo caso. Compárese con el régimen de una universidad privada, financiada por sus clientes, los estudiantes universitarios , y responsable de su desempeño ante quienes le pagan.El resultado es el esperable: mayor coste y peor enseñanza en la pública que en la privada, como por lo demás sucede en la educación pre- universitaria.
    Un nido , la universidad pública , donde se ha incubado toda suerte de doctrinas apestosas y disparatadas. Adalid hoy, todavía, de la ideología woke y de toda suerte de pestilentes doctrinas colaterales.

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