Este pasado sábado ha tenido lugar la reapertura oficial de la catedral de Notre Dame, después del devastador incendio de 2019. Si aquellas imágenes encogieron el corazón de millones de personas, creyentes y no creyentes, las imágenes de la reapertura han vuelto a ensancharlo. Las cosas están de nuevo en su sitio. Porque Notre Dame es una catedral, lo cual ya es ser mucho, pero para Europa y el mundo es además todo un símbolo.
¿La nota discordante del evento? La ausencia de representación oficial por parte de España. Se cursaron invitaciones al jefe del estado y al ministro Urtasun, pero unos por otros nadie acudió a la ceremonia. A este respecto cabe señalar un par de cuestiones importantes. Primero que a ciertos eventos no vas a iluminar sino a ser iluminado. No eres tanto tú el que aporta al evento como el evento el que te puede aportar a ti. Peor para ti si no vas. En segundo lugar, lo peor que puede pasar cuando no acudes a un evento es que nadie te eche de menos. No es preciso castigarse a uno mismo de esta forma subrayando tu irrelevancia.
Lo que sí se puso de manifiesto en y alrededor de toda la ceremonia de reapertura de Notre Dame es el nuevo equilibrio de poder en el mundo. Ha habido una conmoción en la fuerza, un cambio de paradigma, escenificado por la confluencia sonriente de Trump. Elon Musk y Meloni. Los tiempos están cambiando. Trump, Musk y Meloni, o por lo menos Trump y Meloni, no son sin embargo el cambio de paradigma, sino su consecuencia. Algo se está moviendo.
Desde este punto de vista, en realidad se comprende la ausencia del gobierno español porque el gobierno español no encaja en este cambio de paradigma. La foto que busca Sánchez es la de Macrón, Biden y Scholz. Pero esa es una foto que se desmorona. Una foto a la que le ha fallado el flash. En el álbum de fotos, esa es ya la foto de la página anterior.
El problema de Sánchez es que, internamente, sus socios son o formaciones que literalmente quieren destruir España, y sólo le apoyan porque ven más factible la destrucción de España con Sánchez que sin Sánchez, o son socios cuya evolución ideológica todavía no ha llegado a la caída del Muro de Berlín y el colapso de la URSS. Externamente, el problema de Sánchez es que el maquinista de la locomotora mundial ahora es Trump, y en Europa caen uno a uno los aliados de Sánchez y crece la ola de quienes, representando al nuevo paradigma, se reunían sonriendo en Notre Dame. Unos vienen y otros se van.
Por lo demás, la reapertura de Notre Dame pone en evidencia que las cosas importantes no se pueden quemar. La fe es más fuerte que el fuego. No es la catedral, la clave es lo que te hace levantar una catedral.